Cap. 39 - Lo siento, mi pequeña.

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El capítulo más largo e importante.

Si te está gustando la historia, me ayudarías dejando tu estrellita :3

Poco le importaba las acciones caóticas en las que estuvo involucrada recientemente

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Poco le importaba las acciones caóticas en las que estuvo involucrada recientemente.

Eda recibió una llamada de un número desconocido y escuchó la voz de un pasado remoto lleno de traición con tintes de un amorío fallido, del cual Eda ya se da una idea, aunque sea vaga, del porqué se alejó de su vida.

— ¡¿Cómo que los convenció de quedarse en casa de su amiga?! —regañó Edalyn desde el pergamino pegado a su oreja, mientras sobrevolaba a gran velocidad las plazas de Bonesbrought llenas de personas expectantes a los periódicos de última hora.

—D-Dijo que tú le habías dado permiso en un principio —explicó su madre, Gwendolyn.

Luego de que Luz conociera a su abuelo Dell, jugara a las charadas con él, y les convenciera de que les ayudaría en su jardín, la abuela Gwen dio luz verde a la petición que su nieta tanto insistía con ayuda de esos tiernos y brillosos ojitos hechos a la medida para el arte del chantaje emocional.

—Además, no queríamos que sus planes de pasar la noche con su noviecita se arruinen a última hora —agregó Gwendolyn, convencida al cien por ciento que Luz no sería capaz de ofrecerse como esclava de mantenimiento herbáceo si no existiera algún motivo oculto—. ¿Acaso pasó algo malo?

—Mamá... 

Lo último que Eda deseaba era que su madre se sienta culpable de algo completamente fuera de su control. Tal vez se haya podido evitar, pero nada era seguro, aunque eso no quitaba las sospechas que tenía sobre que su bebé justo se había desvanecido en casa de la bruja que más odia en el mundo.

—Te llamo luego, saludo a papá de parte mía y Lilith.

Cortó la llamada y guardó el aparato en su cabello. Ahora nada podría distraerla de volar más rápido junto a Owlbert, que batía sus alas sin cansancio para entrar directamente a los pisos superiores de la mansión. Cien metros, cincuenta metros, Eda contaba cómo siglos los segundos que la separaban de reencontrarse con su hija.

 Cien metros, cincuenta metros, Eda contaba cómo siglos los segundos que la separaban de reencontrarse con su hija

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La lucha de una Madre Búho - TOHOnde histórias criam vida. Descubra agora