Cap. 13 - Camila Noceda

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—Una vez más

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—Una vez más. ¿Edad? —preguntó directa, mientras removía algunos apuntes de su escritorio y los llevaba al triturador de papel.

—Tengo veinte años —respondió la morena sin titubear—. ¿Quién no sabe su propia edad?

—Okey... —Con un rostro lleno de decepción, sacó un bolígrafo del bolsillo de su camisa—.  ¿Sabes por qué estás en esta sala?

Pensativa por unos segundos, Camila negó tímidamente con la cabeza. Sabía muy interior que se trataba de algo especial, pero no podía reconocer el qué.

¿Examen? ¿Entrevista de trabajo? No tenía claro donde estaba, pero suponiendo meramente por el vestuario formal de la señora frente a ella, puede que se trate de su profesora de medicina.

La "doctora" dejó escapar un pesado suspiro de resignación, procediendo a seguir apuntando más cosas en su pequeña libreta.

— ¿A qué te dedicas? —cuestionó con un seco tono, que no ayudaba a que la morena se sienta cómoda en lo absoluto.

—Soy estudiante de enfermería de segundo año —respondió, visiblemente nerviosa—. Debería saberlo... usted es mi profesora.

—Falso —comentó con aires de desesperanza. 

Tachó algunas cosas de sus libretas, relacionadas al avance en las sesiones de preguntas que tenía con la morena

—Probemos con algo un poco más directo. Camila... háblame de tu hija.

— ¿Hija? 

La misma vacía y sin sentido frase que ha escuchado salir de su boca los casi últimos nueve años

—N-No tengo.

—Camila...

—R-Recuerdo su carita... y alguien me separó de ella. ¡Debo encontrarla! —bramó, reincorporándose súbitamente de estar sentada en la orilla de una camilla—. ¡Ayúdeme, por favor! ¡Usted tiene que ayudarme! —insistió, dejando escapar una mar de penas que amargamente caían en su bata.

Frunciendo el ceño, la doctora tachó unas cosas más de su libreta, denotaba el cansancio producido por estar en sesión con la morena por más de tres horas.

—Camila, por favor... es nochebuena. Quiero ir a casa. No lo hagas tan difícil y dime algo coherente.

—Usted es la peor profesora de medicina que he tenido —interrumpió la morena regresando a su asiento. Su actitud cambió tan repentinamente, pasando en una agridulce llanto, a un actitud sarcástica que era difícil de creer—. Preocupándose más por pasarla en familia que los estudios superiores de sus alumnos.

—Es todo por hoy —concluyó sumamente estresada, masajeándose la sien—. Te quedarás en tu habitación hasta que estos... impulsos tuyos se controlen.

La lucha de una Madre Búho - TOHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora