CAPÍTULO 29

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Jadiel

Arie se mantuvo en silencio todo el camino de regreso a Grant. A diferencia de Megan y Larissa, ella miraba plácidamente hacia la carretera como si tuviera algo de interesante. Las otras dos... bueno.

—¿Alguno me va a decir qué mierda pasa o voy a tener que averiguarlo por mi propia cuenta?— Megan trató de quitarse las esposas que nos obligamos a poner porque se lanzó hacia Elliot y por poco nos vamos cuesta abajo. —¿Dónde está Collin?

Larissa estaba tratando de acercarse a Arie, pero ella simplemente la ignoró.

—¡Todo esto ha sido culpa suya!— acusó la pelinegra —¡Mira... miren cómo está!

Ella tenía razón.

Arie no estaba parloteando, ni maldiciendo a los cuatro vientos de que estaba harta de que estuviéramos en su vida y le ocultemos cosas que se trataban de ella.

—Por más que no quieras creernos, esto no se trata de nosotros— me giré a ver a mi hermana, que de un momento al otro dejó de gritarle a Elliot para dirigir su atención a mi. Era la primera vez en todo el camino que abría la boca. —Por más distorsionado y retrógrada que suene, Evan solo quiere cuidar a Arie y nos necesita para eso. Ahora cállate que te juro que estoy harto de tener que escucharte— me acomodé en mi asiento —Esta no es tu pelea.

Elliot me miró de reojo, y cuando le devolví la mirada se concentró nuevamente en la carretera. Ya estábamos por llegar.

—¿Creen que solo me preocupo por mi, idiotas?— trató de levantarse, pero Larissa posó una mano en su espalda. Al parecer se había cansado de parlotear tanto. —¿En qué se han metido? ¡El maldito tenía matones lamiéndole los pies! ¡¿Tienen idea de lo que les puede hacer?!

Decidí ignorarla. La cabeza me estaba matando, el estrés, miedo y furia de los últimos días se habían mezclado en mi cabeza y era un puto remolino de emociones que estaba por explotar.

Cuando caí inconsciente, en lo último que pensé... fue en Arie. Y cuando desperté en una pequeña habitación, creí que todo había acabado y era un mal sueño.

Y lo más estúpido que hice fue exponerme frente a su hermano. Él se había dado cuenta de la magnitud en la que ella me afectaba, y lo confirmó cuando fui desesperadamente a recoger a su hermano bastardo con tal de poder dejarla libre.

Luego... cuando la vi con Collin, ocurrió algo peor: mi estómago se contrajo y sentí un empujón en el centro del pecho que seguía tratando de analizar. Casi me sentía poseído por un niño de 14 años.

¡Pero qué idiota! Iba a cumplir 21, no 15. 

Mientras yo me consumía en mi propia gasolina, Elliot trató de calmar a Megan, pero ella seguía insistiendo en que Evan era un peligro y que no se fiaba de ninguno de nosotros para cuidar a Arie.

Y Mérida, como siempre... me sorprendió.

—Megan— se giró hacia ella, lucía irritada, hasta un poco preocupada. —Tus hermanos le deben algo a Evan y él se las está pagando conmigo... porque no confío en él— le sostuvo la mirada a la susodicha.

A mi hermana solo se le ocurrió preguntar lo peor.

—¿Y confías en ellos? ¿En serio confías en ellos con toda la mierda que están ocultando... es que estás ciega?

Arie le dio una mirada dura. A veces olvidaba que Megan no sabía lo que ella había pasado y visto.

—Confío más en ellos que en Evan— su voz fue firme, sin una pizca de duda —y no soy ciega, pero me importa una puta mierda saber lo que ocultan ahora— su voz se fue apagando —...solo quiero estar bien. Y gritando que mi hermano psicópata está loco y que nos secuestraron por mi culpa, no ayuda mucho.

Efímero & 180 [✔️]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum