CAPÍTULO 19

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Arie

Tonelada, tonelada, tonelada.

La última semana, había descubierto varias cosas.

La primera era que la broma de las drogas sobre el grupo de los Van Iveren... bueno, podía ser cierta.

La segunda era que, si usaba verde, parecía un árbol de navidad.

Y la tercera... esa no me la esperaba tanto: a Megan le gustaban las chicas.

Lo gracioso era que me acababa de enterar de las dos últimas en... menos de 20 minutos.

Bueno, resulta que estábamos alistandonos para ir a la fiesta-orgía de los Van Iveren en su fraternidad, y no encontraba la ropa que tenía lista, así que tuve que usar un horroroso vestido en tono verde chillón que me hacía sentir como elfo de navidad.

Afortunadamente, tenía ropa de emergencia que le había prestado a Megan.

Cuando fui a buscarla en su habitación con Larissa, el error que cometimos fue entrar sin tocar.

¿Por qué?

Bueno, principalmente porque estaba sentada en el piso de su habitación viendo porno con una expresión de pura curiosidad.

Larissa se tapó la cara y yo comencé a reírme.

—¿Interrumpimos algo?

Megan alzó la vista hacia nosotras sin ninguna expresión en el rostro y luego volvió a la pantalla. Luego nos volvió a mirar y cerró la laptop de un golpe.

—Ah, carajo— dio unos toquecitos sobre su ordenador —Yo... agh. Dios, qué estúpida soy— pasó ambas manos por su frente y luego se hizo el cabello hacia atrás. —No sé qué decir.

Larissa estaba a mi lado, tan pálida que me formulé si en el camino la habían bañado en pura pintura blanca.

Si ella no hablaba, entonces yo tenía que dar el primer paso.

Vale, Megan estaba viendo porno lésbico. Larissa era un fantasma y yo tenía ganas de reírme.

—Dios, Megan— me quejé —Si quiera cierra la puerta—me di vuelta para ir a su closet y comenzar a buscar los vestidos que había dejado hace semanas.

No me respondió.

—Dejen de estar tan calladas, me da dolor de cabeza— me giré hacia mis amigas, que seguían en su lugar sin mover ni un músculo. —¡Dejen de actuar tan extraño! Solo fue un accidente.

Megan soltó un suspiro.

—Es que...

Ah, había algo más.

Decimos no ser chismosas... y míranos.

No me dejas escuchar, cállate, conciencia.

Saqué un vestido rojo de tiras con una abertura en una pierna, la tela era suavecita.

Lo dejé en la cama de Megan junto con una cadena dorada que debía ir en mi muslo, ya saben, de decoración.

—¿Es que...? — la animé a seguir.

—Lo hice con una chica.

Dejé de prestarle atención al vestido y me senté en el borde de su cama.

—¿Y cómo te sentiste?

Ella se encogió de hombros.

—Creo que me fue mal. No sabía qué hacer, así que creí que...— señaló a su laptop —no sé. Fue un impulso de estupidez, ya sé que el porno es irreal y...

Efímero & 180 [✔️]Where stories live. Discover now