CAPÍTULO 11

93 45 28
                                    


Cuando Jadiel se fue, no me quedó de otra que ir hacia la terraza. Okay, esa solo había sido una pequeña desviación que me quitó menos de 20 minutos.

Pero ese tiempo, quizás fue suficiente para que uno de los otros dos se fuera, porque cuando llegué, no había nadie.

Para cuando estaba a punto de rendirme —porque sí, era floja hasta para chismear—, ya estaba frente a su residencia, planteando en si podía entrar por el patio trasero a hurtadillas, pero las ideas de comportarme como un ninja se desvanecieron cuando Collin me abrió la puerta. Llevaba un polo blanco, unos shorts y zapatillas deportivas. Todo apuntaba a que acababa de interrumpir una rutina de ejercicio.

—¿Qué haces aquí?— logré entender. Él no parecía muy incómodo por mi presencia, así que entré, pasando bajo su brazo.

—Realmente, no tengo idea— admití. Las últimas semanas, había mejorado la lengua de señas, así que terminé por acoplarla mientras cotorreaba. Me trababa de vez en cuando, sí, pero avance era avance. —Pero tengo hambre, así que pensé que el policía bueno, que por cierto, es mi amigo, podía almorzar conmigo.

Collin soltó un suspiro pesado antes de cerrar la puerta tras suyo. Me señaló las escaleras y subí de dos en dos hasta el tercer piso. Habían bastantes habitaciones para tres personas, elevando mis sospechas. ¿Y si utilizaban alguna de esas habitaciones libres para llevar a cabo una de sus sectas? Eso era bastante extraño, pero para ese punto, honestamente me esperaba... casi todo. Si ellos también estaban metidos en la dinámica de mi familia, significaba que podían estar metidos en cosas igual de... uhm... cómo decirlo...

Collin puso dos dedos en mi frente antes de empujarme hacia atrás, logrando sacarme de mis adentros.

—Dime que hay comida grasosa en esta casa— me limité a preguntar antes de que él abriera la puerta que conducía a la terraza y me dejara sola para ir por la comida.

No era nada extravagante. Habían unos muebles, luces, una mesa con un paraguas en medio y sillas alrededor de ella. Me dediqué a esperar sentada y aproveché en dejarle unos mensajes a Larissa, se supone que los huevos Fabergé que mi abuela me había heredado podían ser míos después de los 18. Yo ya me iba a los 19 así que... decidí que llegaran a mi residencia, en vez de a mi horrorosa casa. Yo no iba a estar, así que Larissa firmaría en mi lugar. Solo quise coordinar los últimos detalles.

Un plato con una montaña de sándwiches frente a mí hizo que dejara de lado el celular y diera un leve saltito en mi lugar.

—¡Carajo, Collin!— me quejé —¡me asustas! no te escuché

Él puso los ojos en blanco, como si acabara de hacer un mal chiste.

—Lo lamento— hice una mueca de arrepentimiento antes de atacar contra la montaña de comida. Él solo agarró una y comenzó a comer decentemente. Al instante, me sentí como un pobre animal que no había comido en semanas, así que le bajé un poco a mi salvajismo.

No me había percatado de los vasos de limonada, así que también ataqué uno de esos.

Collin chasqueó los dedos para que alzara la vista hacia él.

—Si no tenías dónde comer...

Entrecerré los ojos en su dirección y él comenzó a reír en su sitio, causando que me detuviera a mirar sus facciones. Tenía la nariz respingada, mirada profunda, cabello castaño hacia atrás y la mandíbula fina. Casi podía jurar que era como una escultura hecha a mano y con muy buenos detalles.

Sí, era muuy guapo. De haber sido mi tipo, no habría dudado ni un segundo en ir a por él.

—¿Por qué me estás mirando como si fuese uno de esos sándwiches?— dijo en lengua de señas. Yo simplemente me hundí de hombros y le dediqué una mirada desinteresada.

Efímero & 180 [✔️]Where stories live. Discover now