CAPÍTULO 4

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Éxtasis.

Larissa había tenido la grandiosa idea de comprarle éxtasis a uno de sus compañeros de clase.

Vale, no éramos santas. Lo habíamos probado antes, en el instituto... por mera curiosidad. Cabe resaltar que todo salió terriblemente mal, mi madre y abuelo regresaron ese día y nos ganamos un castigo más una amenaza de quedar en un centro de rehabilitación. Después de eso, no lo volvimos a hacer.

Ya...

Bueno, quizás Larissa no lo volvió a hacer. Por mi parte... uhm, tuve muchos problemas en el instituto. Mi vida era tan diferente que definitivamente no reconocerían la nueva con la antigua yo.

—De repente eres mi nueva persona favorita, Luna.

Larissa le dedicó una mueca a Elian. Estábamos junto a él y Kendall. Por su puesto, el primero estaba encantado con ella. La había declarado su nueva salvadora apenas horas después de haberse conocido.

—Es Larissa— corrigió, y Elian se limitó a sacarle la lengua como niño pequeño.

Todos estábamos vestidos para la temática neón. Larissa llevaba un vestido ceñido al cuerpo de color rosa, arrugado, con ribetes y escotado en forma de corazón, sus tacos eran bajos y transparentes. Kendall había optado por una camisa transparente de color rojo —por su puesto—, unos pantalones negros y zapatillas que se veían más caras que un alquiler de departamento. Elian... bueno, estaba con unos pantalones de tirantes con luces, un polo blanco, y zapatillas... que también prendían luces. Pude ver que traía pulseras neón en el bolsillo. Y yo... yo había optado por un conjunto de dos piezas color lila. Los tirantes se sujetaban en mi nuca y otros me rodeaban el abdomen en x. La falda me llegaba una mano encima de la rodilla, y mis tacos eran translúcidos.

Parecía que íbamos a un antro.

Ni modo que vayan a la biblioteca, ¿no?

—Luna o Larissa, eres mi heroína— le besó ambas manos repetitivamente —pásame esas pastillitas

—¿Qué? ¡No!— hizo una mueca —¿qué me asegura que no te irás corriendo y nos abandonarás?

Kendall comenzó a subir las escaleras de entrada, ignorando por completo a Larissa y Elian, que de un momento al otro habían comenzado a pelearse por la tablita de pastillas.

—¡Dame eso!— le gritó él, tratando de agarrar desesperadamente lo que la pelinegra tenía. Ella sostenía la cara de Elian con una mano y una sonrisa de superioridad, como si estuviera disfrutando el momento.

Comencé a seguir a Kendall, pasando entre mi mejor amiga y su nuevo seguidor. Le quité la tableta a Larissa en el camino, causando que ambos se quejaran al unísono y comenzaran a empujarse.

No había más gente fuera, así que a ninguno le importó el pequeño show que estaban armando. Tampoco había ruido, lo que significaba que: a, la fiesta era aburridísima, b, el lugar era insonorizado.

Por favor, que sea la b.

Kendall abrió la puerta para nosotros y le dio un golpecito en la frente a Larissa y Elian. Ambos se quejaron.

Yo, por mi lado, comencé a observar a mi alrededor. Las únicas luces del lugar cambiaban de color, y la vestimenta de todos brillaba en la oscuridad. No había ni escritorios, ni estantes llenos de libros. Nada más que mesas de ping pong, una pista de baile, parlantes, algunos muebles... y un patio trasero. Con piscina.

—Esto definitivamente hace añicos a mi residencia— Elian hizo una mueca de fastidio, como si estuviese listo para armar otro pequeño show. —Kendall...— estuvo por quejarse, pero él hizo un ademán con la mano, indicando que se callara. Larissa suspiró aliviada.

Efímero & 180 [✔️]Where stories live. Discover now