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RACHEL

—Entonces nos quedamos solos en la fogata y ¡me besó!—exclamó Beth mientras corríamos alrededor del campo de fútbol.

—¡Eso es maravilloso!—dije intentando hacerla creer que le estaba prestando atención, en realidad todos mis sentidos estaban puestos en aquella noche con Evan desde todo el fin de semana. 

No podía evitar no rememorar todo lo que había pasado, todo lo que había sentido y... disfrutado. Solo de pensarlo la piel se me erizaba.

Era inútil luchar contra mi corazón, el cual se empeñaba en traicionar a mi cerebro tras cada minuto que pasaba.

Cuando Evan había llegado y me había dicho aquello de que me enamoraría de él lo había tomado por loco y, aunque no cabía duda de que lo estaba, había llegado a la conclusión de que yo debía de estarlo igual o más para acabar correspondiendo a aquello.

Sin darme cuenta él había acabado penetrando en mi corazón y, el lugar de donde era más difícil sacarlo, mi mente.

El saber que él había sido el responsable de la desaparición de Zac, es más, su posible asesino, me horrorizaba. Mi parte racional me pedía a gritos que saliera de donde me estaba metiendo, mas, mi corazón me impulsaba a hacer lo contrario.

Quizás yo también me estaba convirtiendo en un monstruo o quizás tan solo lo llevaba dentro y él lo estaba sacando.

No, no, no podía ser.

Aquello del viernes noche había sucedido porque me había pillado completamente baja de defensas. Tras descubrir que papá había vuelto a engañar a mamá todo lo que había vuelto a construir como familia perfecta se había derrumbado.

Ahora apenas podía mirar a ambos a la cara sin pensar que estaba traicionando a uno y delatando a otro.

Aquella noche solo había sido un error, un maldito error que presentía me costaría muy caro.

—Tendrías que haber estado, seguro que al final te lo habrías pasado bien—dijo Beth en un suspiro que denotaba que mientras lo decía pensaba en Jacob.

Si a pasármelo te bien te refieres a hacerte de sujeta velas creo que tenemos una opinión muy equivocada de la diversión.

Asentí asegurando que si no hubiese sido por mi "dolor de barriga" habría ido y nos lo habríamos pasado muy bien.

Vislumbré la silueta de Evan de un momento a otro a lo lejos. Me paré en seco sintiendo como mi corazón se aceleraba tras cada segundo que pasaba. 

El ruido del exterior parecía haber desaparecido y lo único que podía escuchar eran los desenfrenados latidos de mi pecho.

¿Aquello era real o tan solo una imaginación?

La silueta parecía ser producto de mi imaginación, mas, tenía ese toque real que me hacía confundir.

El sonido del exterior se fue destaponando.

—¡Señorita Hill!

Sonó un silbato.

—¡Señorita Hill!

Volteé la cabeza hacia donde parecía haber oído mi nombre.

El profesor de educación física estaba enfrente de mí con las manos en las caderas y una expresión nada amigable.

Me obligué a centrarme, o por lo menos lo intenté.

—Como ha decidido pararse no le importará dar cinco vueltas más a la pista mientras sus compañeros van a los vestuarios.

EVANWhere stories live. Discover now