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EVAN

—Pues pienso encargarme expresamente de mantener esa locura bien guardada.

Me dejó solo en el hueco al que me había llevado, una sonrisa involuntaria se dibujó en mi rostro: me había tocado, se había dirigido a mí y aunque lo hubiese hecho con ese tono de odio y rencor estaba seguro de que dentro de un tiempo cambiaría.

Le había revelado que estaba enamorado de ella, el rostro se le había desencajado, estaba claro que todavía no se creía nada de lo que estaba pasando y en verdad una pequeña punzada de nervios se extendía por mi cuerpo: debía hacerle ver lo mucho que ella significaba para mí y aunque estaba seguro de que dentro de un tiempo ella también acabaría enamorada de mí, algo en mi interior estaba inquieto por que no fuera así.

—¿Qué haces ahí?—preguntó Verónica repentinamente sacándome de mis pensamientos.

La miré con molestia, en verdad la odiaba y tras lo que hizo en la fiesta ahora me era inaguantable, pero gracias a aquello, a que Rachel había colapsado, al fin la tenía más cerca de lo que jamás hubiera imaginado.

Salí del hueco y me acomodé a su lado, serio.

Me miró con indecisión, pero acabó entrelazando su brazo con el mío.

—Hoy es la fiesta de Zac—comenzó diciendo con ese tono que me era insufrible.

Solo un poco más, solo un poco más y la podrás dejar tirada para estar con Rachel.

A decir verdad y si era completamente sincero Verónica me servía para dos cosas: para tener la tapadera perfecta ante el posible revelamiento de Rachel de que la espiaba y para tirármela.

—Me he comprado un vestido negro, ideal—continuó tornando la vista entre el pasillo y yo—. Así que será mejor que vengas con algo negro puesto.

Se paró tirando de mí para que hiciera lo mismo, puse los ojos en blanco cuando pasó su mano por mi mandíbula.

—Debemos ir conjuntados, mi rey.

Le aparté la mano al escuchar como me llamaba con aquel estúpido mote que había decidido ponerme.

—Claro—respondí en tono seco.

Los dos salimos al campo y no pude evitar fijarme en que Rachel estaba sentada con su amiga Beth en las gradas. Su expresión estaba perdida con el entrecejo fruncido, sumida en sus propios pensamientos a la vez que Beth hablaba y gesticulaba mucho con las manos.

Nos reunimos con Olivia y Madison en una esquina. Las ignoré a la vez que sacaba mi móvil para leer el mensaje que me acababa de llegar.

«Te veo donde siempre».

Suspiré, bueno por lo menos tenía una excusa para librarme de aquellas tres arpías y saltarme el coñazo de clases que me quedaban.

—Me voy—sentencié y salí de allí sin quedarme a escuchar una respuesta.

Me metí en mi Mercedes negro y salí directo.

Cuando llegué, Lexi, una de las camareras, estaba detrás de la barra limpiando.

—Eh—saludé con un gesto de cabeza acaparando su atención.

Una sonrisa apareció en su rostro.

Llevaba su pelo negro recogido en una coleta demasiado apretada haciendo que sus ojos se achinasen más de lo que ya lo estaban y la chaqueta roja de su uniforme estaba manchada con cualquier líquido verde que se le hubiese caído encima.

EVANWhere stories live. Discover now