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EVAN

La guiaba con mis manos deleitándome por el tacto de ella. 

Sabía que si la dejaba volver a pensar, a razonar, ese momento que tanto estaba disfrutando acabaría, así que no lo hice.

Había escogido esa canción con precisión, desde el momento en el que supe que ella vendría a la fiesta, supe que quería bailar esa canción con ella.

La letra era para ella, todo lo que decía.

Me encantaba cuando se ponía a intentar demostrarme que no le hacía falta, que no había calado en ella, porque al final siempre terminaba demostrando lo contrario.

Con Tayler, con ese chico del equipo de fútbol...

Ellos tan solo eran marionetas en el juego que teníamos ella y yo. Sin darse cuenta, sin quererlo, Rachel había comenzado a jugar y ya no había vuelta atrás.

Todo aquello que hacía tan solo eran incentivos para que siguiera, porque me hacían desearla más de lo que ya lo hacía, y sabía que en el momento en el que la tuviera el placer que sentiría sería pleno.

Mientras bailábamos con los ojos fijos en los de cada uno sentía como si nuestras almas estuvieran conectadas, como si por fin ella se dejase abrir.

La tenía completamente hipnotizada.

La canción estaba a punto de terminar cuando alguien chocó con nosotros regando un líquido sobre Rachel.

No tardé en darme cuenta de que había sido Verónica.

—Uy, perdón, no os había visto—dijo con falsedad.

Apreté los puños conteniéndome, ya le daría su merecido, todavía no era el momento pero le acabaría haciendo pagar todo lo que le había hecho a Rachel.

Rachel levantó la cabeza para mirarla con odio.

Verónica acababa de devolverla a la realidad, acabando con lo que tenía planeado hacer al tener a Rachel a entera disposición.

Aparté a Verónica de un empujón y aprovechando que Tayler había tenido que subir arriba, cogí a Rachel de la mano lo más rápido posible, sin que le diera tiempo a pensar, y la llevé hasta el cuarto donde teníamos la droga.

Los dos quedamos a solas. Quizás hasta Verónica me había hecho un favor.

Rachel estaba demasiado ocupada tratando la mancha de su disfraz que apenas se dio cuenta de lo que había pasado. 

Cogí un trapo, lo mojé con un poco de agua y se lo di.

—Toma.

—Gracias—respondió automáticamente y comenzó a limpiarse la mancha con ansiedad.

—Mierda, mierda, no sale.

Lo que había comenzado siendo un frote suave para intentar quitar la mancha ahora era uno brusco y fuerte. Estaba estresada, lo veía en su cara y la manera y la fuerza con la que que frotaba el cuerpo estaba seguro le estaba haciendo daño.

Cuando vi que iba a más y que lo hacía con aún más rabia le quite el trapo de las manos.

—¿Qué haces?—preguntó molesta.

Quizás la situación había podido con ella. Estaba harta de Verónica, los dos lo estábamos, pero todavía no era el momento para librarnos de ella. No con el asesinato de Zac tan cerca.

Me acerqué a ella y me puse de cuclillas.

Levanté la cabeza para saber si me daba su consentimiento.

EVANWhere stories live. Discover now