EVAN

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EVAN

Rachel estaba con Beth, viendo una película. Lo sabía porque estaba apoyado en la ventana de la casa de su amiga mirándolas. Las dos estaban sentadas en la cama, al ser las siete ya era de noche y solo podía verla por la tenue luz que emitía el ordenador.

Se quedaba a dormir en casa de Beth, ambas tenían puesto el pijama. 

Cuando escuché la banda sonora supe que película estaban viendo: Alien.

A juzgar por sus expresiones deducía que Beth era la que la había escogido porque esta estaba sentada en la cama, despreocupada y disfrutando de la película, mientras que Rachel se encontraba hecha un ovillo, tapada con toda la manta y con una expresión de no estar pasándolo bien.

Alien era una de mis películas favoritas, aunque no la consideraba tan terrorífica como la expresión de Rachel reflejaba.

Supe que pasó una escena de violencia cuando el ordenador comenzó a emitir gran ruido y Rachel se acurrucó en el cuerpo de su amiga, diciendo que no le gustaba y que prefería haber visto cualquier otra cosa a esa.

Al parecer tenía motivos para que Beth me agradara, tenía buenos gustos cinematográficos y... era buena amiga, así que era conveniente que estuviese al lado de Rachel, no apartarla del camino.

Beth se echó a reír.

—Dijiste que me recompensarías lo del cine como fuera, pues yo quiero ver esto ya que nos han quitado la acampada.

Dejé mis ojos fijos en la chica a la que amaba, a pesar de su expresión de sufrimiento seguía estando preciosa. Tuve que controlar los impulsos de meterme y quitarle esa manta de encima para aguardarla en mi cuerpo.

Un mensaje hizo que apartara la mirada.

"Nos vemos donde ya sabes".

"Tiene que ser ahora".

Resoplé.

Rachel estaría toda la noche allí. Cuando terminase volvería pero antes tenía que ir al ver al tío por el que últimamente mi odio se dirigía más para arreglar cuentas.

Saludé a Amanda con un guiño de ojo y me metí en la cocina para pasar por la puerta que dirigía a la discoteca subterránea, donde se había hecho la fiesta.

Como siempre, Tayler estaba sentado en una de las butacas de la barra bebiendo una copa.

Cuando me vio una sonrisa triunfadora surgió de sus labios.

—Aquí estás—dijo abriendo los brazos.

Le hice un gesto de cabeza sin devolverle el saludo y me senté a su lado.

—¿Dónde te habías metido? Se suponía que íbamos a hablar de esto el día después de la fiesta.

—Tenía cosas que hacer.

Ignorando mi tono y la indiferencia de este se agachó para coger una caja y ponerla sobre la encimera.

Me echó una mirada cómplice y la abrió.

—El día de la fiesta triunfamos.

Me pasó la caja. Estaba llena de billetes.

—Arrasamos con todo—me informó entusiasta.

Fingí una sonrisa porque no podía sacarme de la cabeza la noche en la que lo había visto discutir con Rachel y como la había tratado.

Metí la mano y agarré un puñado.