-7-

11.6K 1K 151
                                    

EVAN

La había estado admirando: sus ojos retantes, su expresión desafiante...Todo aquello la había hecho más atractiva y sexi de lo que ya era. Había disfrutado presenciando ese espectáculo que me había otorgado a mi solo, ofreciéndome una perspectiva única, sintiendo su mirada, su presencia...

«¡Si tanto me quieres sube! ¡Enfréntame de una vez!»

No había podido evitarlo, no me había podido controlar.

La piel se me había puesto de gallina al tocarla, todo mi cuerpo había ardido cuando había posado las yemas de mis dedos sobre su tez, cuando se había removido al susurrarle al oído.

Su reacción me había sorprendido o al menos aquello era lo que me había transmitido porque todo el tiempo que la había tenido en frente no había detectado un mínimo atisbo de miedo como pensaba que iba a ser.

Ahora sabía quien era, sabía que era yo el que la espiaba cada noche de cada día.

¡Maldita sea! ¡Me había adelantado!

Quería hacerlo cuando tuviese todo más controlado pero había sido imposible resistirme y ahora el juego acababa de comenzar.

La haría mía. Haría que se enamorara de mí tanto como yo lo estaba de ella.

No estaba preocupado, ya sabía que había intentado contárselo a sus padres y que ellos no la habían creído tomándolo como cosas de la edad, que equivocados estaban... En cualquier caso de que intentase denunciarme, no podía, no tenía pruebas, era muy cuidadoso revisando lo que hacía y los lugares por donde iba...Excepto esa noche.

Salí de su casa a paso rápido, estaba seguro de que no me seguiría pero quería llegar a mi casa cuanto antes, todo se había adelantado mucho y tenía que poner en marcha mi plan.  

Como siempre a aquellas horas de la noche las calles estaban vacías y no había ni un alma por el pueblo. 

De camino me acordé que todavía tenía algo pendiente por hacer.

Suspiré y cambié el rumbo de mi camino hacia la casa a la que tenía planeado ir.

Después de unos quince minutos a pie—ya que no podía utilizar el coche porque sino sería demasiado cantoso y debía llevar máxima discreción—llegué a la casa de la persona que había subido el vídeo de Rachel la noche de la fiesta.

No me hizo falta forzar la cerradura porque los muy tontos guardaban una llave de repuesto debajo del felpudo.

Entré y en silencio revisé las habitaciones, en menos de cinco minutos pude encontrar su cuarto. Como esperaba estaba acostada en su cama durmiendo profundamente. Saqué un pañuelo y un bote de cristal de mi bolsillo y esparcí sobre la tela la droga que había escogido, no le haría daño, tan solo impediría que se despertara mientras hacia lo que quería.

Le puse el pañuelo en la cara y gracias a que estaba bien dormida apenas se movió, ahora tenía total libertad para andar por su cuarto.

Rebuscando en sus cajones pude encontrar pintura roja.

Perfecto.

Comencé a escribir con ella sobre las paredes blancas de su habitación y después cogí un osito de peluche de un sillón y lo  clavé en la pared con un cuchillo que había cogido de la cocina. Con eso no se le volvería a ocurrir molestar a Rachel nunca más, y si lo hacía tenía otros planes más desagradables para darle una última lección. 

No podía matarla, de momento no porque si no las cosas se complicarían.



Cuando llegué a casa no me preocupé por hacer ruido, por suerte mis padres estaban fuera por un caso importante y no volverían hasta dentro de dos semanas. Aquello me daba demasiada ventaja, podría salir y entrar de casa cuando quisiese sin la supervisión de a lo que ellos llamaban "adultos".

Subí a mi habitación y tras quitarme la camiseta me senté en la silla de mi escritorio y abrí el libro que había cogido de casa de Rachel para seguir leyéndolo, el cual ya no pensaba devolver, ya sabía que era yo, no hacía falta que me molestara en volver a colocarlo en su sitio y con ese libro tenía acceso a parte de sus sentimientos.

La página por la que lo abrí era la escena en la que Romeo estaba a punto de entrar a la fiesta en la casa de los Capuleto, donde conocería a Julieta.

Las frases que estaban subrayadas eran las siguientes: «¿Tierno el amor? Es harto duro, harto áspero y violento, y se clava como espina».«Si el amor te maltrata, maltrátalo tú: si se clava, lo clavas y lo hundes ».

Después, en los márgenes de la página había varias palabras escritas: «Todavía sigo esperando mi momento para clavar y hundir».

Interesante.

Copié la frase en un papel y lo pegué en el corcho que tenía en mi habitación junto con...más cosas.

Rachel creía haber estado enamorada, yo estaba seguro de que no era así y estaba dispuesto a enseñarle que era el amor de verdad.

#

Instagram/Twitter: @indiraafreyre

Oops! Bu görüntü içerik kurallarımıza uymuyor. Yayımlamaya devam etmek için görüntüyü kaldırmayı ya da başka bir görüntü yüklemeyi deneyin.

Instagram/Twitter: @indiraafreyre

EVANHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin