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EVAN

Tuve que controlarme mucho para no intervenir cuando la hija de puta de Madison la acorraló contra el muro. Escuchar sus intentos por coger aire de lo nerviosa que estaba fue una tortura para mí pero no me podía arriesgar a que Madison me descubriera, estaba seguro de que Rachel estaba esperando cualquier mínimo fallo mío para poder ir a la policía y aunque Madison y ella se odiarán si la amiga de su enemiga me hubiera visto se habría olido que había algo raro. Rachel hubiese intentado convencerla de cualquier forma para testificar contra mí, así que no, no podía cometer un fallo más.

Estuve a punto de salir cuando la volvió a coger con más fuerza pero entonces el cambio de situación que hizo Rachel me sorprendió hasta a mí. Si que había notado que Madison tenía una admiración distinta hacia Verónica pero no sé porque no se me había pasado por la cabeza la idea de que pudiese estar enamorada de ella, ahora me cuadraba todo.

No pude evitar sentirme orgulloso al ver a Rachel de aquella forma, poco a poco estaba dejando ver su lado oscuro, el que sabía que se había estado esforzando tanto por esconder.

Quería que se encontrara con mis ojos para que supiera que la seguía vigilando y cuando lo hizo me largué satisfecho de allí. No podría estar aquel día todo lo que quería con ella porque tenía asuntos pendientes que resolver, más concretamente en mi sótano...

Me sentí extraño de vuelta a casa, sentía que algo estaba fijo en mí, pero no le di importancia. Había más personas por la calle, sería eso.

Al llegar a casa subí a mi habitación y tras quitarme la sudadera me senté en mi escritorio con la intención de seguir leyendo Romeo y Julieta pero unos pasos me alarmaron.

Mis padres no podían ser, no llegaban hasta dentro de un par de semanas.

Cuando me dirigí a las escaleras sigilosamente para ver que pasaba no pude evitar sorprenderme al verla allí. El corazón se me paró.

Mierda, joder.

¿Pero qué cojones estaba haciendo?

Me hizo un poco de gracia ver lo desorientada que iba moviendo la cabeza hacia todos lados sin saber a donde dirigirse, estaba nerviosa.

No me pude creer que estuviese en mi casa, ella.

Supe entonces que pretendía vengarse y hacer lo mismo que yo le había estado haciendo durante tanto tiempo, la conocía mejor que a mi mismo y había sido un idiota al no darme cuenta de la mirada retadora que me había echado hace menos de media hora en la plaza de la iglesia.

Si eso era lo que pretendía me daba pena decirle que no iba a ser así.

Media sonrisa se dibujó en mis labios al pensar lo que iba a hacer.

Volví a mi habitación, siempre estaba a oscuras por lo que se me hizo fácil esconderme en una esquina apartada en la que no daba la poca luz que entraba por la ventana. Esperé a que entrara y cuando lo hizo vi como se adentraba insegura y a hurtadillas.

Solo un poco más.

Mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad e ingenuamente daba un par de pasos más para entrar del todo me deslicé pegado a la pared y cerré la puerta tras ella dejando la habitación casi en la oscuridad.

Escuché un gritito ahogado.

La dejé unos segundos a oscuras, podía oír su respiración pesada y entrecortada, podía oler el nerviosismo en su organismo.

No voy a mentir, yo también estaba nervioso, tenerla allí tan repentinamente, tenerla en mi habitación...Caí en la cuenta de conforme estaban yendo las cosas y de que con Rachel iba a ser imposible planear todo con detalle, cuando pensaba que haría una cosa lo impulsiva que era lo cambiaba y no se daba cuenta de que se estaba poniendo en peligro a ella misma.

EVANWhere stories live. Discover now