-20-

10.4K 772 108
                                    

RACHEL

¿Sabes esa sensación de peligro? ¿Esa que se asienta en tu cuerpo y te pide a gritos que corras para protegerte pero aún así no le haces caso? Estas tan hipnotizada con el cebo que apenas te das cuenta de que tu cazador acecha y, para cuando lo haces, ya es demasiado tarde.

Ni siquiera era consciente de lo que acababa de ocurrir. ¿Por qué me había dejado llevar tan fácilmente? Era como si Evan pudiera sacarme de la realidad.

Aquello de William Shakespeare...

¿Pero por qué me sorprendía? Me había robado mi libro de Romeo y Julieta, allí tenía tantas anotaciones, pensamientos, sentimientos... Evan tenía pleno acceso a una parte de mí leyendo aquel libro.

Era un psicópata, estaba intentando meterse en mi cabeza y me aterraba saber que lo estaba consiguiendo.

Bajé las escaleras a paso veloz.

Podía haberme matado.

Pero no lo hizo.

Por suerte aquella era última hora y para cuando llegué abajo el timbre sonó y todos los alumnos salieron de sus clases.

Quería llegar a casa de una vez y olvidarme de todo lo que había ocurrido en menos de veinticuatro horas, aunque sabía que sería imposible.

Cuando llegué al aparcamiento me volví a encontrar con Tayler. Estaba apoyado en la parte de atrás de su coche, que sorprendentemente ya habían arreglado, y me observaba.

—¿Qué haces aquí?—inquirí con tono cansado.

—Yo también me alegro de verte—contestó con una sonrisa.

Bufé.

—Tus padres no vuelven hasta mañana así que nos toca seguir aguantándonos.

Perfecto.

En aquel momento Beth y Grace se acercaron.

—Hola—saludaron al unísono.

—¿Te quedas?—le pregunté a Beth esperanzada, cuanta más gente mejor.

Asintió.

—Genial.

El tener a Beth fue de gran ayuda ya que no me quedé a solas con Tayler en ningún momento. Estuvimos haciendo cosas del instituto juntas en el salón hasta que dieron las cuatro.

—Hora de irnos, Rachel—dijo Tayler desde la entrada.

Suspiré.

Beth me dio una mirada alentadora.

—Vamos, Rachel. Ya sé que te cae mal y que no lo soportas pero aprovecha esto, esta oportunidad.

Si en verdad supieras Beth...

Asentí con una sonrisa forzada y fui.

—¿Lista para tu primer día de trabajo?

—Mmm, no lo sé, el jefe es un pesado.

¿Había que comenzar a tomarse las cosas con humor, no? Si no, no sé como pensaba aguantar.

Mi tarde se resumió en aprender. Lexi, una de las camareras de rasgos asiáticos, se encargó de ayudarme y darme las indicaciones. No voy a mentir, tiré alguna que otra bebida y me confundí de mesas alguna que otra vez pero era mi primera vez, nunca había cocinado y lo más cerca que estaba de ello era sirviendo comida.

Casi no había visto a Tayler, después de llegar y presentarme había desaparecido por una puerta y no había vuelto a saber de él.

—¿Qué tal tu primer día, novata?—me preguntó Amanda, una camarera pelirroja con muchísimas pecas sobre su rostro. Cuando me giré para responder no pude evitar acordarme de como me llamaba Tayler y, una parte de mí sintió rabia. Ella si que era digna de aquel dichoso apodo.

EVANWhere stories live. Discover now