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EVAN

Me encontraba en el coche, paciente, a la espera de que Rachel saliera del cine.

La había retenido el tiempo suficiente como para que su amiga Beth y los otros dos chicos se dieran por vencidos pensando que ya no estaba. Ellos se habían ido y vigilaba la entrada porque sabía lo que pasaría cuando ella saliera.

Había necesitado sus labios. Desde el primero momento en que la vi, supe que ese era mi mayor deseo y una vez comprobada la suavidad de estos, las ganas de querer volver a hacerlo eran cada vez más fuertes, incitándome a hacer locuras.

Intentaba no dejarme llevar por esos impulsos, pues todo a su tiempo, durante mi plan había muchas veces en las que besarla formaba parte de las jugadas, hasta que la tuviera en completa disposición para mí, entonces si que podría hacer caso a esos impulsos y catarla cuanto quisiera.

La puerta del cine se abrió y por ella apareció Rachel. Iba hablando por teléfono y por su expresión y por lo que pude leer de sus labios supe que con quien estaba hablando, era con Beth.

No había sido buena consideración por su parte el haberla abandonado para meterse a ver otra película. Gracias a mis previsiones y a cada minucioso detalle había colocado todo para que las cosas pasasen así, para que todos quisieran ver esa película menos ella, a la cual conocía tanto que sabía cual película escogería. La iluminaciones de los carteles, el orden... todo había estado preparado para que sucediera así, y así había sucedido.

La mente humana es compleja, pero a veces no tanto como para poder predecir que es lo que hará.

Rachel colgó el teléfono, sus ojos se pasearon entristecidos por el lugar hasta parase en el único coche que tenía las luces encendidas. Y sabía quien era el que estaba metido en él.

Tayler salió de él, en su dirección. Seguro que buscando una explicación por su marcha de la fiesta, y me enorgullecía el haber sido responsable de ello.

Sabía que lo que Tayler había tenido preparado en la fiesta no era agradable para ella, así que mejor evitarlo, ya que todavía no había llegado su hora.

Él sería el chico que le haría ver a Rachel lo que yo era en verdad, él sería el cebo.

Conocía a ambos lo bastante bien como para prever como terminarían las cosas...

Gracias a la perspectiva que tenía les pude leer los labios y enterarme de todo.

—¿Qué haces aquí?—dijo ella desconcertada.

—Me has colgado el teléfono, Rachel. Creo que merezco una explicación, estás rara, te pasa algo—respondió él. Era evidente que estaba enfadado.

Rachel soltó una risa que, aún a pesar por la distancia, se notaba que distaba de denotar gracia.

—No me hables de dar explicaciones, Tayler, y menos tú. ¿O te tengo que recordar lo que hiciste para tirar por el váter todo lo que habíamos vivido?

—¿A qué viene esto ahora?—contestó él—. Rachel, no sé que es lo que quieres que haga ya para que decidas perdonarme. ¡Ha pasado un puto año!

—¡Sí! ¡Y ese puto año se me ha hecho eterno por lo que dejaste en mí! ¿Acaso puedes ser tan insensible como para intentar volver a hacer que caiga otra vez y venir reclamando explicaciones por mi comportamiento?

La discusión acababa de subir de tono. Me erguí en mi asiento, analizando cada movimiento y gesto, vigilando que ella estuviera bien.

—Si por algo lo hago es porque te amo—dijo él y un asco tremendo me recorrió por todo el cuerpo. ¡¿Que él la amaba?! Maldito mentiroso.

EVANWhere stories live. Discover now