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RACHEL

Durante el cambio de clases estuve teniendo que aguantar silbidos, miradas que los chicos ni se molestaban en ocultar, cuchicheos y de todas las palabras que solo a un hombre se le puede ocurrir al haber visto a una mujer en un vídeo semidesnuda. Los quería matar a todos.

Por lo menos contaba con el apoyo de Beth ¿La única? Sí, porque Verónica había puesto a su favor al equipo de animadoras, ya que ella era la capitana, y el resto de chicas del instituto la habían seguido, todos tenían una cosa en común: que ahora me llamaban puta.

¿Que si me costó? Estuve a punto de pegarle un puñetazo a más de uno, así que sí...

Decidí entrar en clase a tercera hora, después de haber estado en los baños mentalizándome de lo que iba a ocurrir.

Y sí, otra vez, cuando volví a entrar todas las miradas se dirigieron a mí.

—¿Dónde te has metido?—me preguntó Beth con incredulidad cuando me senté a su lado.

La voz de la conserje sonó por la megafonía evitándome la bochornosa explicación que estaba a punto de darle.

—Rachel Hill, el director quiere verle, acuda a su despacho de inmediato.

Ya no solo me bastaba con que todo el instituto hubiera visto ese maldito vídeo, sino que el director ahora me llamaba a su despacho.

Me levanté casi temblando y salí de allí con la última mirada de preocupación de Beth.

Por favor que no hubiera visto el vídeo.

Las manos me sudaban y el corazón me iba a mil mientras me acercaba al despacho del director. Respiré profundamente y tras un intento fallido de calmarme toqué la puerta para después entrar.

—Buenos días—dije intentando que la voz no me temblara.

El director Davis tenía unas pequeñas gafas puestas mientras leía un taco de papeles que tenía entre las manos. Su pelo gris estaba perfectamente peinado hacia atrás y las arrugas de su frente aparecieron cuando levantó su cabeza para prestarme atención.

—Pasa Rachel—dijo en tono neutro. Dejo los papeles que tenía entre las manos en una de las pilas de hojas que había sobre su mesa, se acomodó la chaqueta gris de su traje y se quitó las gafas apoyando los codos en el escritorio para prestarme atención.

Pasé aparentando tranquilidad, aunque por dentro las ganas de vomitar hubiesen vuelto y estuviese a punto de darme un ataque por los nervios que tenía. Me senté en una de las sillas negras que había enfrente de su escritorio marrón y me pasé las manos por la falda para alisármela.

Entrelazó sus dedos y fijo sus ojos en mí.

—Bueno Rachel, como decirte esto...—dijo pensativo.

Estaba segura de que en cualquier momento el corazón se me saldría del pecho.

—Hay un vídeo circulando por las redes que, bueno, digamos que está teniendo mucha repercusión.

Oh, no. ¿Mucha repercusión?¿Ya lo había visto todo el pueblo?

—S-se lo puedo explicar, no fue culpa mía—empecé a decir, atacada—, bueno en algo sí, pero no sabe lo arrepentida que estoy, ni siquiera sabía que era lo que estaba haciendo...

—Rachel—dijo el director con tono calmado ante mis nervios en aquel momento.

—Verónica había montado una fiesta. y mi hermana, no podía dejarla hacer el ridículo y...

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