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EVAN

El sabor y el tacto de sus dulces labios me deleitaba cada vez que los probaba. Habían sido pocas veces, pero dentro de mi plan entraban muchas más, muchísimas más, y sabía con total certeza que nunca me cansaría.

Deslicé mi mano por su barbilla mientras nuestras lenguas se movían en completa armonía.

Aquello pareció devolverla a la realidad, ya que parecía abstraída en el beso que estábamos teniendo.

Sus manos se posaron en mi pecho e hicieron presión, separándome de ella.

Mis pupilas se habían acostumbrado a la oscuridad y podía ver lo hinchados y rosados que ahora estaban sus labios.

—¿Cuántas veces te lo tengo que repetir?—dijo con cansancio.—Déjame en paz, Evan. Sal de mi vida, aléjate de mí, lo único que me haces es mal y no quiero eso para mí.

Así que volvía con el juego de "no quiero que te acerques a mí".

Muy bien.

Suspiré.

—Ah, Rachel, Rachel. "Siempre me vas a querer, yo represento para ti todos los pecados que nunca has tenido el coraje de cometer".

Entrecerró los ojos.

—Oscar Wilde—susurró.

Enrollé un mechón de su pelo entre mis dedos y clavé mis ojos en sus iris.

—Aunque me aleje de ti, tú siempre volverás a mí, ambos estamos unidos, es hora de que empieces a darte cuenta.

—Eso, eso no es verdad—replicó. Podía notar lo nerviosa que estaba.

—Ah ¿no? ¿Entonces porque me seguiste aquella vez hasta mi casa? Y que decir de lo de anoche... Fue asombroso, leona.

Abrió los ojos ante aquel apelativo.

—No me llames así.

Ahora estaba enfurecida, me encantaba verla así, como se escondía detrás del enfado, utilizándolo como protección. Estaba hermosa.

—¿Cómo? ¿Leona?

—Que no me llames así—pronunció haciendo énfasis en cada palabra.

La tenía acorralada bajo mis brazos, tan cerca que podía disfrutar de un primer plano y de su maravilloso olor. Ya lo había hecho por la mañana pero necesitaba más, por eso había vuelto. Necesitaba mantenerla más tiempo cerca de mí, necesitaba disfrutar de ella. Cada vez se me hacía más difícil contenerme.

Chasqueé la lengua.

—Leona.

Me dio un golpe en el hombro con la intención de que la dejara salir pero solo consiguió moverme un poco y no lo suficiente.

—¿Rachel?—dijo la voz de Tayler desde afuera.

Sus ojos se abrieron de repente pasando de estar furiosos a nerviosos.

¿Por qué te pones así, Rachel? ¿No quieres que nos descubran?

—Déjame salir—susurró haciendo fuerza para librarse de mi cuerpo.

No me moví.

—Evan, por favor, déjame salir.

Estaba más que inquieta, quizás atemorizada por que a Tayler se le ocurriese entrar.

Me aparté y ella se separó de la pared con rapidez.

Antes de que abriera la puerta la agarré de la muñeca, girándola hacia mí.

EVANWhere stories live. Discover now