Marichat May 2021

28 | Domesticity

❥︎ Día veintiocho

DOMÉSTICO

Chat Noir parpadeó confundido, claramente consternado con la escena a su alrededor.

Según recordaba, se encontraba en una agradable cita nocturna junto a su princesa en el balcón de ésta, compartiendo un romántico momento lleno de coqueteos y chistes malos por parte de ambos, y de un momento a otro, se hallaba en el interior de la cocina de un departamento que desconocía por completo, usando un delantal rosa sobre su traje negro de superhéroe, y sosteniendo con una mano una escoba, y con la otra, un trapo remojado con químicos.

Se miró en el reflejo del refrigerador, notando también que lucía más mayor de lo que recordaba, como de unos veintitantos, casi treinta.

¿Qué clase de broma pesada era esa en la que estaba? ¿Había pasado de ser un encantador superhéroe a tener una triste y solitaria vida doméstica?

Unos ruidos seguidos de una voz familiar lo sacaron de su estado de conmoción. Se giró rápidamente, sin esperarse con lo que se encontraría.

—¡Ahg, Louis! Papá acaba de limpiar eso —exclamó quien aparentemente era Marinette en una versión adulta, sentada frente a una silla para bebé, en la que se hallaba dándole de comer a un niño rubio que al parecer había hecho un desastre con su papilla. Notó también cómo un pequeño hámster venía a comerse lo que había caído en el suelo.

¿Acaso, ellos...?

Dos infantes más aparecieron corriendo en el lugar, uno detrás de otro, y haciendo un escándalo. Eran un niño y una niña.

—¡Mamá! ¡Dile a Hugo que me devuelva mi cuaderno!

—¡No! ¡Primero Emma tiene que devolverme mi goma de borrar, sé que ella la tiene!

Marinette mantuvo su expresión serena hacia los chicos, mientras metía otra cuchara con comida en la boca del bebé.

—Niños, ahora estoy ocupada —les dijo con calma en sus palabras—. Cualquier problema que tengan, díganle a su padre.

Chat Noir sudó frío cuando los ojos de sus dos hijos se posaron instantáneamente en él, para luego dirigirse hasta donde estaba parado.

—¡Papá! ¡Prometiste ayudarme con mi trabajo acerca de los héroes de París! —exclamó la pequeña rubia llamada Emma, quién era idéntica a él.

—¡Y dijiste que me darías una idea para hacer mi tarea de música! ¡Papá! —dijo esta vez Hugo, quien al aprecer era el mayor.

Él únicamente se quedó estático y sin habla, a la vez que los dos niños seguían insistiéndole y halando de su delantal con bastante energía.

—Chat Noir —lo llamó Marinette a través de todo el alboroto—. El arroz se quema —le hizo saber, mas él seguía sin mover un músculo—. Chat Noir, Chat Noir, Adrien...

—¡Adrien! —oyó que alguien gritó muy cerca de su oído, lo que provocó que despertara exaltado, sentándose velozmente sobre su cama al regresar a la realidad—. ¿Qué ocurre contigo? ¿Quiéres que me muera de hambre o qué? —protestó Plagg de manera demantante—. ¡Llevo quince minutos intentando despertarte sólo para que me digas dónde guardaste mi camembert! —bramó enfadado, pero su portador no contestó.

El joven se abrazó a sí mismo, con la mirada perdida, trayendo a su mente las imágenes de aquel extraño sueño que lo dejaría marcado.

—¡Y de paso me ignoras! —continuó reclamando el kwami, comenzando a impacientarse por la rara actitud del chico, el cual hasta había empezado a murmurar cosas sin sentido.

—Una casa, tres hijos, un hámster —recitó entre dientes, moviendo su cuerpo lentamente de atrás hacia adelante—. El arroz se quema...

En ese instante, anotó dos cosas en su mente: uno, intentar actuar con normalidad delante de Marinette cuando la viese en la escuela, y dos, comenzar a practicar eso de la realización de los quehaceres del hogar.

Porque, al parecer, eso de gato doméstico cobraría más sentido del que imaginaba.

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De nuevo tuve que escribir un capítulo dos veces, que rabia a.

Este será el último capítulo con temática cómica, por así decirlo.

En el siguiente: Rosas.