11 | Take a break

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❥︎ Día once

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❥︎ Día once

TOMA UN DESCANSO

Marinette se tiró sobre su cama sin remordimiento alguno, dejando salir de sus labios un suspiro cargado de alivio y tranquilidad pura, cosa que no sentía desde hace tiempo

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Marinette se tiró sobre su cama sin remordimiento alguno, dejando salir de sus labios un suspiro cargado de alivio y tranquilidad pura, cosa que no sentía desde hace tiempo. Una sonrisa llena de complicidad —y puede que un poco de malicia en su mirada— adornaba su rostro.

—¿Crees que haya sido una buena idea, Marinette? —no evitó preguntarle kwami roja, quien, a pesar de no haber visto a su dueña tan despejada desde hacía un buen rato, seguía teniendo una mala espina acerca de los que acababa de suceder.

—Sólo será un día, Tikki, no te preocupes. Confío en que él podrá solo —le dijo relajada—. Además, así mato dos pájaros de un tiro: podré descansar un poco, y aparte darle una pequeña lección para que aprecie más lo mucho que trabajo.

La diminuta criatura moteada asintió, conforme con las palabras de la chica.

• • •

Adrien miraba la caótica escena que había en su habitación, buscando la paz interna que en ese instante necesitaba con urgencia. Se hallaba frente a su computadora, con todos sus intentos por concentrarse fracasando brutalmente, cientos de hojas con idiomas antiguos regadas sobre su escritorio, y al menos decena y media de seres mágicos volando de un lado a otro libremente en toda la pieza.

Sí, aquella no era una escena linda de mirar para cualquiera. El afamado supermodelo parisino tenía bolsas y ojeras bajo sus verdes ojos de ensueño, y las hebras de su impecable cabello dorado se encontraban completamente revueltas, como consecuencia de las veces que se había revuelto la cabeza a causa del estrés y el sueño. ¿Qué hora era acaso? Ya casi podía sentir la luz del amanecer asomándose en su ventana, y aún no había conseguido siquiera traducir una página del grimorio que estaba grabado en la tablet de Marinette.

Se hizo el sordo cuando vio venir a Plagg flotando a través del mar de kwamis que no se detenía, seguramente a quejarse por quincuagésima vez de que Mullo o Roarr se habían comido otro trozo de su preciado queso.

Jamás se imaginó que, en unas de sus visitas ocasionales a casa de Marinette siendo Chat Noir, esta arremetiera contra él y lo echara prácticamente de su balcón, obligándolo a llevarse consigo la caja de los miraculous y dándole la tarea de descifrar unas cuantas páginas de las imágenes del grimorio.

Porque al parecer, para la chica de coletas, la frase “si quieres toma un descanso, princess, yo me ocupo”, en realidad significó “yo puedo ser el guardián por un día, cuidaré de los kwamis y me encargaré de traducir los códigos por ti”.

Y eso fue lo que lo trajo a esta estresante situación.

—Para la próxima, sé más específico —fue lo único que le dijo Plagg esta vez, como si leyera los pensamientos de su portador.

Haciendo caso omiso del escándalo y el desorden de los demás kwamis, continuó con su labor. Aún le quedaba todo un día por delante, uno largo y tedioso.

• • •

—¡Buenas noches!

Una radiante y renovada Marinette se asomó por la trampilla que daba al exterior de su balcón, al notar que cierto gato había llegado. Se estiró un poco en su posición, e iba a agregar algo más, pero sus palabras quedaron en el aire al ver las deplorables condiciones en las que se encontraba Chat Noir, quien cargaba la caja redonda con motas negras con un brazo, mientras con su otra mano sostenía la tablet de la chica.

Estaba encorvado, su mirada verde se notaba cansada y enojada con la vida, y su cabello, más desordenado de lo usual, junto con sus orejas caídas, complementaban su triste apariencia. La joven pudo jurar imaginarse al pobre Adrien bajo la máscara con oscuras ojeras opacando sus hermosos ojos de ángel. Lástima que era fin de semana y no pudo verlo en la escuela.

Con todo, el superhéroe se acercó de manera normal hacia donde estaba Marinette, quien terminó de salir por completo de la trampilla.

—¿Pudiste tomarte un descanso, My Lady? —con una sonrisa sincera, le preguntó de todos modos, aunque veía que era obvio que ella se notaba con mucha más energía que el día anterior.

La joven le devolvió el gesto, quitándole la caja y la tablet a Chat y colocándolas a un lado. Él no pudo soportarlo más y se dejó caer sobre el hombro de Marinette, la cual lo acogió con sus brazos.

—Así es, gatito —le respondió con una sonrisa, acariciando la espalda del chico—. Gracias por la ayuda.

Si bien ya Chat Noir reconocía el esfuerzo y dedicación que Marinette le ponía a su labor como heroína y guardiana, ahora lo valoraba mil veces más al experimentar por un día lo que ella sentía a diario, y le daba aún más coraje y valor para acompañarla por el resto del largo camino hacia la victoria que tenían al ser protectores de París.

Porque, desgraciadamente, al ser superhéroes, el tomar un descanso no era una opción.

Nada que decir aparte que el imaginarme la escena de Adrien estudiando los códigos como loco mientras los kwamis hacían estragos en su habitación fue tan real jsjsjss, pobrecito

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Nada que decir aparte que el imaginarme la escena de Adrien estudiando los códigos como loco mientras los kwamis hacían estragos en su habitación fue tan real jsjsjss, pobrecito.

Nos leemos en Mimos.

Marichat May 2021Where stories live. Discover now