Bajo una tormentosa lluvia en medio de un oscuro bosque, una recién nacida Luz fue abandonada por su madre en una antigua cabaña.
Por azares del destino, Edalyn Clawthorne, bruja salvaje, la encontró justo antes de que ocurriera una desgracia y se l...
— ¡Es falso! —reprochó Lilith la mentira, regalándole una seria mirada que Luz evitó cubriéndose el rostro—. No le dí ningún permiso. Hablaré con Amity, porque según ella, Luz, tú le dijiste que...
Luz asintió, temerosa de ser regañada por llegar a ser tan imprudente con sus palabras.
—Oh, no... —Si su sobrina aceptó el duelo de brujas, por descarte hizo un "hechizo de juramento eterno"—. Edalyn, sabes que mi labor no es ser pájaro de malagüero pero nuestra niña tendrá que luchar si no queremos consecuencias.
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Hace 10 minutos.
— ¡¿Luz?! —llamó desesperada buscando a su hija, poco le importaba los reclamos de los lectores—. Donde pudo meterse ese niña.
Eda estaba sumamente preocupada. Ni bien ella le reclamó a Amity y metió la idea de un duelo de brujas, aprovechó sus glifos de luz para aturdir a su familia y escapar junto a Amity para seguramente iniciar con la pelea.
—Esa niña... ¡más le vale no haber iniciado a pelear! ¡Titán! —Frustrada, Eda pateó una pequeña pila de libros que ocasionó un efecto dominó que terminó derribando unos estantes—. Oh...
—Reza con que Luz y mi aprendiz no estén bajo todo ese desastre. —Asustada, Lilith comenzó a excavar para socorrer a las personas enterradas entre los libros.
—No siento su presencia aquí... —Eda no sabe si llamarlo una especie de sexto sentido, pero desde hace ya un par de años comenzó a sentir algunas corazonadas cuando su pequeña corre peligro—. Separémonos. Grita si la encuentras.
— ¿Sigues recordando que estamos en una biblioteca? —reprochó Lilith, viendo de reojo a la pequeña multitud formada detrás de ellas—. Esto es muy vergonzoso.
Lilith no estaba tan acostumbrada a ser el centro de atención. Después de todo, solo la era la reservada y tímida secretaria/tutora de niños del aquelarre.
— ¡¿Alguno tiene problema que suba mi tono para tratar de encontrar a mi hija?! —Amenazadora, se acercó al pequeño grupo de lectores que murmuraban cosas en torno al caótico comportamiento de Eda, pero ni bien la bruja los encaró, estos se hicieron bolita y negaron cualquier problema que tuvieran con ella—. Eso pensé...
—No puedo creer que seamos hermanas... —Aunque agradece que haya salido a defenderla de esos charlatanes
Mientras tanto.
— ¡Acepto el duelo de brujas! —Amity se había llevado a la morena a un sucio cuarto secreto detrás de un estante de lleno de libros de romance para pubertos—. Extiende tu mano —ordenó.
Luz admiraba y respetaba mucho los duelos. Siempre soñó con estar en uno y dedicarle la victoria a su madre y tía que, visualizaba, la apoyarían desde las gradas.
— ¿Qué haces? —preguntó, viendo como la peli marrón le daba un apretón y formaba un círculo mágico alrededor de ellas.
—Un hechizo de juramento eterno —sentenció con un serio rostro, que Luz intentó copiar para parecer más intimidante. Pero solo logró ser la niña más tierna de las islas.
