Capítulo 40

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Shein aguantó sus ganas de sonreír al escuchar lo que Clerick decía

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Shein aguantó sus ganas de sonreír al escuchar lo que Clerick decía. Si el príncipe no estaba mintiendo, significaba que pronto su madre por fin tendría lo que deseaba y él podría acabar con toda esa farsa, podría regresar a su hogar, aunque duda si tenía uno. Y si regresaba lo único que podría hacer sería lamentarse, no solo por lo que había hecho esos meses, sino por todo lo que había perdido y no había tenido el tiempo de enlutar. Pero las mentiras acabarían y eso era lo más importante para él, ya no tendría que fingir, no intentaría ser alguien que no era nunca más.

La atención de Myra estaba sobre su hermano. No comprendía lo que él había intentado decir y en ese momento era lo que menos le importaba. Su mente daba vueltas con la información que había recibido y no sabía qué hacer. Por un lado, estaba Clerick y Rix, ellos siempre habían sido su familia, su apoyo; y por el otro estaba Shein, todavía no terminaba de comprender cómo había pasado, pero estaba segura de que sentía algo fuerte por él. Pero todos ellos le habían mentido y todos ellos pretendían algo de ella, no era tonta, podía verlo con claridad.

—Myra —la llamó Shein una vez más. La princesa clavó sus ojos grises sobre él y esperó a que hablara. El rostro de Shein estaba pintado con arrepentimiento, iba a seguir excusándose—. Lo que dije es verdad, yo... no quería mentirte, era la única manera, no se me ocurría nada más.

Clerick se interpuso ante Rix cuando vio que el raix quería abalanzarse sobre Shein. Él estaba harto, harto de todas esas mentiras y quería terminar de confesarle la verdad a Myra. Sin embargo, no quería arriesgarse, Nian ya había cambiado el destino una vez y él había visto desde cerca el daño y el sufrimiento que le causo. Rix no podría sobrevivir a eso, no estaba vinculado con la diosa del destino, ni siquiera sabía cómo entrar en él. Lo que sí podía hacer era intentar evitar que Shein siguiera con su mentira.

—Eso no es verdad —escupió hacia Shein.

El pelirrojo lo observó con pánico fingido y se acercó más a la princesa al ver que Rix se encontraba en su forma raix. Ámbar imitó el gesto del semidiós antes de que el resto de las criaturas recordara que también se encontraba allí. Los dos sabían que estaban acorralados, sus vidas dependían de convencer a Myra de que los acompañara. Si la castaña no aceptaba, los raix no tendrían piedad al capturarlos, si es que decidían hacerlo, pero si Myra accedía, ellos podrían irse de allí sin problema, sabían que ella era importante para esa especie, no conocían la razón, pero con la información con la que contaban era suficiente. Si Myra los acompañaba, ellos no harían nada para detenerlos porque temerían a las consecuencias de eso.

—Myra, ellos solo quieren usarte, no les importa lo que pueda sucederte, solo necesitan tu jaixz para entrar en el bosque y en la antigua aldea, y ni siquiera necesitan que estés viva para obtenerlo —siguió argumentando Shein.

Los ojos de Myra no mostraban ninguna emoción, parecía que estaba en blanco, así que el pelirrojo aumentó la presión de la ilusión de amor y agradeció que su madre le hubiera pasado el control de ese jaixz hacía unos días.

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