Capítulo 7

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En el interior del refugio, todos se encontraban sentados en la habitación principal, sobre gruesos bloques de cristal naranja, como el circón, alrededor de una fogata creada por Ámbar

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En el interior del refugio, todos se encontraban sentados en la habitación principal, sobre gruesos bloques de cristal naranja, como el circón, alrededor de una fogata creada por Ámbar. Rix hablaba con Linck y Clerick sobre las cosas que habían observado a lo largo del camino; Myra estaba acomodando los objetos y las pieles que se habían desarrapado en el interior de su mochila; Shein y Ámbar conversaban entre ellos, en volumen bajo para que sus compañeros no los escucharan; los dos guardias estaban parados a cada lado del pasillo que llevaba a ese cuarto y sus miradas se encontraban fijas en la entrada, como si esperaran que en cualquier momento alguna criatura ingresara para atacarlos.

—¿Por qué a ustedes no los acompaña ningún guardia? —indagó Linck cuando Shein y Ámbar se giraron en su dirección. El pelirrojo lo pensó un momento, sin saber si era buena idea contarles lo sucedido.

—No creo que sea buena idea, Shein —advirtió Ámbar al ver sus intenciones. La rubia sabía que no traería nada bueno el alterarlos de esa manera, no si querían evitar conflictos por el resto del viaje.

—Tienen todo el derecho a saberlo... —musitó el chico en voz baja, pero bastante alto como para que el resto lo escuchara, como él quería.

—No vamos a asustarnos, si eso es lo que les preocupa —aclaró Myra. La princesa metió el último objeto en su mochila y la cerró tirando de las tiras de piel para luego acomodarse mejor en su asiento.

Los ojos de los herederos y de Rix estaban clavados sobre el par de hermanos. Los primeros tres estaban deseosos de saber qué era lo que había sucedido y el raix estaba ansioso por descubrirlos en medio de una mentira. Él era incapaz de confiar en ellos, a pesar de que el pelirrojo había salvado a Clerick, todo en su interior le decía que se mantuviera atento a cualquier situación extraña porque ellos estarían detrás. Y él era un raix, una de las primeras cosas que se les enseñaba era a confiar en su instinto, porque, en la mayoría de las ocasiones, estaba ligado con fuerza al destino.

—Bien... —concedió el chico y revolvió su melena roja. Eso llamó la atención del ser de pesadillas, cada vez que los príncipes le pedían una explicación, Shein siempre tocaba su cabello, como si estuviera nerviosos, y Ámbar siempre intentaba guardarse la información, diciendo que no era conveniente contarles algo como eso, que solo los iba a asustar—. Al principio de nuestro viaje, nos acompañaban siete guardias. Pasamos dos días enteros caminando, pensando que nada malo nos podía pasar, no con nuestro dominio del jaixz...

Shein se detuvo un momento y volvió a acomodarse el cabello. Observó a Ámbar de reojo y luego sus iris carmesís se posaron sobre los custodios de la puerta.

—La segunda noche paramos, no armamos un campamento, solo tendimos un par de pieles en el suelo y nos acostamos, tres de los guardias se quedaron vigilando...

Un ruido en el exterior de la casa los alertó y la guardiana se tensó en su lugar. La mujer compartió una mirada con el más joven y él asintió, de acuerdo.

El último uviem ✔ [Destinos 1]Where stories live. Discover now