Capítulo 19

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Se despertó por el sonido que inundaba su cuarto

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Se despertó por el sonido que inundaba su cuarto. Parecía que todos en el castillo estaban alterados. Podía escuchar el grito de los guardias, los pasos rápidos en los corredores. Algo estaba sucediendo. El niño se levantó con cuidado de su cama. Por lo poco que podía escuchar, los estaban atacando, o los iban a atacar. Él debía ser precavido, pocos eran los que tenían el valor de ir a las tierras raix y si los guardias estaban alterados era porque era alguien peligroso, alguien que sí podía asesinarlos, un uviem.

—Rix —lo llamó en voz baja su madre.

La voz de la mujer lo hizo pegar un salto junto a su cama. El niño no había escuchado sus pasos. Se volteó lentamente hacia su progenitora y corrió hacia ella al ver su rostro espantado. La raix lo abrazó con fuerza y respiró hondo al ver que se encontraba bien. Luego lo separó y le tendió una de las dos mochilas que colgaban de sus hombros. El niño de tan solo seis años se la colocó y observó a su madre con confusión.

—Las preguntas para después, cariño, ahora debemos ser muy silenciosos, como en los entrenamientos —murmuró aún agachada a su altura.

Rix asintió y siguió a su madre hacia el extremo de su cuarto, donde la pared de zafiros se deslizó a un lado. Un angosto y oscuro pasadizo quedó a la vista, pero al niño no lo asustó. Los entrenamientos que tenía con su padre y sus hermanos menores eran más aterradores que la oscuridad. Ingresó en el túnel oscuro con paso firme y decidido. No emitió ni un solo ruido y se encargó de controlar su respiración de la forma en que su progenitor le había enseñado, de esa forma, nadie, por mucho que lo intentara, podría escucharlo. También bloqueó su jaixz, lo escondió dentro de sí para que no dejara residuos, no quería que pudieran seguirlos de esa forma. Rix en ese momento era invisible para todos, no podían verlo, oírlo o sentirlo, casi parecía que no existía.

—Debemos ir más rápido —insistió su madre cuando terminaron de bajar unas escaleras.

El niño podía oír los gritos de los guardias, el desconocido ya estaba allí como les habían advertido. Eso le llamó la atención, nadie nunca les advertía nada, eran raix, todos los detestaban. Quiso preguntarle a su madre, pero no podía, debía hacer silencio para que la persona que estaba deambulando por el castillo no los encontrara.

Mientras caminaban en los pasillos ocultos del palacio, Rix no pudo evitar sentirse tranquilo. Los entrenamientos eran más difíciles, eso no era nada. Pasaron alrededor de diez minutos hasta que lograron salir de su hogar. A un lado del castillo, ocultos por la oscuridad de la noche, se encontraban su padre y su hermano Relck. Ambos tenían collares y pulseras de zafiros colgando de sus manos.

—Padre —saludó el niño al llegar a su lado.

El monarca, conocido por su mal genio y frialdad, se arrodilló a la altura de su hijo y lo abrazó. No era ningún secreto que Rix era su favorito, pero nunca antes en todos sus años de vida su padre se había mostrado tan cariñoso. Cuando el rey se separó del niño, pasó por su cuello dos collares llenos de zafiros y le entregó tres pulseras con el mismo material. Luego se paró y abrazó a la madre de Rix. La mujer no dijo nada, ellos no estaban juntos, ella lo había rechazado a pesar de que estaban vinculados. El monarca repitió el procedimiento con la madre de Rix y luego se alejó para observarlos a ambos. Sus ojos negros rutilaban con preocupación, un sentimiento que Rix creía que el rey solo podía sentir al ver como sus tierras morían un poco más cada semana.

El último uviem ✔ [Destinos 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora