Capítulo 21

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Rix se acomodó en el asiento en el que apareció y fijó su mirada sobre Nian

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Rix se acomodó en el asiento en el que apareció y fijó su mirada sobre Nian. Su hijo se removió incómodo ante su escrutinio y suspiró. Zafira se lo había advertido, él debía explicárselo, él debía pedírselo si no quería que lo hiciera ella. Si Nian se lo decía, entonces Rix podría hacer todas las preguntas que quisiera y el pelinegro le respondería lo mejor posible, en cambio, si lo decía Zafira, no iba a tener oportunidad de aclarar sus dudas, tampoco de desahogarse.

—¿Qué es tan importante que no pueden hablarlo en el bosque? —cuestionó luego de un rato al ver que su hijo no podía parar de removerse en su lugar.

—Los voy a dejar solos —anunció la diosa antes de retirarse en dirección al largo pasillo.

Nian volvió a suspirar. No sabía qué era peor, que la diosa estuviera allí para decir todo sin tacto y con frialdad, o que ella se hubiera ido, dejándolo a merced de las posibles reacciones de su padre. No temía que Rix se pusiera agresivo, lo que temía Nian era que no fuera capaz de contener la avalancha de emociones que el raix sentiría al momento de saber toda la verdad.

—Necesito, papá, que comprendas que esta decisión no es mía ni de Zafira, solo... es lo que tiene que suceder para que las cosas transcurran a nuestro favor —advirtió y por la mirada de Rix supo que no había sido un buen comienzo.

—No recuerdo haber aceptado participar en la guerra, Nian, es más, ¿Zafira te preguntó si deseabas hacerlo? —inquirió con verdadero interés. Por lo que sabía de la diosa, dudaba mucho que le hubiera dado la opción de alejarse de la futura batalla a su hijo.

—En realidad sí, me lo preguntó y yo decidí que iba a participar en la guerra —admitió el chico con seguridad y eso sorprendió a Rix—. Sé que no conozco todos los detalles y los motivos que tiene Zafira para seguir con la guerra, pero sí sé que no quiero que el poder del bosque llegue a manos de los dioses —explicó al ver el rostro de su padre. Nian también tenía sus motivos para seguir las instrucciones de la diosa, no lo hacía solo porque Zafira se lo pedía—. Y lo que te voy a decir no tiene que ver con la guerra, tiene que ver con la protección del destino, de seguir la línea en la que todos permanecemos con vida, en seguir la línea que nos beneficia a todos.

—No comprendo muy bien lo que intentas decirme —suspiró el raix y su estómago rugió con hambre. La simulación de alma no lo había llenado. Nian había previsto eso, así que sacó de su bolsillo otro pequeño frasco con esa sustancia amarillenta que sabía y se veía como un alma promedio, no muy pura, no muy descompuesta—. Gracias —musitó el raix y decidió ignorar por lo menos por unas horas que su hijo detestaba tanto su naturaleza que se negaba a alimentarse.

—Lo que te voy a decir es lo que va a suceder, la línea del destino que debemos tomar para que las cosas salgan bien, por lo menos de momento. No sabemos con precisión qué es lo que va a suceder en un futuro lejano, pero es la que menos tragedias tiene —anunció con una mueca adornando su rostro.

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