Capítulo 30

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Una vez más, Myra se despertó por ruidos de pasos cerca de su carpa

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Una vez más, Myra se despertó por ruidos de pasos cerca de su carpa. Cerró sus ojos con fuerza y contuvo la respiración. Le aterraba pensar en ese momento, temía que su imaginación se burlara de ella, ya lo había hecho la otra noche. Los pasos se acercaron y ella se cubrió más con las pieles que utilizaba para dormir. Las pisadas estaban resonando demasiado cerca, más que en la noche anterior. Fuera lo que fuera lo que estaba en el exterior, estaba rodeando su tienda, buscaba la entrada. Escuchó, sin el valor para abrir sus ojos, que las pieles que obstaculizaban la entrada se movían. Luego hubo silenció.

—Myra —la llamó Shein y ella rebotó en su lugar. Se atrevió a abrir sus ojos con lentitud y observó, pálida como la nieve, el rostro compasivo de Shein.

—¿Qué haces aquí? —preguntó en un susurró y el príncipe de Mepalck le sonrió con tristeza.

—No hace falta que hables en susurros, creé una barrera de jaixz que impide que el sonido salga —indicó con un tono de voz normal.

Shein estaba incómodo, intentaba disimularlo, pero Myra lo notaba. Y no era para menos, el pelirrojo debía decirle algo que la destrozaría y no quería lastimarla, no importaba los beneficios que podría sacar de eso. Él había tardado un tiempo en comprenderlo, pero por mucho que quería que las cosas volvieran a ser lo de antes, esa no era la forma de conseguirlo. No obstante, ya no tenía otra opción, el plan estaba en marcha e intentar detenerlo les traería a todos más problemas, más dolor, así que debía seguir, avanzar, fingir que estaba de acuerdo con esa locura mientras que procuraba que nada les sucediera a los herederos de Citwot.

—Pensé que era la criatura que merodeaba cerca del campamento la otra noche —dijo la princesa con un tono de voz todavía un poco tembloroso. Shein sacudió su cabello rojo, incómodo. Él también había oído los pasos las noches anteriores y no había sido hasta esa noche que había descubierto quiénes los habían seguido.

—Es comprensible que te sientas asustadas, debo confesar que esos ruidos nocturnos también lograron aterrarme un poco —dijo con un tono que intentaba ser amistoso.

No pudo verla los ojos cuando ella le sonrió, aliviada. Se sentía tan avergonzado, si ella hubiese sido consciente de que alguien estaba manipulando su mente no le sonreiría de esa forma, llena de cariño.

—¿Sabes de qué se trata?, ¿si es una criatura peligrosa o solo un animal? —cuestionó con sus ojos parpadeando con lentitud. Estaba demasiado cansada, el vómito de hacía unas horas parecía haber drenado todas sus fuerzas.

La princesa le tendió una de las pieles para que se tapara, aunque al ser verano y estar rodeados de árboles de fuego hacía imposible que el frío se colara en el campamento. Shein se dejó caer a un lado de ella y se tapó con movimientos cuidadosos, evitando tocarla. Él deseaba sentir esa seguridad, esa confianza en que lo que hacía era lo correcto, esa sensación que había tenido incrustada en su mente al inicio de toda esa farsa.

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