Capítulo 34

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Era la tercera vez en el día que frenaban para descansar y para Myra no resultaba suficiente

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Era la tercera vez en el día que frenaban para descansar y para Myra no resultaba suficiente. Rix los estaba torturando con sus sesiones de entrenamiento, solo los dejaba sentarse por quince minutos antes de hacer que practicaran diferentes formas de utilizar el jaixz por una hora o una hora y media. Si los días anteriores le habían parecido el peor de los castigos, ya no sabía cómo catalogar esas doce horas. En ese intervalo de tiempo había gastado más jaixz que en sus casi veinticuatro años de vida. Y si antes estaba furiosa y resentida con Rix, en ese momento podía jurar que lo odiaba, no importaba si los motivos del raix eran buenos, el dolor de su cuerpo y el cansancio de su mente lo condenaban.

Se sentó con movimientos lentos y duros sobre el tronco más cercano a ella. De su boca escapó un pequeño quejido que fue secundado por el de Shein que se apoyó a su lado. Clerick y Ámbar los imitaron, con la única diferencia de que ellos fueron silenciosos. Rix no los había torturado tanto como a Shein y a ella. Parecía que el raix se vengaba por lo que le habían hecho y Myra agradecía que el raix no fuera muy rencoroso, porque, de lo contrario, podría jurar que en ese momento no podría moverse a causa del dolor.

Suspiró al sentir como sus músculos se relajaban un poco luego de haber estado tensionados por las tres horas de caminata seguida. Cerró sus ojos y dejó que su mente quedara en blanco. Aún sentía como el jaixz se acumulaba en las palmas de sus manos, parecía que se movía por inercia en su interior luego de haberlo gastado tanto. Era una sensación extraña y a la vez adictiva, sentía que tenía todo bajo su poder, que podía hacer lo que quisiera cuando quisiera y que nadie podría impedirlo. No importaba lo mal que utilizara su jaixz y las pocas técnicas que conocía, con el poder moviéndose constantemente en su interior se sentía invencible.

—Casi no hicieron nada —se burló Reixle. En esas pocas horas de entrenamiento, Myra había decidido que era el peor de los cuatro, por lo menos Relck y Rainir se limitaban a criticar, pero Reixle se burlaba, se reía de lo mal que hacían las cosas y le insistía a Rix que debía ser él quien los entrenara. La princesa temía que el raix cediera ante la presión y dejara que el demente de su hermano menor hiciera su trabajo.

—Casi non dejaron sin jaixz —escupió Shein con su ceño fruncido. El pelirrojo deseaba tanto golpearlo, mas no tenía las fuerzas necesarias para hacerlo.

—Es más ejercicio del que hice toda mi vida —se quejó Clerick. A él la parte del jaixz no le había afectado, estaba acostumbrado a racionarlo para siempre poder entrar en el destino así que no había desperdiciado tanto como su hermana y los semidioses.

—Nunca hiciste ejercicio en tu vida —resaltó Rix y se posicionó a un lado de Reixle—. Descansen unos minutos más, que todavía nos queda un último entrenamiento por hoy antes de armar el campamento —anunció y sus ojos rutilaron, jocosos, al escuchar otra ronda de quejidos.

—Por favor, Rix, estamos agotados —suplicó Clerick.

—Es por su bien —fue lo único que respondió el raix antes de voltearse hacia su hermano—. Te toca darles la siguiente lección —avisó antes de retirarse.

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