Capítulo 37

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Myra y su hermano se encontraban sentados en unos cómodos y mullidos asientos del salón de entrenamiento de los raix

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Myra y su hermano se encontraban sentados en unos cómodos y mullidos asientos del salón de entrenamiento de los raix. Ambos observaban con cansancio el entrenamiento de Rix con su hermano Reixle. Parecía un juego de niños, uno golpeaba y el otro esquivaba y viceversa. Ninguno de los dos estaba motivado para pelear, solo estaban ganando tiempo en lo que alguien llegaba. Myra había escuchado que el rey murmuraba por lo bajo despotricando contra ese raix. Lo llamaba de todas maneras, mocoso, insolente, irreverente, niño y demás. Y luego del tiempo que llevaban conviviendo con el monarca, Myra sentía pena por el pobre desgraciado que había tenido la osadía de hacerlo esperar, no iba a tener un final bonito cuando acabara el día.

Habían pasado diez días desde que ella se había enterado de la existencia del vínculo. Desde entonces Rix se negaba a dirigirle la palabra. Se había distanciado luego de que ese repentino ataque de desprecio se apoderara de ella. La princesa no podía parar de pensar en el vínculo y sus ideas se contrariaban demasiado. Siempre comenzaba creyendo que en realidad no era tan malo, pero cuando pasaba más de diez minutos pensando sobre el tema le daba repulsión de un momento a otro y sentía que era la peor maldición que le podían poner. También intentaba sentirlo con todas sus fuerzas, quería ver si era capaz de reconocerlo, de utilizarlo a su favor para entrar en la mente de Rix y desvelar cada uno de sus secretos. No importaba cuanto se había esforzado, en esos diez días no había conseguid nada.

Por otro lado estaba Shein. Desde que había descubierto lo del vínculo tampoco podía sacarlo de su cabeza. Sabía lo que significaba, ya lo había comenzado a notar antes de ir a las tierras raix, pero desde que Rix le confesó todo, ese revoloteo en su estómago cada vez que el pelirrojo se le acercaba había empeorado. Se había enamorado de Shein, estaba segura, aunque era la primera vez que experimentaba esa emoción, no tenía dudas, algo en su cabeza se lo gritaba y ella no podía ignorarlo. Pero lo que más le aterraba de la situación era que parecía que el pelirrojo lo sabía, podía verlo en sus ojos carmesís cada vez que la observaba y luego rehuía la mirada, incómodo. Ella no sabía cómo debía afrontar la situación, no sabía si él sentía lo mismo o si solo creía que eran amigos. No sabía nada y eso la frustraba.

Estaba dividida entre lo que sentía por Shein y lo que sabía que Rix le seguía ocultando. Porque había más, no podía ser tan simple, estaba segura. El raix no habría reprimido el vínculo por tanto tiempo sin una razón. Además, él le había dicho que no se lo decía para protegerla, aunque ella en realidad no lo necesitaba, no obstante, carecía de sentido que él quisiera protegerla del vínculo. Myra estaba segura de que si el raix dejaba de bloquearlo, él no sería el único en sentir esa unión, esa conexión y sabía, por lo que había continuado leyendo en el libro, que el vínculo incluía un sentimiento romántico. Por eso no lo comprendía. Él tenía el poder en sus manos, por completo, en un solo segundo podría hacer que los sentimientos de ambos que él retenía se liberaran y lo más probable es que ella se olvidara de la idea de destruir la unión. Había algo más, algo a lo que Rix le tenía miedo y por eso no les permitía sentir a ambos lo que el destino les había deparado.

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