Capítulo 9

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Zafira se aferró a la flor con su mirada ausente clavada sobre esta

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Zafira se aferró a la flor con su mirada ausente clavada sobre esta. En su cabeza se abalanzaron cientos de recuerdos de su hermano, de cómo lo había perdido, sin embargo, no dijo nada. Ella siempre había sospechado que Rubí había sido quien lo había envenenado. Aunque estaba claro que un veneno no bastaba para asesinarlo, pero sí para debilitarlo, Rubí lo había hecho a sabiendas de que solo un par de días después comenzaría la masacre de los uviem. Y no era una novedad, Zafira y su hermano eran los más jóvenes de los dioses, los más nuevos, los más poderosos. El resto siempre envidió las múltiples habilidades de los mellizos, sus múltiples dones y sus usos del jaixz. Zafira y su hermano siempre habían hecho trucos, manipulaciones del poder que el resto de las deidades ni siquiera podían imaginar. Porque ellos dos se habían criado con otro enfoque, habían nacido con un destino diferente al del resto de esos dioses. Ellos habían nacido para más que solo disputar por poderes absurdos, por gobernar lugares caóticos y libres. Y eso provocaba una profunda rabia en Rubí y su hermano, porque ellos dos solo eran del montón, de los que debían luchar por un poder que desperdiciaban apenas tenían la oportunidad.

Una vez que la diosa salió de su letargo, la flor en su mano se congeló desde el tallo hasta el último pétalo. Zafira la elevó a la altura de su rostro y miró a Rubí con aburrimiento. Luego sopló y la planta se deshizo con la brisa, se dispersó por el aire y se adhirió a la diosa de la muerte. El pelo y la ropa de Rubí se tornaron de color violeta por la capa de polvo azul que los cubría, mientras que su rostro permaneció casi intacto, ese había sido el único lugar que la diosa había conseguido cubrir con una barrera de jaixz al ver las intenciones de Zafira. La pelirroja gruño en voz baja y presionó sus labios, borrando cualquier rastro de diversión de su rostro. Por detrás de Zafira, Nian no logró contenerse y una pequeña risa se le escapó, lo que llamó la atención de la iracunda deidad.

—Veo que tu mascotita no está bien entrenada —escupió con sus ojos clavados en Nian. Con un movimiento de su mano, una correntada de viento la envolvió y le limpió el cabello y el vestido—. Deberías aprender a respetar a tus dioses, mocoso —agregó con el mismo tono.

La pequeña sonrisa que Nian intentaba disimular se desarmó y fue remplazada por una mueca asqueada.

—Ustedes no son mis dioses —respondió con el mismo tono que ella e intentó avanzar, pero Zafira se lo impidió interponiendo su brazo.

—Todos lo somos, incluso la niña, por más cosas que hagan —siguió con claras intenciones de provocarlo.

Si lograba que Nian se transformase, el resto de los dioses no lo perdonarían, por mucho que apoyaran a Zafira, y votarían por sacarlo de allí. Y Nian necesitaba tener la aprobación de por lo menos la mitad de los dioses para poder ingresar a cualquier ala del palacio que no perteneciera a Zafira.

—No le prestes atención, Nian, solo intenta provocarte —dijo Zafira y tomó su muñeca para llevarlo más lejos de Rubí.

El chico se resistió pero, como era costumbre, terminó cediendo ante lo que Zafira le pedía. Se posicionó al lado de la diosa de los sueños y elevó su vista a la esfera de jaixz que proyectaba la imagen de los herederos de Citwot caminando por el bosque.

El último uviem ✔ [Destinos 1]Where stories live. Discover now