Capítulo 31 - El Ahorcado

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Los siguientes días pasaron demasiado rápido. Mia le había mandado un texto a su jefe preguntando si podía tomar el lunes libre y él estuvo de acuerdo muy rápido, para su sorpresa.

"No hay problema. Estaba empezando a preguntarme si alguna vez lo pedirías," él había respondido.

Aunque ella había tomado el día libre, todavía sentía que no era suficiente tiempo. Mia había llevado a Leo a todos sus lugares favoritos en la ciudad – el tranvía a la Isla Roosevelt, a caminar alrededor de Madison Square Park, el jardín en la azotea del museo Metropolitano. Todos los sitios no turísticos a los que le gustaba ir con frecuencia. Siempre hacía que un mal día se sintiera mejor.

Pero todavía había un lugar que faltaba en la lista y era Greenacre Park en el centro este de la ciudad. El lugar siempre le recordaba a Mia como un jardín Zen secreto. Era un parque privado hermoso cubierto de verde. Hasta tenía una cascada y el sonido del agua ahogaba el resto del mundo afuera. Era una beatitud completa justo en la mitad del ajetreo de la ciudad. Un oasis en medio de una jungla urbana.

Ellos entraron al parque y como era usual no había tantas personas adentro. Era relativamente desconocido y fácil de pasarlo si no sabías que existía. Tomaron un asiento cerca de una área privada al lado de la cascada, y Mia instantáneamente se sintió como si hubiera sido transportada a un santuario.

"¿Estás segura que estamos en Nueva York? Este lugar es la definición de una joya escondida. Ahora sé por qué siempre hablas de ello tanto," Leo dijo.

"Me alegra que te guste. Me gusta llamarte de aquí," Mia dijo con una sonrisa.

"¿En serio? Claro que me gusta. Me encanta poder ver esta parte de ti. Quién eres realmente." Leo le sonrió y luego miró fijamente a la cascada enfrente de ellos, concentrándose en el movimiento del agua. Ellos pasaron un tiempo en un silencio cómodo.

Mia miró a Leo y se dio cuenta que tenía una expresión extraña en su cara. Una que nunca había visto antes. Pensándolo bien, él había estado inusualmente callado ese día. Tal vez era la realidad asomándose que él se iba al día siguiente. No queriendo traer el tema, Mia pensó en otra cosa para distraerlo.

"¿Quieres jugar al ahorcado?" le preguntó.

Leo volteó sorprendido. "Eh...está bien. No he jugado eso en años. ¿Tienes papel o algo con que escribir?"

"Aún mejor. Bajé esta aplicación a mi teléfono. Pero jugando contra la computadora puede ser un poco aburrido después de un tiempo, así que será bueno jugar contra alguien para variar."

"Juguemos entonces, dulzura," Leo respondió simplemente.

Mia alcanzó su teléfono con emoción y lo prendió. Leo la miró con curiosidad mientras que tecleó sus nombres en jugador 1 y jugador 2.

"Entonces cómo funciona es que yo escribiré una palabra o frase en la que estoy pensando y luego se cerrará en el sistema. Luego te lo paso a ti y tienes que adivinar lo que escribí," Mia explicó.

"Okay, tú ve primero entonces."

"No mires a escondidas," Mia le advirtió. Leo cubrió sus ojos y un momento después ella le pasó el teléfono.

"Wow, hasta tiene una pizarra," Leo dijo mientras que tecleaba las letras. Dos minutos más tarde le pasó el teléfono de vuelta. "Ya estuvo."

Mia miró al teléfono y vio que había adivinado 'hola gobernador' correctamente.

"Te lo hice muy fácil," Mia dijo.

Leo se rió. "Te conozco demasiado bien. ¿Supongo que es mi turno ahora, no?" Leo tomó el teléfono de vuelta y escribió algo antes de regresárselo.

Mia empezó a jugar su turno y una sonrisa enorme se esparció a través de su cara cuando terminó. El mensaje decía 'eres tan bella'. Ella se inclinó para darle un beso.

No tuvo que pensar mucho sobre su próxima frase para teclear. Leo tomó el teléfono ansiosamente para su turno. Ni siquiera le tomó un minuto para averiguarlo antes de que él la mirara atentamente a sus ojos.

"Y yo te amo a ti, Mia. Para siempre," él dijo con emoción profunda. Desvió sus ojos de vuelta al teléfono y lentamente escribió algo.

"El último," Leo murmuró.

Mia tomó el teléfono y se concentró en la frase mientras que Leo miraba cada uno de sus movimientos. Ya había escogido cinco letras mal y estaba teniendo dificultad en averiguar la frase. Era una palabra de seis letras seguida por una de siete. Hasta ahora tenía dos As, una S, seguido por una T y E en la primera palabra y una N y M en la segunda. Debería de ser bastante simple, ella pensó. ¿Estaba la frase en inglés?

Empezó a repasar diferentes combinaciones en el alfabeto para encontrar la primera letra de la primera palabra. Dasate, Fasate, Lasaste, Basate, Casate...

Se congeló en ese último y su corazón se hundió en su pecho. ¿Podía ser?

No se atrevió a mirar a Leo pero casi podía sentir una quemadura de calor a través de su mirada fija. Su mano empezó a temblar mientras lentamente apretó una O, seguido por una I, G y finalmente una C.

Las letras se formaron en palabras y de repente estaba ahí, mirándola de vuelta.

Cásate Conmigo.

Estaba tan absorta en el momento que no había sentido a Leo moverse. Él apretó su mano y ella se dio cuenta que él se estaba poniendo de rodillas enfrente de ella. Lo miró completamente mesmerizada.

"Mia, prometo amarte por la eternidad. ¿Me harás el honor de casarte conmigo?"

Leo bajó su mirada por un segundo y deslizó un anillo sobre su dedo. Todo pasó tan rápidamente que Mia sólo pudo mirarlo, muda.

Notando la reacción de Mia, Leo habló de nuevo, lleno de emoción. "Sé que es loco y tal vez pienses que es demasiado rápido, pero quiero pasar el resto de mi vida contigo. Nunca he estado más seguro de algo. Sólo sé que debemos estar juntos. Tú haces que quiera ser una mejor persona y todo lo que quiero es hacerte feliz. El resto lo averiguaremos en el camino. Please Mia, marry me."

Lágrimas empezaron a llenar sus ojos. "Claro que sí, Leo. Te amo tanto. Tú también haces que quiera ser una mejor persona. Alguien que nunca pensé que pudiera ser. Y te quiero hacer feliz también."

Leo trajo su mano a su boca y besó el anillo en su dedo, antes de alcanzarla para agarrar su cara y besarla ferverosamente. Cuando finalmente miró de nuevo a Mia, él tenía una sonrisa en su cara que se extendió de oreja a oreja.

"Todo lo que puedes hacer es hacerme feliz. Dudo que haya una sola persona en todo el universo que esté más contento que yo en este momento," él dijo. "Ven, tenemos que hacer un par de paradas antes de regresar al hotel."

"¿Adónde vamos?" Mia preguntó mientras que la tomaba de la mano.

"Bueno, de inmediato pienso que una fina botella de champagne está a la orden. Seguido por unas fresas y rosas, muchas y muchas de ellas. Y luego quiero pasar el resto de la noche haciéndole el amor a mi dulce prometida. Quiero hacer esto en la forma correcta ya que no lo planeé exactamente. Me lo entregaste prácticamente."

"Leo, esto ya fue la forma correcta. No podría haber imaginado una mejor manera. Fue perfecto."

"Bueno tú mereces más. Siempre. Y como tu futuro esposo, hay ciertos deberes que necesito cumplir...tales como mantenerte constantemente satisfecha," él dijo con un guiño.

Mientras salían del parque, Leo no pudo contener su emoción más tiempo y gritó, "¡Dijo que sí!"

Antes de que se pudiera quejar, él la abrazó por la cintura y besó su sien. Mia se rió mientras contempló su futuro. Si había una cosa por cierto, era que nunca habría un momento aburrido con él.

Enseñando A MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora