Capítulo 4 - 21 Preguntas

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La llevó a un restaurante italiano cercano, Mama Mía. Que adecuado el nombre. Ella lo había pasado varias veces de camino a la universidad, pero en realidad nunca había entrado. Parecía lo suficientemente acogedor y decidió que era justo lo que necesitaba. Se sentaron en una mesa privada y se miraron fijamente durante unos momentos. Tenía tantas preguntas, pero no sabía por dónde empezar.

Con el tiempo ella le hizo la primera pregunta que le vino a la mente, un tema en el que siempre había tenido curiosidad. "Entonces, ¿en qué idioma piensas?"

Leo sonrió ante la pregunta abrupta. "Mayormente en inglés. Pero español siempre se mezcla allí también. ¿Y tú?"

"Más o menos igual. Nací en Nueva York, pero crecí en la Ciudad de México entonces spanglish siempre ha sido una parte de mí. Siempre ha sido más fácil simplemente decir lo que me viene a la mente, sin importar el idioma. Aunque, a veces me resulta difícil hablar con alguien solamente en inglés o español. Supongo que necesitas más tiempo para clasificar dos grupos diferentes de léxicos en lugar de sólo uno, y luego poder procesarlos correctamente a través de los pensamientos en tu cerebro. Es curioso cómo eso sucede, ¿no te parece?"

Leo miró a Mia, sin palabras. Ella estaba bastante sorprendida también, por lo general no hablaba mucho delante de desconocidos. Bueno, Leo no era exactamente un desconocido, pero aún así había sido extraño el modo en que se abrió con él tan fácilmente.

"Lo siento, estudié psicología en la universidad. No puedo evitarlo a veces," trató de explicar. "Pero no me pidas que te diga lo que estás pensando, porque no tengo idea. ¿Así que vamos a jugar 21 preguntas o qué?"

Parecía tomar un tiempo para que Leo procesara sus propios pensamientos.

"Eh, claro... ¿Por qué crees que te invite a cenar?" Él había estado mirando el menú, cuando levantó la vista y miró a sus ojos.

"Quiero saber todo lo que pasa en esa mente críptica que tienes," dijo.

Mia desvió sus ojos hacia el menú, sus largas pestañas abanicando sobre sus mejillas rosadas. "Bueno, eso podría ser un problema...sin duda va a tomar un tiempo," bromeó.

"No hay ningún problema en lo absoluto. Creo que el tiempo está de mi lado, al menos por ahora."

Una mesera llegó dentro de poco a tomar sus pedidos. Mia notó que la mesera le echó miradas seductoras a Leo y le pestañeó sus ojos todo el tiempo, pero él no pareció darse cuenta. ¿Todas las mujeres lo trataban así?

"Así que... ¿cómo es que una chica como tú no tiene novio?" Leo preguntó en cuanto la mesera se fue.

Mia se rio. Qué pregunta más irónica. El hecho de que un tipo absurdamente bien parecido le preguntara eso era más que ridículo. "¿Por qué supones que no tengo novio?"

"Bueno, a primera vista hubiera asumido lo contrario, pero realmente no te he visto hablar con otros chicos. Y probablemente no habrías venido aquí conmigo si lo tuvieras."

Mia desvió el tema. "¿Así que me has estado espiando?"

"No trates de cambiar de tema. No se puede responder a una pregunta con otra pregunta."

Mia estaba a punto de protestar cuando él levantó sus manos en el aire. "Lo siento...esas son las reglas del juego."

"¿Todavía estamos jugando eso?"

"Responde a la pregunta, Mia."

No sabía si fue la autoridad con que ordenó sus palabras o en la forma en que dijo su nombre que le causó un ligero escalofrío en la espalda.

Enseñando A MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora