Capítulo 22 - Eres Mía

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Leo colocó a Mia adentro de la suite del hotel que acababa de reservar. Miró alrededor alegremente, pensando que era la mejor idea impulsiva que se le había ocurrido en mucho tiempo. Sí, era completamente ridículo, pero cualquier cosa valía la pena para estar a solas con Mia. Él la quería enteramente para sí mismo.

Le trajo hasta más satisfacción ver que sus alrededores no le llamaron la atención a Mia por mucho tiempo. En vez, su mirada estaba fijamente en él. No importaba dónde estaban, mientras que estuviesen juntos. Podrían estar en una choza, por todo lo que le importaba. Sin embargo, la lujosa suite tampoco hacía daño.

"Leo, esto no es normal. Cosas así no suelen pasar."

"No lo es. Es por eso que quiero disfrutar cada segundo de este momento," él respondió.

Ella dudó y empezó a ponerse inquieta. Él se dio cuenta que estaba nerviosa.

"Mia, no quiero que te sientas presionada por esto. Todo lo que quiero es pasar un tiempo contigo solos, ¿está bien? Sea lo que sea. Sólo quiero que te sientas cómoda conmigo."

Sus palabras parecieron tranquilizarla. "Sí me siento cómoda contigo. Más que nada."

"No sabes lo feliz que me hace escuchar eso. Es todo lo que quise, Mia. Supongo que realmente lo arruiné en el camino." Bajó la cabeza y miró hacia el piso, todavía preguntándose si ella en verdad lo quería.

"Leo, no digas eso. Tú me ofreciste todo lo que tenías que dar y yo tenía miedo de tomarlo. Fui injusta contigo. Me doy cuenta de eso ahora." Ella agarró su cara y lo jaló de vuelta para encontrar sus ojos.

Él puso su mano encima de la de ella y respiró profundamente. "Mia, ya no me importa lo que pasó. Está en el pasado. Ahora es nuestra oportunidad de hacerlo correcto."

"¿Supongo que sólo somos un par de tontos, no?" ella dijo, descartando el tono serio de su conversación.

Leo se rió. "Sí, definitivamente. Un par de tontos muy salvajes."

"Ya no hay que hablar de ello entonces."

"¿De qué quieres hablar?" él sonrió. Las cosas se estaban poniendo interesantes.

"Bueno...puedo pensar en una cierta cosa...o dos," Mia dijo sugestivamente.

"Realmente espero que estés pensando lo mismo que yo," él bromeó.

"Las grandes mentes piensan igual," ella respondió.

Sus palabras finalmente lo dejaron sin ninguna duda y la besó con añoranza. Antes de ese momento, él había constantemente luchado contra su atracción hacia ella. Ahora no tenía que controlarse o esperar más. Ella estaba lista y era suya para tomar. Y él estaba listo para conquistarla.

Él raptó su boca, corrió sus manos bajo sus brazos y la jaló más cerca a lo largo de su cuerpo. La besó largo y fuerte por una eternidad. Él apretó besos fervorosamente a través de su cuello y ella mordisqueó provocativamente su oreja. Él dejó que sus dedos derivaran hacia su espalda y fue superado por la urgencia de desenvolverla cuando sus manos cruzaron con el cierre de su vestido.

Su vestido de repente se sintió ofensivo para él y abrió el cierre en un movimiento definitivo. Él la sintió temblar ligeramente contra él y corrió sus manos a través de su espalda descubierta. Jugó con las tiras de su vestido, apretando sus dedos contra lo largo de su clavícula, hasta que finalmente deslizó las tiras fuera de sus hombros. Le encantó lo suave que se sentía su piel contra sus dedos.

Su vestido se cayó a sus pies y de repente ella estaba parada enfrente de él en sólo su lencería. Él paró por un minuto para respirar su olor que lo envolvió y lo aturdió. Dios, su ángel era espectacular. Aunque ya la había visto así antes, todavía le impresionaba lo increíblemente sexy que ella era. Sus sueños no le hacían justicia.

Enseñando A MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora