Capítulo 2 - Encuentros Sorprendentes

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Mia estaba en su lugar habitual en el salón de computación. Ya había pasado por todos los sitios web que normalmente miraba y decidió que sería una buena idea imprimir las diapositivas para su próxima clase. Estaba parada en una de las impresoras cuando sintió que alguien se acercaba justo a su lado. Decidiendo no prestarle atención a la persona, fingió concentrarse en el trabajo de impresión enfrente de ella.

"¿Sabes cómo funcionan estas impresoras?"

Mia se dio la vuelta para mirar de frente a la persona que le había hecho la pregunta y se encontró con un par de ojos azules oscuros impresionantes.

Era Leo, lo recordaba claramente de orientación. Nunca habían hablado antes, ya que él estaba en otra sección de la de ella. Recordó que él había dicho que era mitad inglés y mitad español y todos se habían echado a reír. No había entendido por qué otros lo encontraban chistoso, ella siendo mitad americana y mitad mexicana, pero siempre se había presentado como mexicana al vivir allí durante la mayor parte de su infancia.

"No creo que nos hemos presentado. Soy Leo. Eres Mia, ¿verdad?"

Él sonrió levemente y ella ingirió su imagen. Obviamente alto de más de un metro ochenta, tenía la piel bronceada y el pelo oscuro y grueso. Aunque sus rasgos eran más bien juveniles, reclamaba sexualidad. Estaba vestido casual con jeans y una camisa tipo Henley blanca, pero no podía recordar la última vez que alguien se veía tan bien en ropa simple. Él era la verdadera definición de alto, moreno y guapo. Ni mencionar esos ojos penetrantes de océano azul. Todo lo cual estaba claramente fuera de límite.

"Este...sí," se las arregló para decir.

"Así que ella habla," respondió, mirándola con curiosidad.

Mia se quedó desconcertada. ¿Qué demonios se supone que significaba eso?

"Estás diciendo que hemos estado en la universidad durante tres meses y no sabes cómo trabajan las impresoras," declaró fríamente.

¿De dónde venía la actitud? Debe ser todo el régimen de aislamiento.

Leo encogió los hombros. "Bueno, por lo general suelo imprimir todas estas tonterías en casa, pero no tuve la oportunidad esta mañana."

Maldita sea, lo había juzgado demasiado rápido. Sintiéndose increíblemente avergonzada, se apresuró a mostrarle cómo conectar su cuenta a la impresora. Apenas él le había dado las gracias, cuando ella agarró rápidamente sus diapositivas y huyó de la escena sin decir una palabra más.

Buen trabajo, idiota. Vaya manera de causar una primera impresión, pensó.

*****

Después de clase, Mia se dirigió hacia su sala de estudio habitual, donde se reunía con su grupo de trabajo asignado todos los días durante una hora entre las clases. Por lo general llegaba quince minutos más temprano ya que tenía un descanso entre su última clase y el inicio de la hora de grupo de estudio. La mayoría de las personas usaban el descanso para tomar un café o fumar un cigarro rápido, pero ella estaba contenta utilizando ese tiempo para sí misma.

Cuando entró en la sala de estudio, maldijo en voz baja. Nada menos que Leo estaba en la sala, utilizando la computadora. Después de su encuentro anterior incómodo con él, era la última persona que quería ver.

Como estaba mirando hacia la pared, casi se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta con la esperanza de que él no se diera cuenta, pero luego razonó que sería ridículo si lo hiciera. Después de todo, era su sala de estudio que él estaba invadiendo, aunque técnicamente no por otros quince minutos.

Enseñando A MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora