Capítulo 9 - Despojada

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El sonido de un monitor de corazón permeó dentro de las orejas de Mia. Lentamente al principio, el bip constante se hizo cada vez más fuerte. Abrió los ojos para encontrarse tendida en una cama de hospital. Una cama de hospital adentro de una sala de operación, para ser más específico.

Una enfermera la rodeó, arreglándole los electrodos puestos alrededor de su cuerpo. "Lo estás haciendo muy bien, cariño," dijo cálidamente.

Mia no se sentía nada cálida. Al contrario, se sentía fría en su bata de hospital muy delgada. Sus ojos estaban fijos en el techo blanco arriba de ella, pero podía escuchar a los doctores y asistentes moviéndose por el cuarto.

"Voy a administrarte la anestesia ahora," dijo la enfermera, tomando su mano. "Estoy insertando una línea de IV en una vena en la parte trasera de tu mano, ¿de acuerdo? Es una aguja pequeña, pero puede que te duela sólo un poco."

Mia asintió, pensando que el dolor momentáneo no sería nada en comparación de cómo se iba a sentir después. No se atrevió a mirar lo que estaba haciendo la enfermera. Simplemente mantuvo su cabeza derecha mientras sentía el pellizco de la aguja mordiendo su piel, seguido por la presión de cinta al envolver alrededor de su mano.

Sintió un escalofrío y trató de enfocar sus pensamientos en otra parte. Acostada en el mar tomando el sol, el sonido de las olas revolcándose contra el mar, la risa de un niño a la distancia...

El olor de antiséptico la regresó al hospital. Dios, cualquier cosa menos esto. Concéntrate Mia, pensó.

"Bueno, cariño. Ya casi estamos. Cuenta hacia atrás empezando por diez en tu mente, para que te puedas dormir ahora."

Mia asintió otra vez y cerró los ojos. Diez, nueve, ocho, siete...

Esperó a que el entumecimiento tomara efecto y la tirara, como usualmente lo hacía. Pero nunca llegó esta vez.

En vez, escuchó una voz casi imperceptible al fondo. Trató de escuchar más cerca, pero el sonido estaba distorsionado. ¿Alguien la estaba llamando? Trató de moverse, pero su cuerpo estaba plantado en su lugar, su visión rodeada de plena oscuridad.

"Mia..." escuchó de repente.

Sí, soy yo, quiso decir, pero ningún sonido salió de su boca. Su mandíbula estaba cerrada con llave.

"¡Mia! ¿Mia? ¿Me escuchas? Por dios, Mia, por favor mírame. Despiértate. Dulzura, por favor."

Mia sintió una voz familiar llamándola, pero sonaba demasiado lejos. ¿De dónde estaba viniendo? Trató de buscarlo en su mente.

"¿Mia? Te lo suplico. Abre tus ojos, mírame. Puedes hacer esto. Sé que puedes. Mia please, I'm begging you."

Sus ojos revolotearon por un momento antes de abrirse. Su visión estaba borrosa pero podía ver pedacitos y partes de una cara formándose arriba de ella.

Azul oscuro.

Cerró sus ojos y trató lentamente otra vez. Esta vez la imagen se enfocó y reconoció a la cara llena de pánico mirándola detenidamente.

"¿Leo?" susurró.

"Sí, bebé. Aquí estoy," dijo, casi atascándose en las palabras.

"¿Qué...qué pasó? ¿Dónde estoy?" Mia preguntó completamente desorientada. De inmediato levantó su mano izquierda, buscando el IV. Movió su muñeca de un lado al otro, inspeccionado su mano. El IV no estaba ahí.

"¿Qué tienes, Mia? ¿Te duele la mano?" preguntó, lleno de preocupación. Él pasó sus dedos lentamente a través de su mano y luego la agarró suavemente.

Enseñando A MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora