Capítulo 25 - Las Últimas Lágrimas

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Mia se despertó acurrucada en los brazos de Leo. Se sintió segura. Finalmente había bajado su guardia y tumbado las barreras que había puesto. Había dejado a Leo entrar.

Prácticamente habían pasado todo el domingo pegados a su cama desde temprano en la mañana. Leo no había estado bromeando cuando le dijo que se preparara. Sólo habían salido de su apartamento un momento para ir a comer un almuerzo tardío, pero hasta cuando regresaron él inmediatamente la llevó a la regadera.

Él había dicho que quería recrear su primer baño juntos con su ropa interior, pero esta vez pudieron hacer todas las cosas que querían hacer. Mia inicialmente pensó que estaba loco, pero una vez que entraron a la regadera recuperó la inocencia y emoción de ese tiempo así que ella le siguió la corriente.

Esta vez él la besó sin piedad y corrió sus manos ansiosamente sobre todo su cuerpo, pero para su sorpresa dejó su lencería intacta. En vez, la sacó de la regadera, envolvió una toalla alrededor de ella y la colocó sobre el asiento del inodoro. Se arrodilló junto a ella y la miró profundamente a sus ojos café claros. Ella le regresó la mirada asombrada.

"Esta es exactamente la mirada que quería," él había dicho fascinado. "Esto es todo para mí, Mia. Me traes de las rodillas cuando me miras así."

Él la recogió en la toalla y la regresó a la cama, justo como él había fantaseado una vez antes. No la dejó ir por el resto de la noche.

Mia estaba disfrutando de las memorias cuando se dio cuenta que estaba un poco húmedo en la recámara y checó el reloj. 6:43 am los dígitos ardieron. Casi, pero no todavía. Pronto tendrían que despertarse y regresar a la nueva realidad de la universidad. Aun, ella sintió la necesidad de ir al baño y salpicar agua fría en su cara.

Una vez en el lavabo, miró a su alrededor y notó un pequeño papel arrugado junto a su estuche de viaje. Qué raro, ella pensó inclinándose a recogerlo. Se dio cuenta que era un talón de equipaje viejo y lo desdobló. JFK-MAD decía.

Respiró profundo. Recordó claramente ese día solemne en Nueva York. Se acercaba al control de seguridad para el vuelo cuando alguien había gritado su nombre.

"¡Mia!"

Se volteó para ver a Daniel corriendo hacia ella sudando y en pánico. Habían terminado hace varios meses así que no tenía idea de lo que estaba haciendo ahí.

"Gracias a Dios que te alcancé. No quería que te fueras sin decirte lo que siento," él dijo.

"Caray Daniel, ¿cómo supiste que estaba en este vuelo? Voy a llegar tarde," ella respondió. Secretamente se palmeó en la espalda por su rápida respuesta a pesar que faltaba bastante tiempo para su salida.

"Hablé con tu hermana y le dije que te tenía que dar tu licencia de conducir que habías dejado conmigo pues la ibas a necesitar."

Siempre tenía las peores excusas. "No quiero saber cómo llegaste aquí. ¿Qué quieres?" ella dijo empezando a ponerse roja.

Se habían apartado a un lado a un salón que estaba casi vacío de otro vuelo. Ella podía sentir la adrenalina correr en sus venas y sus bolsas empezaban a hacerse pesadas. Mucho como su relación.

"Sé que te estás yendo a España y sé que no es el mejor momento. Desde la última vez que hablamos, pensé que ya no te volvería a ver. Honestamente, parte de mí no te quería ver."

"Llega al punto Daniel," dijo fríamente. Él constantemente tenía una manera de darle vueltas y extender la conversación.

"Okay, bueno ahí te va. Sé que piensas que te engañé. Y sí lo hice. Supongo que engañé a nosotros, a nuestra confianza. Te tomé por hecho, Mia. El hecho que nos mudamos a vivir juntos, el aborto, y tú estando miserable por tu trabajo y tu vida – la presión fue demasiado. En vez de disfrutar nuestro tiempo juntos, quise arreglar algo que no estaba roto o no era mío para arreglar."

Daniel pausó, él había claramente ensayado esto pero estaba empezando a tropezar, ya sea por su presencia o al darse cuenta que realmente la había perdido y finalmente quería decir lo que hubiese dicho de una vez por todas.

"Inventé cosas para protegernos o tal vez para esconder lo que estaba mal en nuestra relación. Al final, empezó a aumentar progresivamente de una cosa pequeña a problemas enormes. Supongo que una vez que los dos supimos que no íbamos a tener el bebé, me sentí como un fracaso – no tú. Te decepcioné. Siempre te he decepcionado," él confesó.

Mia no pudo evitar sentirse agobiada. "Daniel, gracias por admitir algunas cosas. Pero honestamente, es demasiado tarde y ya no quiero esto. Sólo hablar sobre ello me está afectando. No sé si te están llegando las señales, pero necesito una ruptura clara – de ti, de mis amigos y familia diciéndome que hacer, y quizás hasta de Nueva York. Quiero hacer algo por mí misma, por mi propia cuenta."

"Mia, eso es exactamente por qué estoy aquí. Me tomó un tiempo, pero lo entiendo ahora. Estoy tan arrepentido por todo lo que hice. A lo mejor en un universo alternativo estábamos destinados a estar juntos, pero entiendo que no en esta vida."

"Daniel," ella dijo, sus ojos empezando a lagrimar. "Sólo termina lo que tienes que decir y vete."

"Mia, espera, escúchame. Te quiero agradecer. El tiempo que pasé contigo me hizo una persona mejor. Me hizo realizar qué buscar en la persona con la que tenga una relación. A lo mejor lo forcé demasiado contigo y no estaba destinado a ser. Y..."

Él empezó a llorar. Él nunca lloraba, excepto por esa vez que su abuela había fallecido.

"Quiero que vayas a España, quiero que te encuentres contigo misma. No vayas a tomarlo a lo seguro como haces a veces. Sé la Mia de la que me enamoré, el único momento puro que tuve en mi vida. Quiero que vayas y encuentres a alguien que te aprecie de la manera que yo no lo hice. Quiero que hagas amistades y sólo 'vivas el sueño' por todos los que no pueden sólo tomar sus cosas e irse."

Él se ahogó en sus próximas palabras. "Sólo vete y tal vez un día a lo mejor podamos ser amigos o sólo decirnos hola en la calle, en la manera que saludarías a un viejo amigo o persona que no has visto en mucho tiempo y que estás realmente contenta de ver. Quizás esa persona tenga un pedazo de tu corazón aunque esté reservado para otro."

La había lastimado tanto y tantas veces que las palabras rebotaron tristemente en la pared que ella había construido y no se quebraría hasta casi un año después.

Coincidentemente, el altoparlante se prendió. "Pasajeros en el vuelo Air Europa 92 a Madrid, estamos empezando a abordar en la sala A6."

Ella recogió sus bolsas y Daniel se acercó a abrazarla y a robarle un beso, pero ella se desvió rápidamente y fue hacia una fila de seguridad abierta.

Después de unos momentos, ella se volteó a mirarlo y lo vio en el mismo lugar con sus manos sobre su cabeza.

También siento que no funcionó...te veo en otra vida Daniel, ella pensó, y cerró sus recuerdos dolorosos.

Mia regresó a la realidad y se contuvo al mirarse fijadamente en el espejo del baño. Arrugó el papel y lo tiró en el basurero. Limpió las últimas lágrimas que ella derramaría por él y se deslizó de vuelta a la cama.

Miró hacia Leo durmiendo junto a ella y supo que ahora estaba en el lugar correcto. Se acurrucó junto a él y él automáticamente la acercó. Fue en ese momento que ella se dio cuenta que a lo mejor todo lo que había pasado durante el último año había pasado por una razón. No estaría ahí si no hubiese sido por toda esa cadena de eventos terribles. Nunca hubiese venido a Madrid a probarse a sí misma y al final encontrarse, encontrar a todas las personas increíbles que había conocido, y sobre todo, encontrar a Leo.

De alguna manera extraña, finalmente todo hacía sentido para ella ahora. Las cosas estaban bien otra vez. Ella había sobrepasado todos sus obstáculos, y Leo había ayudado a empujarla hacia ese camino. Él había creído en ella, cuando ella ni siquiera creía en sí misma. Había sido su consejero, su compañero constante, animándola incondicionalmente desde la banca.

Todavía habría peleas, dolor, y sufrimiento en el camino. Así es la vida. Pero ella podía parar de correr, parar de esconderse, y simplemente vivir. Leo había contribuido a enseñarle eso. La experiencia la había ayudado a crecer en el camino. Ella estaría bien, sabía eso ahora. Finalmente había encontrado a esa persona que realmente la apreciaba y sostenía su corazón. Ahora estaba lista para emprender cualquier cosa y todo hacia adelante.

Enseñando A MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora