Capítulo 29 - La Cumpleañera

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Mia entró a Party City en Union Square con su hermana Teresa. Era un sábado en la tarde al principio de un noviembre fresco en la ciudad de Nueva York. También resultaba ser su cumpleaños y tendría una fiesta esa noche. Había decidido mezclarlo un poco este año y tener una fiesta temática de los años 80.

A Mia le encantaba todo sobre los 80: la moda escandalosa, las novedades locas, y especialmente la música roquera. Había estado trabajando en una lista de reproducción toda la semana y tenía tantas canciones a escoger. Livin' on a Prayer, Billie Jean, Sweet Child O' Mine, Like a Virgin, etc. Era una lista infinita de éxito tras éxito.

Ya había escogido su atuendo también, generosamente prestado por su hermana. Usaría una playera de estampado animal con mallas rosadas y zapatillas puntiagudas negras. Todo lo que le faltaba era unos calentadores de pierna pero fácilmente había encontrado un par blancos por 10 dólares en la tienda Strawberry. También había pasado por la calle en Union Square y encontró a un vendedor que estaba vendiendo lentes de Ray Ban falsos y decidió comprar dos pares de lentes color rosa y morado brillante por $5 cada uno.

Para completar su atuendo, ella usaría muchos accesorios incluyendo unos aretes cursis en forma de corazón, un montón de cuentas alrededor de su cuello, y unos guantes blancos de motociclista. Ni mencionar la sombra de ojos color azul metálico que aplicaría junto con una cola de caballo a un lado. Se iba a ver absolutamente ridícula.

La única cosa que faltaba en su lista de pendientes era decoraciones de fiesta. Mia y Teresa fueron hacia la sección de globos de la tienda. Mientras miraban diferentes opciones, ella jugó distraídamente con la pulsera en su muñeca – la pulsera de Leo.

"¿Por qué crees que no está contestando su teléfono? ¿No crees que ya debería de haberme llamado? ¡Es mi cumpleaños después de todo!" Mia exclamó de repente.

"Tal vez está ocupado. Tú sabes más que yo el dolor de cabeza que es la diferencia de horario," Teresa respondió.

"¡Pero está seis horas adelante! Ya es la noche en Londres. Definitivamente debería haber llamado ya," Mia se quejó.

"Relájate, estoy segura que te llamará. Sabes, nunca te he visto ponerte así por un chico, es un poco chistoso."

Mia no quiso estar de acuerdo, pero sí se sentía fuera de su elemento. Desde que Mia se había mudado a Nueva York, Leo había estado en comunicación constante con ella. Si no llamaba, siempre estaban hablando por el mensajero del Blackberry. Así que definitivamente se sentía raro no escuchar de él todo el día, aún más en su cumpleaños. Sintiéndose un poco desanimada, Mia trató de distraerse con los globos. Notó una caja con un tanque de helio adentro y apuntó hacia él.

"¿Por qué no sólo compramos esto? Será más fácil que inflar todos los globos nosotras mismas," Mia sugirió.

"Perfecto. Menos trabajo para mí."

Mia le tenía que dar crédito a su hermana. No sólo la había ayudado a organizar su fiesta y hasta conseguir el lugar a través de un amigo suyo, sino que había dejado que se quedara en su apartamento por los últimos meses. El sueldo semanal que recibía por su internado apenas le permitía pagar sus propias cuentas. Pudiéndose quedar con ella hasta que encontrara un trabajo de tiempo completo era un alivio enorme.

Caminaron hacia la caja y Teresa recogió una bandera en el camino que decía '¡Feliz Cumpleaños!' en letras gruesas brillantes. "Deberíamos comprar esto también."

Mia sonrió al gesto. Siempre pensaba en todo.

*****

Mia miró alrededor del bar en Diva. Era un restaurante agradable en SoHo que se convertía en un bar durante los fines de semana por la noche después de que quitaban las mesas. Todo estaba listo para la fiesta. Los globos estaban colgados del techo con cuerdas blancas pendiendo por debajo, el DJ ya estaba mezclando su lista de los 80, y hasta su bandera de cumpleaños ya estaba puesta. Lo único que faltaba eran sus invitados. Y una llamada de Leo. Todavía no podía creer que no la había llamado. ¿Se le olvidó completamente?

Los invitados empezaron a llegar y Mia puso su preocupación a un lado. Se sorprendió al ver que mucha gente que no había esperado llegó. Algunos de sus ex compañeros de trabajo y viejos amigos de la universidad que no había visto en un tiempo. La mayoría de la lista de invitados consistía en amigos de Teresa. Ella tenía tantas amistades y amigos con quienes se mantenía en contacto a través de los años. A Mia no le importaba, en verdad lo prefería de esa manera. Si no fuera por su hermana, la fiesta hubiese estado vacía y sido un desastre total.

No todos se habían disfrazado, pero suficientes personas lo habían hecho para apreciar el sabor ochentero. Mia se había preocupado porque como Halloween acababa de pasar, mucha gente no iba a querer disfrazarse de nuevo. Pero luego pensándolo bien, estaban en Nueva York y la gente se disfrazaba todo el tiempo.

Mia había estado tomando fotos con algunas amigas cuando escuchó una voz familiar detrás de ella.

"¿Puedo tomar una foto con la cumpleañera?"

Mia volteó para ver a Leo parado detrás de ella, recién rasurado y bañado, junto con una sonrisa enorme en su cara.

"¡Leo!" ella lloró, y corrió a sus brazos, con una emoción profunda cursando a través de su cuerpo. Él inmediatamente la recogió y la besó de una manera que debería de ser considerado ilegal en público.

"Feliz cumpleaños, dulzura," Leo dijo mientras recobraba el aliento y la regresaba al piso. "Te ves absolutamente ridícula. Me encanta."

"¿Qué estás haciendo aquí?" Mia preguntó incrédula.

"Sorprendiéndote. Por la mirada en tu cara funcionó bien," Leo bromeó.

"¡No lo puedo creer! Realmente estás aquí. Con razón no estabas contestando tu teléfono."

"Lo siento por eso. Estuve un poco atrapado tratando de cruzar un charco."

"¿Cuándo decidiste venir?"

"Hace un mes cuando primero empezaste a hablar sobre tus planes. Decidí que no iba a perder tu cumpleaños."

"Espérate, ¿hasta cuándo estás aquí? ¿Dónde te estás quedando?" Sus pensamientos se desataron con preguntas infinitas.

"Hasta el martes, conseguí tomar unos días libres. Y nosotros...nos estamos quedando en un hotel," Leo dijo agarrándola por la cintura.

Mia se estremeció al tocarla. No había tenido ese sentimiento en meses, y ahora todo estaba corriendo de vuelta. Imágenes de su cuerpo pecador mezclado con el suyo estallaron en su mente. "Bueno, no puedo esperar," Mia alcanzó a decir, sin aliento.

"Yo tampoco, dulzura. Yo tampoco."

Enseñando A MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora