Capítulo 57

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Se encontró reconociendo esa parte posesiva suya furiosa, ansiosa por llenar ese corazón de hielo y alimentarse de su vida. Ese mágico había lanzado un ataque hacia ella, hacia los Frezz, hacia Kaz. Hacia todo lo que le importaba. El ataque no habría llegado nunca, por supuesto, si Wallas no lo hubiera detenido, lo habría hecho Kaz. Pero era el atrevimiento lo que la sacaba de quicio, el que quisieran dañar a los suyos a cualquier costo.

No habían podido con los argumentos y comenzaron con su magia.

Pero ellos no conocían la de ella.

El latido aumentó, lo sintió en todo su cuerpo. Y aunque era maravilloso, también se horrorizó.

Se subió en la mesa de hielo y pasó por encima de ella para seguir caminando hacia adelante. Era un brujo al que tenía en su mano, tenía los ojos del color de los zafiros y piel de color caramelo.

Los dedos de Annabel contrajeron en la nada, pero su magia envolvió ese corazón desesperado.

—Suficiente —gritó alguien.

—¡Ellos llamaron a la pelea primero!

—Déjalos —se rió una mujer—. Veamos quien queda vivo y continuamos con la reunión.

Tenía que ser Lilith.

La magia de Annabel vaciló, no quería matarlo, solo estaba furiosa y quería hacerlo sentir lo que el hielo podía hacer. En ese instante, el brujo levantó su magia agresiva hacia Annabel, pero alguien más se encargó de evitar que la tocara. Stevee. Quien se había acercado también.

—No vinimos aquí a pelear con nadie —dijo la mestiza mirando al resto de mágicos frente a ellas—. Pero si van contra uno de nosotros, todos responderemos.

—Yo no iba contra ella —escupió el brujo—. Era contra esas cosas.

Un chasquido y otro golpe de magia nació.

Como si hubiese nacido del humo que había provocado el fuego de Wallas. Fieras chispas fueron en dirección de los Frezz, volaron de prisa, como estrellas fugaces. Pero en cuanto pasaron la frontera cayeron convertidas en trozos de hielos.

No, no tocaron el suelo. Annabel las recogió y las devolvió.

Una de ellas rozó la mejilla del brujo y la sangre le dibujó una línea en el rostro.

La habitación recibió eso como una habitación.

Vinieron desde varios de los flancos, Pardon, Kaptan, Isía...Todos aprovecharon el momento para ir contra la mesa Kazliar.

Annabel deseó que su magia alcanzara los corazones de todos, sostenerlos en la punta de sus dedos. Solo como advertencia. Pero la persona que tenía ese poder no se había movido, estaba en su mesa, deteniendo a todos los que había llamado "aliados" de que los ayudaran.

Eso solo la hizo enfurecer todavía más.

«El brujo». Masculló Stevee en su mente.

Se movió y sintió que el pelaje suave de un animal la rozaba. Cuando Annabel miró, encontró a Baxter en su piel de lobo de invierno. El lobo pasó su lengua sobre sus dientes y se lanzó hacia uno de los hombres que había estado a punto de caerle encima.

Ellos la estaban cuidando.

Y Kazliar no se había movido. Seguía en la mesa. Observando.

Como Lilith.

Su madre estaba junto a él, el rostro pálido y los ojos desorbitados en su dirección, movió sus labios diciendo su nombre.

Annabel.

El señor de las criaturas de hieloWhere stories live. Discover now