Capítulo 13

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La carta estaba sobre la mesa, era una presencia amenazante que todos odiaban, Ean había querido lanzarla al fuego, pero los gemelos lo detuvieron, la dejaron sobre la pequeña mesa frente a la chimenea para observarla, como si estudiaran a un enemigo.

—Sabía que debían tener espías, Johan nos advirtió —sopesó East, su barbilla descansando sobre sus manos entrelazadas, sus ojos fijos en la carta—. Debemos encargarnos de esto y rápido.

Katerine repasó las palabras escritas en la carta desde su lugar junto a Ean.

Hemos sido informados sobre situaciones desafortunadas en Arty, rumores cruzan el mar sobre que los Frezz cuestionan constantemente la autoridad de su señor. Dada esta penosa situación nos vemos en la necesidad de solicitar una audiencia con Ean, conocido también como el señor de las criaturas de hielo. Esperamos que no duden en solicitar nuestra ayuda cuando así lo crean necesario.

Con el máximo aprecio,

Stelan Baxtarie, Gobernador de Pardon”.

Era la cereza del pastel, la cúspide de la situación.

Katerine resopló y buscó un lugar en el sofá donde estaban los gemelos, recostó su cabeza del espaldar y cerró sus ojos, sus manos se movían por su vientre ligeramente descubierto. Había sobrevivido dos meses más y ella ya no sabía qué hacer con tanto.

—Waylynn dijo que las personas en el refugio están inquietas —dijo Katerine—. Tal vez es hora de que vayamos…

—No —cortó Ean—. Si hay espías es mejor que permanezcas aquí.

—Es cierto, pero por otro lado, esas personas no confían en nosotros —alegó West, se puso de pie y tomó la carta para repasarla más de cerca—. Quizás ha sido eso lo que ha llamado la atención de los espías, tal vez deberíamos darles rostros más conocidos —sopesó—. Rostros que los hagan retroceder.

Un rostro como el de Lilith, pero Ean se había negado, no quería a esa mujer cerca de Katerine por ahora, tampoco quería provocar a Fría. Ean quería esperar antes de intentar cualquier cosa contra la montaña, al menos hasta que el bebé naciera.

—Johan Wilkurt —ofreció East—. Él es tan conocido como Lilith. Tiene experiencia tratando con personas desesperadas, sabrá manejar esta situación.

Johan Wilkurt era la persona a la que ella enviaba reportes semanales sobre la situación en Arty, era un hombre lobo que había peleado en la guerra junto a Lilith, él había cedido su puesto de alfa después de que la guerra hubiera terminado. Katerine lo recordaba como un hombre intimidante, pero siempre había sido educado y amable con ella.

Katerine confiaba en él tanto como confiaba en Lilith.

—Podría funcionar —descubrió.

—Katerine —la llamó Ean—. No me gusta esto —sus ojos estaban oscurecidos, nerviosos, enfurecidos.

—Johan es nuestro aliado, él puede tranquilizar a las personas y hará retroceder a nuestros enemigos —dijo con firmeza—. Nosotros no podemos exponernos ahora, tenemos que dejar que nos ayuden.  

Ean caminó de un lado a otro, parecía un animal enjaulado, quizás así se sentía. Eso hizo que algo se revolviera dentro de Katerine. Sabía que estaba tratando de buscar otra solución, no porque no creyera en el potencial de Johan o Lilith, pero lo ponían nervioso, porque Ean reconocía cuando alguien podía ser tan poderoso como él, incluso más. Pero era eso lo que podría sacarlos adelante, la magia de Lilith, la magia de un nuevo dios que caminaba entre los mortales. Si había alguien que podía hacer retroceder a Fría esa era ella, y si había alguien a quien respetaba la gente ese era Johan Wilkurt.

El señor de las criaturas de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora