Capítulo 15

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Golpe, golpe, golpe.

Calor recorrió su cuerpo.

Y otra vez.

Golpe, golpe, golpe.

Calor. Fuego. Derretía el hielo sobre ella.

Golpe, golpe, golpe.

Sus oídos se destaparon y más allá de un pitido, escucho voces, movimiento y el llanto.

Los golpes en su pecho se detuvieron y pudo respirar cuando una máscara fue puesta sobre su nariz. Abrió sus ojos, porque sabía que debía hacerlo, sabía que tenía que mirar, buscar el llanto y darse cuenta de que la criatura que lo emitía era suya. Todo era borroso y poco distinguible. Sentía la presencia de Ean cerca, repetía su nombre con suavidad, sus labios pegados contra su oreja, le estaba suplicando que resistiera.

Parpadeó con cansancio y poco a poco su visión se fue aclarando, lo suficiente como para reconocer a un bulto envuelto en los brazos de Ean, ya no lloraba, su mano diminuta estaba sujeta del dedo pulgar de su padre. Ean debió percibir el interés en Katerine, porque se inclinó para que ella pudiera mirar al niño.

Todavía estaba manchado de sangre y líquidos, pero bajo todo eso era reconocible una piel morena como la de ella, tenía sus ojos cerrados y hacía un puchero con sus labios, en la cima de su cabeza su cabello blanco estaba adherido a su frente pegajosa. Era pequeño y precioso.

Y era de ella.

Sonrió.

—Comenzaré a curarla —murmuró Waylynn—. East, hazla dormir.

No, no quería dormir, quería seguir observando a su bebé. Quería seguir…

Sintió que su mente era acunada y mecida, una voz de hombre la pidió que durmiera.

Así lo hizo.

*****

Seguía teniendo la máscara de oxígeno cuando despertó, lo primero que hizo fue retirarla y luego miró al resto de personas en la habitación. Estaban todos, observándola también. Sus ojos buscaron a quien seguía estando entre los brazos de Ean.

—¿Cómo te sientes? —quiso saber la bruja cuando Katerine se reincorporó.

—Extraña —contestó con sinceridad. Moverse sin sentir el peso en su vientre era…extraño. Todo su cuerpo se sentía extraño—. ¿Cómo está él? —hizo un ademán al bebé.

Ean lo llevó hasta ella, el rostro del hombre tenía un color enfermizo y sus hombros se sacudían con ligereza. Cuando depositó al bebé en sus brazos besó su frente repetidas veces.

—El niño…—empezó la bruja.

—Kazliar —interrumpió Katerine, sus dedos trazaron los rasgos de su bebé—. Su nombre es Kazliar.

—Kazliar está perfecto —corrigió la bruja carraspeando—. Pero tu corazón se detuvo por varios segundos. Te congeló. Congeló la habitación entera, nos hubiese congelado a nosotros si Ean no hubiera estado aquí —Katerine arrugó el rostro, esa magia agresiva no parecía prevenir de la adorable criatura que succionaba uno de sus dedos, debía tener hambre—. East tuvo que hacer compresiones, West buscó el oxígeno y yo…Dioses, Katerine, te hubiese asesinado si te atrevías a morir en mis manos —terminó soltando una risa aliviada.

Suspiró, ella también estaba aliviada de estar viva. Iba a darle de comer, estaba a punto de desnudarse el pecho cuando escuchó un aullido proveniente del piso de abajo.

—¿Hawel? —preguntó levantando su rostro hacia los demás.

—No ha vuelto a su forma humana desde que estamos aquí —informó East, tenía las mangas de su camisa blanca arremangadas, estaba manchada tanto de sudor como de sangre, su cabello estaba despeinado y parecía estar tan pálido como Ean.

El señor de las criaturas de hieloWhere stories live. Discover now