Capítulo 6

1K 229 34
                                    

Sabía que se había caído, sabía que East la estaba levantado y que Waylynn estaba preguntándole algo. Pero Katerine no escuchaba nada y de pronto sintió que el aire se le atoraba en el pecho.

Sabía lo que era, lo había experimentado muchas veces en el pasado.

No podía respirar, no podía ver más allá de la oscuridad en la que había caído. Y volvía a estar sola, Ean no estaba en ninguna parte. Podía ver la sangre manchando sus piernas, las sabanas, sus propias manos. Podía sentir las punzadas en su vientre. Podía sentir que se ahogaba de nuevo con el pánico, la ansiedad, el dolor.

—Respira —Waylynn la abofeteó—. Todo está bien. Respira.

Eso no era cierto, nada estaba bien, nada lo estaría. Su pesadilla se había hecho realidad otra vez. Estaba embarazada y ella no iba a poder con eso, su cuerpo no iba a soportarlo ya se lo habían advertido. Iba a perderlo. Otra vez. Otra vez. Otra vez.

¿Cuántas veces más tendría que soportarlo?

Katerine no podía más.

Necesitaba respirar, pero las paredes se sintieron enormes, el espacio se redujo y…

—Tengo que salir —dijo desesperada— No puedo respirar aquí.

Jadeaba.

East le sirvió de apoyo cuando se abalanzó hacia la puerta, cuando estuvieron en la sala, casi en la puerta trasera, Waylynn le pasó un abrigo grueso por los brazos y la ayudó a ponerse un pantalón.

El viento helado sacudió su mundo, llenó sus oídos y entró por su garganta. East la llevó hacia unas bancas que estaban bajo un pequeño techo de concreto, una vez sentada Waylynn le colocó calcetines y botas. Le estaba preguntando a East sobre lo que le pasaba, él solo comenzó a explicarle sobre su condición y perdidas pasadas.

Su patio trasero era muy abierto, si se caminaba derecho podía llegarse al bosque que llevaba a una de las grandes montañas, eran preciosas, gigantes y mirarlas hacía que Katerine se sintiera bien. Ean le gustaba salir en las noches a ver las estrellas desde allí, a veces leían, todo dependía del clima.

Lo quería con ella, quería que Ean estuviera allí en ese momento, tenía miedo de quedarse sola y despertar bañada de sangre, pero…pasaría, tenía que pasar, estaba condenada.

—Voy a perderlo —afirmó, deshecha. 

Waylynn le envolvió los hombros.

—No sentí nada malo allí, solo…furia, celos, a esa magia no le gusta que la olisqueen. Todo está bien, Katerine.

—Eso no importa —empujó a la mujer—. No quiero que me hables de…su magia, no quiero saber nada. Yo no voy a ser capaz de resistir la gestación completa, eso fue lo que me dijeron. Esto no debería pasar, estuve tomando un anticonceptivo especial, estuve… ¿Por qué ahora? ¿Por qué?

Los temblores en su cuerpo se reanudaron y las lágrimas rodaron por sus mejillas.

—Existe un dicho —murmuró Waylynn, sus ojos fueron hacia las montañas congeladas—, sobre las criaturas del hielo, dice: Los corazones congelados le pertenecerán al hielo y nada más, cuidado si intentas ir más allá, lo que es del frío en el frío debe estar —Katerine no se molestó en decir nada, solo se abrazó a sí misma—. Tu temperatura en baja ahora…—sopesó la bruja, su mirada ahora yendo hacia East—. ¿Qué pasa si antes no resistió los embarazos porque no estaba en el entorno indicado? Ella tiene dos años aquí, su salud está bien, está perfecta, nada me dice que podría perderlo, ¿y si está vez fuera diferente?

Katerine volvió a quedarse sin respiración.

—Waylynn.

La voz de East fue advertencia pura.

El señor de las criaturas de hieloWhere stories live. Discover now