Capítulo 14

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La visita de Johan había sido breve, hizo “su magia” en el refugio –como decían los gemelos-, fue a la casa para poder reunirse con Katerine y Ean y después tomó su camino a la isla del Canje. En la tarde Waylynn confirmó que su discurso para las personas del refugio fue exitoso y logró su cometido, las personas estaban más tranquilas. Ean era el único disgustado, no había sabido que Katerine le había dado permiso a los gemelos para que lo llevaran a la casa. Se había comportado como un auténtico grosero y desagradecido cuando le cerró la puerta en la cara.

Pero estaba hecho. Johan sabía que ella estaba próxima a dar a luz.

Ean pensaba que Johan iba a traer a Lilith después de enterarse, pero los meses pasaron y nadie llegó. No hubo más cartas de los gobernadores, no hubo más inconvenientes con los Frezz o habitantes nerviosos. Fueron días tranquilos.

Lo único que ahora preocupaba a Katerine era la idea de su parto, se estaba acercando la fecha y nada malo había ocurrido, ella no se había permitido sentir miedo por lo que traer a un niño al mundo significaba, sobre todo cuando estaba tan cerrada a la idea de que ese niño nacería. Todo era diferente ahora. Tan diferente que en más de una ocasión se había encontrado a sí misma buscando el nombre adecuado para su hijo. Ean quería que ella lo escogiera, no había cambiado de opinión, cada noche le preguntaba si su hijo ya tenía un nombre.

Una noche tuvo la respuesta.

Estaba sobre la cama, había hecho su laptop a un lado para dejar que Ean la revisara como cada noche, jugaba con su hijo, lo mimaba. Y lo que llevaba dentro respondía.

—La gran Pretit me dijo una vez que Ean significaba “no decir”, “no pronunciar” —dijo sintiendo las manos frías de Ean sobre su vientre, sus ojos grises se alzaron para mirarla, una lluvia de pestañas blancas se batieron en su dirección—. El nombre de nuestro hijo será todo lo contrario.

Él le sonrió, mostrando con sutileza sus caninos.

—¿Ya tiene un nombre? —preguntó subiéndose sobre ella, teniendo cuidado de no dejar caer su peso sobre su cuerpo.

—Sí —sonrió.

Sus rodillas estaban a cada lado de sus caderas, sus manos a cada lado de su cabeza. Ean bajó su rostro hasta que sus labios presionaron los de ella.

—¿Cuál es su nombre, In?

Miró directamente hacia sus ojos.

—Kazliar —su piel se erizó—. Significa que tiene que ser alabado, cantado, adorado. Es una palabra antigua de un dialecto indio humano —explicó.

Kazliar —probó Ean.

Sus ojos ardieron y besó su aprobación, estaba decidido. Las estrellas brillaron con más intensidad esa noche y el viento rugió llevándose el sonido de ese nombre que haría vibrar el mundo.

*****

La nieve caía afuera y Katerine sentía unas inmensas ganas de salir. Ean estaba leyendo contra su oreja, ambos estaban en el sofá que habían apartado de la chimenea. Ella estaba distraída, escuchaba la voz de Ean lejana, casi inentendible. Quería ir afuera y sentir la nieve sobre su piel, se veía tan hermoso, las montañas habían tragadas por nubes densas que casi llegaban al bosque, el clima había empeorado esos días, pero Katerine había pasado tanto tiempo encerrada que no le importaba.

Se levantó del regazo de Ean con dificultad y caminó hacia la ventana, Ean dejó de leer.

—Quiero salir un momento.

—In —Ean se movió y llegó a su lado—. Es peligroso.

Puso una mano sobre el vidrio y casi gimió con anhelo.

El señor de las criaturas de hieloWhere stories live. Discover now