Capítulo 20

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El equipo del Departamento Especial de Inteligencia que fue enviado a Arty para la investigación fue dirigido personalmente por Ariel Rowclay, era una de sus directoras e hija de Ariadna Walker. Ariel había sido entrenada en esa escuela para ser una cazadora, se convirtió en la mejor y fue parte de la lista de honor hasta que comenzó la guerra. La sede de Inteligencia en Victoria había sido atacada y se descubrió que varios de sus directores eran seguidores de Diana Pearl, creyendo en secreto lo que Zachcarías Losher decía de las mezclas.

"Dañaba la sangre".

Katerine nunca había tratado con la hija de Ariadna, pero fue agradable poder conocerla, era una mujer fuerte y a quien no le gustaba dejar cabos sueltos. Ella y su equipo barrieron casi todo el perímetro del bosque que quedaba bajo la montaña, incluyendo los asentamientos de los Frezz. Escucharon la historia de Ean, fueron al pueblo, vieron la bebé y tomaron fotografías, pruebas de su sangre.

Y al final de esas dos largas semanas, Ariel les dijo: —Supimos que hubo un barco que llegó en la mañana y se fue en la noche ese mismo día —sus ojos eran de un azul impresionante y llevaba su cabello castaño sujetado con una trenza—. Si nadie conocía a esta mujer tal vez era porque no era de aquí. Creemos que pudo venir solo con un fin, dejar al bebé y marcharse. O... morir en su tierra y esperar que alguien tomara a su bebé.

—¿Tú crees que el bosque tomó su cuerpo? —cuestionó Ean con rudeza.

Ariel sonrió, sus ojos adquirieron un brillo distinto.

—Cuando se trata de magia, todo es posible —aseguró, para terminar carraspeando—. Además, no conseguí ningún rastro, claro que han pasado demasiados días y no estoy acostumbrada a cazar algo en el hielo —ajustó su abrigo y dio un paso hacia el auto que la esperaba—. Haré un informe detallado de esta investigación, guardaré una en el registro y les enviaré una copia.

Johan Wilkurt estaba recostado del capo del auto, Hawel a su lado, no conversaban, Katerine supuso que estaban escuchando la conversación.

—Gracias, Ariel —sonrió apenada Katerine, Ean estaba haciendo ruidos de exasperación.

Ariel estudió al hombre de hielo con una mirada entrenada.

—Intentaré conseguir algo de información en el puerto de Pardon, pero no puedo prometerles nada —advirtió cuadrando sus hombros—. Los barcos de allí nunca guardan registros de nada, aunque ya se los hayamos sugerido, eso entorpece mucha de nuestras investigaciones. Lamento que esto no haya resultado como esperaban —suspiró, su aliento se arremolinó en una nube frente a sus labios enrojecidos—. Ella es una bebé hermosa.

—Se llama Annabel —espetó Ean volviendo a entrar a la casa, Kazliar iba de su mano y llevaba a Annabel cargada en el otro.

Katerine sintió que las mejillas se les enrojecían, pero Ariel solo soltó una suave risa.

—Perdón por eso, esta situación es difícil para él y...—empezó la morena.

—Los hijos cambian a las personas, lo entiendo —la interrumpió, hizo un ademán con su cabeza hacia donde estaba Johan con el cachorro, ahora estaban discutiendo sobre algo que Katerine no podía escuchar—. Deberías escucharlo hablar, todo es sobre el cachorro. Es adorable y un sobreprotector de lo peor.

Lo creyó.

—¿Tienes hijos?

Abrió tanto sus ojos que Katerine pensó que se saldrían de sus cuencas. Negó con decisión.

—Oh, dioses, no...Eh...—rió y se sacudió, como si un escalofrío la hubiese atacado—. Mi compañero y yo no estamos hechos para eso, es...una responsabilidad muy grande. Nos gusta nuestra vida de esta manera —balbuceó con timidez.

El señor de las criaturas de hieloWhere stories live. Discover now