Capítulo 49

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Su magia podía tomar formas extrañas, podía ser nieve suave y húmeda o podía ser filosos dientes de hielo sólido. Las personas lo veían de esas dos maneras, amable o amenazante, juguetón o bruto. Kazliar tenía profunda consciencia de que su magia no solo era eso y se había dado cuenta gracias a Annabel. Al principio, cuando ella apenas estaba probando sus formas, todos la clasificaban como indómita. Pero con el transcurso del tiempo, de prácticas y estudios ella la había hecho evolucionar a...algo no muy distinto, seguía teniendo su esencia, su alma salvaje, solo que ahora seguía una voz, aunque la magia no solo podía sumirse, tenía vida propia y podía sugerir, motivar, tentar.

Kazliar podía ver como existía un equilibrio entre la voz de la magia de Annabel y ella misma. La sentía. Como sentía todo sobre ella.

Practicar con ella en el patio de su casa se había convertido en su tarea favorita, desde la reunión con Lilith todos se habían puesto a trabajar, quitándole tiempo para verla durante el día o a escondidas. Le daba visitas nocturnas ocasionales, pero cada una era demasiado peligrosa y últimamente Ean no le quitaba los ojos de encima a ambos.

Al menos esto, la práctica, alimentaba un poco las crecientes ansias que se habían desbordado desde el primer beso. No podía sacárselo de su cabeza ahora que sus roces eran escasos.

Se sentía tenso y ansioso y sensible. Nada bueno con lo que estaba por caerles encima.

Ean todavía no había dicho nada sobre Annabel y los Frezz, Kazliar había intentado sugerirle que él la cuidaría, pero su padre siempre terminaba el asunto con gruñidos.

Con la fecha de la reunión de los gobernadores acercándose eso no era lo más correcto de su parte.

Todos lo sabían. Incluida Annabel. Que había tomado una decisión rotunda.

—No me importa lo que diga. Iré y llevaré a Jax conmigo. Si eso nos salva el trasero, puede pasar toda la vida sin hablarme si quiere —Annabel sacudió su mano sin interés.

Pero Kazliar sabía que ella actuaba, su padre no le había estado dirigiendo la palabra y eso la estaba desquiciando. Él no lo hacía apropósito, Kazliar lo escuchó diciéndole a su madre que solo no sabía que decir, porque había muchas cosas sobre ella que no comprendía, sobre todo su extraño vínculo con Wallas.

Un placer culposo lo invadía cuando pensaba que era ese vínculo el que le quitaba el sueño a su padre.

Tenía que admitir que algunas veces también le sucedía. Le había asegurado a Annabel que estaba bien y era verdad, conocía a Wallas y lo que toda la vida había sido para Annabel. Pero en las noches en la que la extrañaba más que nunca y su ansiedad lo golpeaba, llenaba su cabeza de situaciones en las que ella prefería a su amigo en lugar de él.

¿No solucionaría eso las cosas? ¿No las haría más sencilla?

Podía gritar su vínculo a los cuatro vientos.

Nadie los miraría raro. Nadie los juzgaría.

Y sin embargo...no lo soportaba. Tenía muchos pensamientos posesivos que despertaban con esos escenarios. Pensamientos peligrosos, descontrolados e instintivos.

—Kaz —la voz de Annabel lo sacó de sus pensamientos—. Voy a reunirme con Jax en unos minutos.

—Papá te dio una orden —le recordó, bajando su guardia, chitando a su magia.

Batió sus pestañas provocándolo.

—Pero tú podrías cambiarla.

Kazliar hizo una mueca cuando ella se acercó.

El señor de las criaturas de hieloWhere stories live. Discover now