Capítulo 12

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Katerine no leía sin Ean, pero en las noches le costaba tanto dormir que no pudo encontrar otro alivio que aquello. Devoraba página tras página y cuando el sol se asomaba por el horizonte ella se derrumbaba agotada. Cuando despertaba sus ojos ardían y la luz la lastimaba, pero no sentía arrepentimiento.

Se refugiaba en el trabajo también, los gemelos y Waylynn la monitoreaban todo el tiempo, tomando su temperatura, presión arterial…Pero le daban su espacio para no hacerla sentir ahogada, ya era suficiente con tener que estar encerrada.

Estaba revisando las listas de las siguientes familias en mudarse del refugio cuando Waylynn llegó, traía una sonrisa deslumbrante y sostenía su pipa en una de sus manos. Katerine esperó.

—Adoptaron a dos niños hoy —informó la bruja sin conseguir contenerse.

Katerine sonrió.

Había una pareja de mágicos que había pasado todas las inspecciones dentro de las leyes para adoptar un niño, estaban ansiosos y habían esperado meses para visitar el refugio. Katerine los había estado vigilando y coordinando cada reunión. La pareja había llegado el día anterior con todos los permisos para ver a los niños.

—¿Hawel? —preguntó con los ojos acristalados.

La pareja había estado encantada con el perfil del niño, pero Hawel…

—No quiso nada que ver con ellos, les gruñó, pataleó y les dijo que estaban locos si decidían llevárselo a él.

Le dolió el alma al escucharlo.

—Quisiera hablar con él —murmuró Katerine, apoyando su cabeza en sus manos.

—Los odió aún más cuando supo que se llevarían a la pequeña Cindy —se lamentó Waylynn—. Dioses, ese niño necesita disciplina.

Hawel y Cindy peleaban siempre, pero eran amigos, él solo jugaba con ella.

—Será más difícil para él ahora —resopló la morena.

—Necesita disciplina —insistió con lentitud la anciana.

Katerine se cruzó de brazos.

—Ninguna de las dos tiene la capacitación para determinar eso —soltó a la defensiva.

La anciana soltó una buena carcajada.

—Críe a mi hija y sigo criando a mis nietos, créeme cuando te digo que puedo reconocer los berrinches y rabietas caprichosas. Desde mi experiencia te lo digo, necesita disciplina, es un hombre lobo, tiene que aprender a controlarse ahora, porque si sigue sin ser corregido no se convertirá en nada bueno. 

No tuvo que decir nada más, los gemelos entraron con la compra, estaban discutiendo sobre los precios de alguna salsa. Se quedaron callados cuando sintieron la tensión en la habitación, ambos estudiaron a Katerine antes de dirigir su mirada a la anciana.

—¿Trajeron la soda? —cuestionó Katerine caminando hacia el mesón.

No quería seguir discutiendo, eso no iba a ayudar en nada. Necesitaba un respiro y luego…seguir trabajando. Hurgó en las bolsas hasta que East le pasó un paquete con seis latas de soda sabor cereza. Katerine se había estado ansiosa por una.

Mientras la bebía vio a los gemelos organizando los productos, West solo quería meterlos en la alacena, pero East era quisquilloso y le gustaba mantener un orden específico. El gemelo desordenado descartó la organización y se retiró alegando que volvería más tarde.

—¿A dónde vas?

Katerine no pudo detener su curiosidad. West la miró desde la puerta.

—Conocí a una mujer —fue todo lo que dijo antes de guiñar su ojo y marcharse.

El señor de las criaturas de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora