Caímos de nuevo al suelo, pero esta vez escuché fuertes aplausos. Lleve mis manos al abdomen e inmediatamente se llenaron de sangre, mire hacia mi izquierda y extendí mi brazo hacia Harry que lloraba en el regazo de un Cedric totalmente pálido y frío.
- ¡Aah!- se escucho un ruido de terror por parte de Fleur al darse cuenta de la situación.
El profesor Snape corrió hacia mi intentando parar el sangrado, pero no podía conjurar ningún hechizo cicatrizante porque aún tenía la daga clavada, justo antes de irnos mi tío la lanzo intentando dar a Harry, pero logro darme a mí. Dumbledore por su parte intentaba separar a Harry del cuerpo interne de Diggory.
- ¡Ha vuelto! Voldemort a vuelto.- Harry alegó aún sin soltar el cuerpo del Hufflepuff.- Cedric me pidió que trajera su cuerpo.- el lugar quedó totalmente en silencio, solo podían escucharse la palabras de Harry y mi entrecortada respiración.
- Tranquilízate, Harry.- Dumbledore intentó tranquilizar al chico que ya era un mar de lagrimas.- Estás en casa, estáis los tres en casa.
- ¡Permaneced en vuestros asientos! Acaban de matar a un muchacho.- cada vez escuchaba más distorsionadas las voces y sentí mi vista nublarse.
- ¡Es mi hijo!- un hombre se arrodilló al lado de chico que yacía a mi lado.
- ¡Alya, Alya!- sentí a alguien agarrar mi cara, no podía ver con claridad quién era, pero podía distinguir la voz de mi primo.- Profesor Snape, tiene que hacer algo, rápido.
- Bien.- el jefe de mi casa asintió.- Alya, esto te va a doler.- sentí como sacaban de golpe la daga que había permanecido clavada en mi abdomen todo el tiempo. Solté un grito que juro haberme desgarrado la garganta, luego quien supongo que era Snape acercó su varita a mi y comenzó a pronunciar un hechizo.
En ese momento cerré mis ojos y perdí totalmente la consciencia.
Abrí los ojos lentamente para ver una cabellera rubia a un lado de la cama en la que estaba y al otro un pelirrojo. Quite la manta que me cubría de encima mía y subí mi camiseta, destapando un cicatriz en el lado izquierdo de mi abdomen, pase mis dedos levemente por ella.
- Has despertado.- un pelirrojo somnoliento me habló.- Creo que lo tuyo con la enfermería ya es una afición.- se acercó a mi y posó su mano sobre mi cicatriz para darle pequeñas caricias.- Me extraño que tú primo me dejase quedarme, ni si quiera me dijo ni una vez que me fuese.
- En el fondo no es tan malo.- le sonreí y acaricie la cabeza del rubio de dormía a mi costado.
- Nos tenías muy preocupados, a todos.- se agacho para darle un pequeño beso a mi cicatriz, en ese instante no pude controlar mis lágrimas, que ya bajaban por mis mejillas.- Te quiero.- se acercó y limpio las lágrimas que no dejaban de salir.
- Yo pensé, pensé que me moría.- me lancé a sus brazos, y él me recibió gustosamente, yo me dediqué a llorar en su hombro, mientras él acariciaba mi cabeza y espalda.
- Estás aquí, conmigo.- me susurró.
- Suelta a mi prima, Weasley.- me separe aun con mi cara llena de lágrimas.
- Te veo luego.- me dijo para luego irse, y darnos intimidad al rubio y a mi.
- Joder, Alya, no puedes hacer esto cada dos por tres.- ahora era él quien me abrazaba.- Pensé que te perdía.- me apretó más fuerte hacia él.
- Draco.- me separe de él.- Él ha vuelto, aunque supongo que ya sabías de esto por lo de los mundiales.- le dije seria. Iba a hablar pero le callé.- Él mato a Diggory e intentó hacer lo mismo con Harry, él es mi padre.- su cara cambió a una de sorpresa.- No puedo volver a casa Draco.
- ¿Qué? ¿A qué te refieres con eso?- me dijo algo frustrado.- Se que tienes miedo, yo también lo tengo, pero yo no sería capaz de abandonarte, ni a ti ni a mi madre.- me dijo ya enfadado.
- Draco, esto.- señalé mi cicatriz.- Me la ha hecho tu propio padre, aún no estoy segura de que fuese aposta, pero no estoy a salvo allí.- agarre su mano.- Él me dio a elegir bando, y ya lo hecho.- le mire dando a entender que estaba del lado de Harry.- Por favor, ven conmigo.- le rogué.
- No, yo no puedo, no puedo dejar a mi madre sola.- se levantó.- Te ayudaré a esconderte si es lo que quieres, en vacaciones me inventaré que estás en casa de alguna amiga.- le regale una pequeña sonrisa.- Pero por favor, mantenme informado de tu estado pro cartas.
- Black.- Potter interrumpió en la enfermería de forma algo brusca.
- Draco, nos vemos luego.- me despedí de él, para quedar a solar con Harry, ya sabía como se tornaría esta conversación.
- Tú, ya lo sabías.- afirmó.- ¿Por qué no lo dijiste?- preguntó algo agresivo.- Nos has estado engañando todo este tiempo, ¿no es así?
- Harry, yo no estoy con él.- bajé la mirada.
- ¡No me mientas!- se acercó a mi haciéndome retroceder en la cama.- Todo este tiempo confié en ti, eras mi amiga.- sin que me lo esperase me agarro del cuello apretando cada vez más su agarre. Yo solo movía las manos intentando saltarme, era la segunda vez que me intentaban ahorcar en apenas unas horas.
- ¡Harry!- Dumbledore entro a la enfermería junto al profesor Snape.- Suéltala.
- ¡No! Ella es un traidora.- Snape se acercó a él e hizo que me soltase.
- Harry debes tranquilizarte, la señorita Black no es una traidora.- le explicó Dumbledore mientras yo recuperaba el aliento.
- No lo entiende señor, ella es su hija.- dijo desesperado.
- Lo se Harry, desde el principio del Torneo, me lo dijo la propia Alya. Creo con firmeza que ella a mostrado lealtad Harry.- el chico solo bajo la mirada.- Harry, me encantaría que esto quedase entre nosotros.- Potter asintió y salió a toda prisa de la enfermería.- La dejamos descansar señorita Black.- ambos hombres se despidieron y salieron dejándome completamente sola.
Cogí un pequeño espejo que reposaba en la pequeña mesa a mi lado, en el reflejo pude ver mi cuello con marcas moradas probablemente creadas por Voldemort y empeoradas por Harry, subí el espejo de manera que fuese mi cara la que se reflejaba en él, en la mejilla derecha tenía un corte hecho por Pettigrew. Deje el espejo de nuevo en su sitio con resignación.
Ahora tengo que pensar a donde voy a ir, si no quiero volver a la Mansión de los Malfoy.
Me levante de la cama, me vestí con mi uniforme y camine al Gran Comedor, hoy se haría una ceremonia en memoria de Cedric. Al entrar sentí algunas miradas posadas en mi, además de susurros al verme pasar. Camine hacia la primera fila y me senté, sola.
-Alya.- Harry se sentó a mi lado.- Perdóname por como me comporté en la enfermería.- me dijo algo decepcionado.
- No pasa nada Harry, lo entiendo, si tuviese el valor de hacerlo, yo misma me quitaría de en medio.- le confesé.- Yo no he elegido ser hija de quien soy.
- Tú no tienes que sentirte mal Alya, nada es tu culpa.- agarro mi mano.- Dumbledore tiene razón, has demostrado de que lado estás.- le sonreía tras escuchar eso.
- Hoy hemos sufrido.- Dumbledore comenzó su discurso, haciendo que los dos dejásemos nuestra pequeña conversación y nos pusimos en pie.- Una terrible pérdida. Cedric Diggory era, como todos sabéis, un excepcional estudiante.- se levantó de su asiento.- Una mente preclara, y lo más importante, era un fiel amigo. Creo, que por tanto, merecéis saber la causa de su muerte. Veréis, Cedric Diggory fue asesinado por Lord Voldemort.- mantuve mi mirada fija y mi cabeza en alto, por mucho que tuviese ganas de romper a llorar.- El ministerio de magia era contrario a que os lo dijera, peor no hacerlo me parecía un insulto a su memoria.- sentí una mano apretar la mía y por unos segundos aparte mi mirada del anciano, para ver al pelirrojo que conseguía llenarme de paz.- El dolor que todos sentimos hoy, me recuerda, nos recuerda, que por distinto que sea nuestro origen o idioma, nuestros corazones laten como uno solo. A la luz, de los recientes acontecimientos, nuestros vínculos de amistad se harán más importantes que nunca. Recordad eso, y Cedric Diggory no habrá muerto en vano. Recordad eso, y honraremos a un muchacho amable y honrado, valiente y leal hasta su último momento.
Fui a mi habitación a hacer mi maleta, ya había decidido dónde iría ahora. Baje al patio, lleno de alumnos despidiéndose de sus nuevos amigos.
- Draco.- me acerque a él.
- Cuídate.- me abrazo.- Y no te preocupes por mi, voy a estar bien, y mi madre también.- asentí y me aleje de él.
- Alya.- dos pelirrojos idénticos de acercaron a mí.- Ten un buen verano.
- Igualmente Fred.- le sonreí.- No creo que este año pueda comunicarme por cartas.- mire algo triste a George.
- ¿Por qué?- preguntó confuso.
-Yo, solo no creo que pueda. No iré a casa.- le comuniqué.
- Entiendo que no quieras volver con los Malfoy.- dijo riéndose, aunque en verdad no sabía nada de lo que pasaba.- Puedes venir a mi casa. Seguro que a mamá le cae bien.- le hablo a su hermano.
- No creo que sea buena idea George.- agarre su mano.
- Piénsatelo, te enviaré una lechuza para invitarte.- hizo un leve gesto a su hermano para que nos dejase solos. Cuando esto sucedió, se acercó a mi y me dio un beso tierno y lento.
Lo iba a echar mucho de menos, él hacía que por instantes no pensase en lo que venía encima.