Los Cambios En El Amor

By Rryolen

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Adamaris Gutiérrez es una mujer Mexicana que lucha constantemente por triunfar en un mundo en el que las medi... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítu...💔
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13 MARATÓN parte 1
Capítulo 13 MARATÓN parte 2
Capítulo 13 MARATÓN parte 3
Especial Final De Maratón
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capitulo 17 MARATON parte 1
Capítulo 17 MARATON parte 2
Capítulo 17 MARATON parte 3
Especial fin del maraton
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capitulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capitulo 25
Capítulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55 Maratón parte 1
Capítulo 55 Maratón parte 2
Capítulo 55 Maratón parte 3
Especial Final de Maratón
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70

Capítulo 47

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By Rryolen


Calidez y amor.

Son sentimientos tan diferentes pero fáciles de confundir por lo bien que te hacen sentir. Y es lo que en estos momentos invaden su mente y corazón, aparte de otros sentimientos positivos. Ambos lo sentian, uno por primera vez y la otra con mayor fuerza.

Más fuegos artificiales aparecen para que las palabras escritas en el aire no desaparezcan pero estas ya estaban grabadas en la mente y corazón de la pareja.

Gruesas lágrimas de felicidad caen de sus ojos sin control alguno y que muy seguramente llegarían a desmaquillarla si tuviera maquillaje. Niega, sin poder creer el espectaculo que ven sus ojos. Su dudosa mirada se desplaza del cielo al empresario sin poder decidirse por cual de los dos debería captar su atención. Ríe e intenta secar las lágrimas pero más empañan su rostro. Hasta que Alejandro enamorado de los gestos contresnados de la castaña se acerca a ella sin apartar su mirada y con una sonrisa deslumbrada y le tiende un pañuelo la cual agarra agradecida y se seca el rostro. Adamaris quisiera preguntarle tantas cosas pero siente que si abre la voca su voz nada saldría de ella. Fijó su vista ya no tan borrosa y se sintió aturdida por lo bien que se veía pese a que su cabello -antes perfectamente peinado- se encontraba revuelto, siendo utilizado por la fría brisa de aquella noche.

—¿Qué es esto? ¿Qué haces aquí? Mi hermano te puede ver y los vecinos pueden llamar la policia —comenta Adamaris sin atreverse a mirarlo mientras seca los restos de lágrimas.

Alejandro hace un puchero. Adamaris suelta una risilla, conmovida.

—No podía ir a la cama sin verte, bonita, así que tomé mi auto y monté todo los que vez —su cabeza se mueve señalando hacía atrás donde todavía se escuchaban los petardos de las explociones.— necesitaba verte —explica sonriente, agarra sus manos y las une cubriendolas con las suyas, las besa y añade.—y decirte en persona decirte que —besa dulcemente las palmas de sus mano.—te extraño —finaliza besando castamente sus labios pero ambos lo sintieron con dulzura.

Los ojos de la castaña se volvieron a llenar de lágrimas y se sonrojó. Si bien no era la primera vez que se decian cosas realmente lindas y lo expresaban abiertamente, que Alejandro lo dijera en voz alta y con semejante escena montada era conmovedor y no pudo evitar afligirse. Debido a que no tenía maquillaje Alejandro pudo ver su sonrojo sintiendose cada vez más enamorado y feliz porque es él el motivo de sus emociones, extiende su sonrisa, mostrando sus dientes mientras la observa con cariño. Adamaris suelta una risilla mientras lloraba. Alejandro pensó que se veía adorable y no pudo evitar llevar sus manos a su rostro, secar una lágrima que se encontraba bajando a su mentón y quedarse acariciar aquella zona.

—Adorable —menciona con suavidad. Adamaris avanza atraída por su belleza y envolviendo sus brazos, lo abraza envolviendo sus dedos tras su chaqueta.—¿te gustó la sorpresa? —le pregunta.

—¿Qué si me gustó? Amor me encantó, me encantó todo —menciona después de lanzarse a sus brazos y repartir besos en su rostro para gusto del empresario quien se hechó a reír; primero en su frente, seguido de la punta de su nariz mientras no dejaba de halabarlo.—¡eres el mejor, el mejor! ¿cómo se te acurrió semejante espectaculo? —por último besó sus cachetes y boca.

Alejandro se encoje de hombros.

—Simplemente quería verte y de camino acá me tope con estos señores —explica con indiferencia.—quería sorprenderte, ¿estás sorprendida? —parpadea esperando su respuesta.

—Ay Alejandro a veces haces unas cosas —dice apenada. Suspira y envuelve sus manos en el cuello del otro.—Alejandro. Yo también te extrañé —gesticula cariñosa, besa su boca. —pero estás loco —Alejandro suelta una risilla.—¿Y... y tu auto? —le pregunta y se apartan, sin apartar el agarre en sus manos.

—Yo estoy loco por ti. Y con respecto a mi auto, lo dejé, a unas cuadras más abajo, no quería que me reconocieran —explica.—por cierto, ¿cuándo le diremos a tu familia? —desplaza su mirada mira por encima de su rostro, mirando la oscuridad de la sala de la casa de Adamaris.

—Entre más pronto sea, mejor —sentencía ésta sonriente.—pero el problema no es mi familia... bueno, un poco también —aclara pensando en la reacción de su hermano.— también esta la tuya, tu que los conoces, ¿cómo crees que tomaran que tu y yo estemos juntos? —le pregunta, temerosa por su respuesta pero pretendiendo curiosidad.

Alejandro lo pensó, pero por más que intentó apartar las acciones de su padre con la de su madre le fue imposible. Ambos son demasiado narcisista, frívolos, materialistas, extremadamente orgullozos y ambos tienen la imensa capacidad de comunicarse con solo una mirada lo que uno callaba, el otro lo gritaba con convicción; ambos demasiado tercos para admitir que estaban equivocados o para retarse entre ellos. Aunque su madre era un poco menos severa y mucho más recervada.

Pero muy seguramente no aprovarían su unión con la castaña, sobretodo cuando han manifestado abiertamente que prefieren que se pareja sea de su misma clase social. Este último pensamiento lo llevó a recordar las palabras de su madre aquella noche.

Habían ido a visitar a sus padres con Inéz y con su novio a la casa, y después habían terminado cenando más obligado por su madre quién saltó de emoción por tener a su prima en casa, incluso lo habían obligado a convivir con Nelsón. Pero justo cuando la cena estaba por terminar, Inéz alzó su voz y le preguntó sin

—Y dime primo, ¿ya encontraste aquella mujer de la que estás enamorado? —le pregunta. Tras su preguntan Lala se queda de piedra al escuchar las palabras de Inéz y observa preocupada al empresario.

Alejandro casi se ahoga con su jugo y mira a su prima sorprendido, Inéz lo observa con inocencia. Tanto Enriqueta como Alfredo automaticamente lo observó con severidad. Nelsón también estaba muy serio con su ceño lijeramente fruncido prestando mucha atención y Ricardo notoriamente incomodo.

—¿Qué estás diciendo? ¿estás saliendo con alguien, Alejandro? —cuestiona con voz impacible.

—¡Explicanos lo que dice Inéz! —ordena Alfredo, tenso mientras tiraba los cubiertos en el plato.

Alejandro no contesta de inmediato. Por algunos segundos cierra los ojos llenandose de paciencia y abriendolos gira su cabeza, cruzando mirada con su padre y después fijando la vista en su madre.

—Bueno ¿y qué pasó?, ¿por qué tanta tensión? Ni porque Alejo no tuviera derecho a enamorarse —comenta Inéz pretendiendo aparentar desinterés.

—¡Nosotros ya escogimos a alguien para él! —exclama Alfredo con voz potente y extremadamente agria dándole incluso un puño a la mesa. Ricardo suelta un suspiro imperceptible, aquellas palabras le revolvieron el estómago pero no era el único en la mesa.

El pecho de Alejandro se infló, subía y bajaba con signo evidente de ira. Miraba a sus padres con indignación, jamás esperó que sus padre fueran tan descarados para gritar a los cuatro vientos sus intenciones.

Sintiendose ofendido y traicionado, se levantó de golpe de su asiento ante todas las miradas.

—¡No te levantes! Esto aún no a terminado —habla Alfredo sin borrar la seriedad en su voz.

Por más que lo intentó, Alejandro no pudo evitar asesinar a su padre con la mirada.

—Jamás, escuchenme bien, ¡Jamás! Voy a permitir que ustedes intervengan en mi vida ¡Personal —recalcó cada palabra que su boca emitía y tiró la servilleta.—antes... antes, prefiero abandonarlo todo. Incluso a ustedes —señalo a Enriqueta y después a Alfredo.

Terminó llendose de aquella casa, prometiendose no volver hasta que sus padres desistieran de la idea de juntarlos. Mientras salia del previo en su mente recordó las palabras de su madre, y no pudo evitar llenarse de nostalgia. Había intentado cumplir aquella loca idea de salir con Mónica sólo para darle tranquilidad a Enriqueta, pero no se esperó que estos estuvieran de acuerdo para casarlo con una persona por la que no sentía ni el más minimo pensamiento lujurioso. Que tonto había sido. Le pegó con fuerza al volante pretendiendo liberar las emociones negativas que empezaron a brotar dentro de él.

Saliendo de aquel recuerdo, suspira y aprieta con delicadeza las mejillas de Adamaris. Le sonríe y besa suavemente sus labios.

—No pensemos en eso ahora —dice pretendiendo sonar indiferente.—en todo caso, si ellos no lo quieren aceptar, entonces tendré que tomar medidas porque yo sin ti no soy nada —Adamaris suspira profundo ante sus palabras, y por dentro su ilusión fue empañada por un deje de tisteza. Alejandro volvió acunar su rostro.

—Mírame, ¡ey! —le ordena con suavidad. Adamaris suelta el aire que tiene retenido antes de alzar la mirada y fijar su vista en la de él.

—Ellos son tus padres —murmura con pésadez. Alejandro besa su cachete.

—Ya tengo que irme —anuncia porque él ya estaba determinado en no soltar lo que tenían. Alejandro sonrió.—pero ¡ey!, no pienses en eso, ¿okay? —Adamaris asiente y vuelve a suspirar. Alejandro no quedó muy convencido, pero aún así tuerce una sonrisa.—ahora, dejame deciete que... déjame un beso que me duré hasta el lunes. Un beso grande, un beso imenso —canta desafinado para adoración de la castaña quién volvió a ponerse roja, ríe alto y le da un beso casto.

Se besarón como si no existiera mañana, cómo si el mundo se hubiera a terminar y estuvieran a punto de morir, cada que un beso se interrumpía otro inmediatamente iniciaba. Alejandro picoteo sus labios con ansiedad antes de apartarse definitivamente, separando sus manos al final y empezar a caminar con dirección a su auto, sin dejar de mirar hacía la castaña que lo observaba irse con mucho emoción y añoranza pero también con cierta duda.

Adamaris caminó hasta la calle sin apartar sus ojos del empresario. Da dos pasos hacia delante, luego tres más. Alejandro frunce lijeramente el ceño observando la duda en Adamaris, él también duda en continuar y sus pasos se relentizan, girandose sobre sus talones, observandola.

—¿Qué pretende? —se pregunta, deteniendose.

Adamaris sonríe mostrando sus dientes y se hecha a correr hacía él.

—¡Alejandro! —pronuncia su nombre. El empresario lanza una risilla y extiende sus brazos de par en par, esperandola y la envolve entre sus manos cuando ésta salta a su encuentro, hunde su nariz en el cuello de Adamaris y absorbe su olor. Adamaris llegó agitada, su pecho sube y baja, también enterrando su rostro en su cuello.—te amo, te amo—le dijo, repitiendo sus palabras.

La brisa sopló. Adamaris tembló entre sus brazos y su la piel se le puso chinita. Alejandro se dio cuenta e inhala.

—Estas temblando —gruñe aprutando su abrazo.

—Es que estoy en pijama —se excusa.

—La próxima vez no salgas sin estar bien abrigada —la regaña.—vamos a la casa, te vas a resfríar —dice y se apresura a volver a la casa, con Adamaris aún en sus brazos y la dejó en la entrada de la casa, pero ésta no entró sino que se quedó colgada en el cuello del empresario y Alejandro no la apartó, al contrario, si fuera por él se la llevará a su casa pero no era la forma que el quería en hacer las cosas. Suspira, iba hacer el fin de semana más largo de su vida.—por cierto, también te amo —musita después de separar sus rostros.

Adamaris lo miró con adoración y saltó a sus labios, besandolo con pasion, practicamente deborandolo. Alejandro sonrío en medio del beso provocando que ésta también sonriera y el beso se interrumpio.

—Nos vemos el lunes. ¡Dios, no sabes cuanto te voy a extrañar! —exclama, la besa, apartandose se aleja y pronto ya no se vió y sus pasos también se fueron apagando. Adamaris se sintió extraña y asomó todavía más la cabeza entrecerrando los ojos para poder fijar. Suspiró con pesar y su rostro se contrajo lijeramente.

—¿Ahora si me dirás quién es? —le pregunta cruzando su brazos a la altura de su pecho. Adamaris se asusta pegando un pequeño brinco. Se giró y lo mira, soltando el aire al verlo.

—¿Lo viste? —le pregunta, su hermano niega con la cabeza en respuesta. Adamaris suspira y cierra la puerta, adentrándose a la casa.—no te preocupes, ya te dije que muy pronto sabrás quién es. No comas ansias, ¿vamos a dormir? Muero de sueño.

Adamaris se adentra a su habitación dejando a su hermano en la sala y deaconcertado. La castaña se mete a la cama, agarra el teléfono que estaba en la mesa de noche, lo desbloqueo y empezó a escribir.

Alejandro:

Eres la persona más maravillosa que e conocido y le agradezco al cielo por tenerte. Lo de esta noche fue sensacional, gracias *insertar emojin de beso*

Pdta: te amo.

Apenas lo envió, cayó a la cama sonriente, se moridió el labio y cubrió su rostro en la almohada ahogando la emoción que sentía sintiendo también su corazón desbordado de felicidad.

Alejandro no miró el mensaje sino fue hasta cuando llegó a casa y sonrió tontamente al leerlo, dejó la chaqueta en el sillón y caminó a oscuras hasta la habitación en donde se tumbó en la gran cama, se quitó los zapatos y rodó hasta quedar en todo el medio. Tecleando.

Cielo ❤

Sta usted es la maravillosa, ¡ay no sé como voy hacer para no verte por un día entero! Ya te extraño *inserta emojin desesperado*

No obtuvo respuesta e imaginó que ya estaba dormida. Volvió a escribir.

Cielo ❤

Ten buenas noches y un dulce despertar *inserta corazones rojos* te amo.

Dejó su teléfono en su pecho, con un suspiro llevó su mano hacía atrás y sonrió sintiendo una cálidez expandirse por todo su pecho mirando hacía el techo pero por dentro visualizando el rostro sonriente de Adamaris al igual que las expresiones de esa noche.

Se saboreo los labios recordando todos los humedos besos que había compartido con Adamaris, y es que aún el empresario podía sentir los labios de esta sobre los suyos. El dulzón de su interior y oir el sonido de sus besos.

Desajustó la corbata y la tiró descuidadamente sobre la cama, cierra los ojos embriagado por los recuerdos y se acomoda mejor sobre la cama. Debido al silencio de la habitación, incluso podía escuchar el sonido de su corazón.

—Ay, Ada, Ada, ¿cómo voy a dormir cuando ya te tuve entre mis brazos? ¿cómo, mujer? —pregunta, esperanzado de oir su espuesta. Se cubre su rostro con el brazo pretendiendo estar dormido, cualquier persona que estuviera a su lado pensaría que esta durmiendo pero las imágenes que proyecta su mente son tal cautivadoras que desea con todas sus fuerzas levantarse.

No consiguió dormir sino pasada las tres de las mañanas pero se despertó a la hora que sonó su despertador.

Mientras se acomodó el pequeño broche de la a de la manga de su mano derecha, se miró al espejo. Desde que había despertado la sonrisa no había desaparecido de su rostro y los gestos de su rostro parecian más relajados.

Había tenido un sueño, uno extraño pero que al final él había interpretado como uno positivo.

Campanas sonaban y el aire empezó a soplar calandose hasta los huesos. Su respiración era una pezcla entre pésada y ansiosa y su mirada estaba puesta al frente, allí donde la luz del exterior brillaba con intencidad.

Sin duda estaba preocupado, según el sueño estaban atrazados. Caminó con rápidez hasta la puerta de  la iglesia, pero al salir como la luz era ensegurcedora no pudo fijarse que no había suelo en donde pisar y cayó al vacío, sintió vertigo y por eso gritó, tan fuerte y desgarrador que sintió su garganta picar. Pero entonces, un delicado y fino toque apretó su mano derecha, inmediatamente giró su cabeza y su mirada se fijó en el bello rostro de Adamaris. Sonrió, sin sentir miedo. Ahora, la caída no iba hacer dolorora.

Niega con la cabeza, intentando que los últimos recuerdos de su sueño no le afectarán. Agarra su teléfono cuando este sonó, sonríe al observar que era un mensaje de Adamaris.

Cielo ❤

Buenos días, siento no haberte contestado anoche, me quedé dormida apenas te envíe el mensaje *inserta emojin apenado* lo siento *insertar emojin de beso*

Alejandro sonrió y empezó a teclear.

Alejandro

Buenos días a ti también *inserta emojin lanzado un beso* debiste estar cansada, pobrecita *inserta emojin de corazón* eso quiere decir que tienes que descansar.

Adamaris lo leyó y sonrió enternecida, mirando al aparato con amor.

Cielo

*emojines de corazones*¿Cómo amaneciste?

Alejandro

Amanecí pensando en ti *inserta emojin de beso* en lo afortunado que soy por tenerte en mi vida y en lo bien que te veías ayer *inserta emojin sonrojado*

Adamaris aprietó con fuerza sus labios al leer el mensaje, dió pequeños saltitos en la cama conteniendo la emoción. Al estar más calmada, se apresuró a escribirle.

Cielo

*inserta emojines riendose* eres un adulador, pero yo me la pasé toda la noche soñando contigo *inseta emojin de mono cubriendose los ojos* te extraño y siento que este día empezó demasiado lento *inserta emojin serio*

Alejandro

¿Me lo dices a mi? Creo que anoche el insomnio fue porque pensé que estabas a mi lado, me desperté abrazandote por medio de una almohada *inserta emojin de picardía*

Adamaris se muerde el labio.

—¿Puede ser esto casualidas? —se pregunta. Niega con la cabeza porque ella no esta muy segura de que las casualidades existan.

Cielo ❤

Entonces es extraño porque yo también creí que tu estabas a mi lado.

Alejandro se detuvo a mitad de camino hacia la cocina mordiendose el labio mientras sonreía. Sus ojos estaban atentos a la pantalla, releyendo una y otra vez el mensaje que Adamaris le envió. Pero no escribió porque inmediatamente otro le llegó.

Cielo ❤

Aunque tal vez es tanto el anhelo de estar juntos que el cielo se apiadó de nosotros y permitió que nuestros espiritus se encontrarán.

Alejandro suelta una risilla.

Alejandro.

Tus palabras son más lógicas que mis absurdas teorías *inserta emojin somriente* por eso te amo.

Adamaris boqueo.

Cielo ❤

Yo también te amo *inserta emojin sonrojada*.

Cielo❤
¿Qué vas hacer hoy?

Alejandro

Iré a la oficina, en unos días viajaré por asuntos de negocios y necesito dejar algunos asuntos pendientes.

Cielo ❤

Entonces no te quito más el tiempo. Me imaginó que estas apunto de salir de la casa, ¿ya desayunaste?

Alejandro.

Por lo general no desayuno en las mañanas.

Alejandro agarra una botella de agua y se lo lleva a la boca, dando un gran sorbo.

Cielo ❤

¡¿cómo que no desayunas en las mañanas?! *inserta emojin sorprendido* el desayuno es el alimento más importante del día y que te lo saltes no esta bien *inserta emojin enojado*.

—¿Por qué no desayuna? —se pregunta después de un suspiro. —es malo para él.

Alejandro hace una mueca al leer el mensaje.

Alejandro

Amor, calma, es sólo una simple comida *inserta emojin de corazón*, llevo años sin desayunar y no a pasado nada *inserta emojin de dedos pulgar arriba* despreocupate.

Cielo ❤

No estoy de acuerdo *inserta emojin serio* yo quiero tenerte muuuuchos años conmigo pero si tu no te cuídas, ¿qué haré? *inserta emojines tristes* es una trágedia.

Un puchero se formó en el bonito rostro de Alejandro, imáginando que Adamaris estuviera triste. Hace una mueva y mueve su rostro de un lado a otro, tratando de espantar aquellos pensamientos.

Alejandro.

Amor no me hagas esa carita *inserta emojin llorandl* esta bien, solo porque tu me lo pides desayunaré *inserta emojin de corazón*

Una bonita sonrisa se le formó en la rostro a la castaña, y asintió a la pantalla como si Alejandro la pudiese mirar.

Cielo

*inserta emojines felices* ¡te amo!.

Alejandro entró a la cocina y se detuvo en medio de esta mirando a su alrededor. Se rascó la cabeza y escribió.

Alejandro

Pero hay un problema.

Cielo
*emojin confundida*

Alejandro

Mis empleadas no regresan hasta el lunes por la tarde *inserta emojin a punto de llorar* y yo no sé cocinar.

Adamaris exhala ruidoso al leer el mensaje, suelta una risilla mientras niega con la cabeza. No podía creer que una persona que tuviera tan fino paladar no supiera cocinar, pero tampoco podía jusgarlo si creció rodeado de empleados que siempre estaban dispuestos a compacerlo.

Cielo❤

La otra noche que estuve en tu casa pude mirar que tienes la nevera cargada con comida congelada, ¿si sabes usar el microondas? Porque no te la puedes comer fría *inserto emojin picandole un ojo*

Alejandro hace una mueca y sus dedos se mueven velóz al escribir.

Alejandro

¡Claro que sé usar el microondas! *inserta emojin triste*

Cielo ❤

Entonces me mandas una foto tuya comiendo *inserta emojin sonriendo provocativo* ¡no quiero que me hagas trampa!.

Alejandro camina hacia la nevera y la abre, inspecciona con la mirada y confirma que efectivamente hay varios portas cerrados y congelados. Escribe.

Alejandro

¡Me ofende que no creas en mi palabra! *inserta emojin enojado*

Cielo ❤

Yo creo en ti amor *inserta emojin de beso* te amo, espero la foto.

Adamaris aprovechó que Alejandro estaba demorando en responder y empezó a buscar ropa para ponerse. Al rato, cuando estaba ya cambiada, su móvil sonó. Rápidamente agarra el aparato, lo enciende y se va a chat del empresario.

Alejandro

*insertó imágen de una taza con enchiladas* *insertó imágen de él llevandose una cuchara llena de comida a la boca*

Adamaris suelta una risilla ruidosa al observar la última imágen. Alejandro para nada se veía cómodo por más que intentó mostrarse sonriente. Aunque se veía adorable y extremadamente guapo.

Cielo ❤

¡Muy bien! Te amo *inserta dmojin de manos aplaudiendo* come otro poco más.

Alejandro no contestó de inmediato, primero acabó con la comida porque aunque se moria por seguir hablando con la castaña sus modales eran primero. Eso si, se apresuró a comer y masticaba solo dos veces amtes de tragar. Al acabar, tomó un gran sorbo de agua y suspiró, comprobando que estaba contra el tiempo para llegar a la oficina. Se apresuró a limpiar las utensilios utilizados y escribio, saliendo de la cocina.

Alejandro

¡Listo! Ya terminé *inserta foto de él mostrandole el tazón ya vacío* hablamos cuando llegue a la empresa. Te amo *inserta emojin de beso*

Cielo ❤

Yo también te amo *inserta emojines de besos* hablamos cuando llegues a la oficina.

La puerta de su oficina se abrió estrepitosamente llamando su atención. Alejandro aparta la mirada de los papeles y la fija en Inéz. La chica sonrió al verlo se adentra a la oficina.

—Primo, sabía que estabas aquí —comenta. Ambos se dan un beso en el cachete e Inéz se fue a sentar mientras hablaba.—¿cual es esa mania tuya de trabajar hasta los domingos? Tienes incluso a tu secretaria trabajando, que malo.

—Inéz a mi también me alegra verte. Estaba cuadrando algunas cositas antes del viaje —comenta sin poder evitar sonar un poco íronico.—y de mi secretaria ni te preocupes, ella encantadísima de no quedarse sola en su casa, ¿deseas algo de tomar?.

—No primo gracias —responde tomando asiento.—y en fin, ¿cuándo vas a viajar?.

—El domingo en la mañana. Carlos y Miranda van conmigo, pero de allí Miranda agarra a París y después la alcanzan Carlos y Julio.

—¿Cómo? ¿tu no vas a ir? —le pregunta curiosa.

Alejandro tuerce la cabeza y se queda pensando si decirle o no a su prima. Al final, le habla a medias.

—Tengo otros asuntos que resolver.

—Otros asuntos, ¿cómo? —cuestiona interesada. Alejandro niega con la cabeza y agarrándo una hoja la mira de reojo.—Alejandro, contesta —se impacienta Inéz al no obtener respuesta.—pero no puedes faltar, es la primera vez que el personal verá a su presidente, demás de que tienes que darle el visto bueno a la nueva tienda que se va abrir.

—Yo puedo ir en otro momento y para eso va a ir Carlos, él será como mi representante, despreocupate.

Inéz inhala y exhala ruidosa pretendiendo así hacerle saber a su primo su descontento.

—¿Eso era todo? —cuestiona con inocencia alzando sus cejas.

Inéz pone los ojos en blanco.

—Sabes que no puedo durar mucho tiempo fuera de mis obligaciones, pero antes de irme quise pasar por tu oficina y hablar —comenta impacible.—Alejo, primo, tu sabes que yo a ti te quiero mucho y también sabes que me gusta que todo este en su lugar, pero jamás perjudicarte.

—Lo sé Inéz, no te preocupes —le regala una media sonrisa.—igual, gracias a ti mis padres revelaron abiertamente sus intenciones —divagó con la mirada ausente aun dolido con sus padres.—ahora sólo queda esperar sus ataques —añade después de suspirar.

Inéz hace una mueca. Imaginándose lo que podría llegar a suceder su Alejandro no cede. Su tío, aún tenía el suficiente poder para mandar en la mayoría de los negocios que la familia tiene aunque Alejandro sea el único heredero.

—No sé, siento que hice mal al exponerlos —le dice con voz culposa observandolo triste.

Alejandro sale de su transe sonríe un poco y niega con la cabeza. Se levanta de su asiento y rodeando el escritorio, se arrodilla a su lado, cubriendo sus manos y mirándola con cariño.

—Deja ya eso —le pide.—mejor concentremonos en lo importante, voy aceptar trabajar con la agencia de Ricardo, esta mañana le envíe una carta confirmando su propuesta.

Los ojitos de Inéz brillaron satisfecha y feliz, parte de su visita express era para exponer las propuestas de su novio pero también porque la curiosidad de su última platica rondaba su cabeza. Aunque después se arrepintió de haber abierto la boca.

—Eso es bueno saberlo, ya verás que no te arrepentirás —besa su cachete y sonríe.—pero no me cambies el tema, no te hagas el tonto —lo regaña. Alejandro suelta una risilla ante los regaños de su prima. —solo dime algo, ¿esa chica de la que estas enamorado la conozco o conocí? —le pregunta con voz gentil pero a la vez muy sutil. Las pestañas se batearon de arriba abajo con rápides, esperando una respuesta.

Alejandro suspira pero no aparta la mirada.

—La conociste.

Inéz sonríe explendida y su pequeña nariz se arruga. Por dentro, una corriente electrica le recorre todo el cuerpo y siente deseos de ponerse a bailar encima del escritorio, todo porque sus conjeturas habían acertado.

Suspiró agitada e intentó volver a preguntar pero Alejandro se le adelantó, interrumpiendola.

—¿Y esa chica...?.

—Solo la conociste, ya, ¿no te va a dejar el avión?.

Inéz hace una mueca, viendo a su primo con fingido enojo pero terminó asintiendo. De hecho, tenía el tiempo justo para pasar nuevamente al departamento en el que se había quedado con Ricardo, recoger a su novio y sus maletas e ir al aeropuerto.

Llendo a casa después de comprar los alimentos que comerian ese día. Caminaba apresurado, desde que había salido de la tienda su teléfono no dejaba de sonar y la ilusión de que fuera Alejandro, pero no se iba arriesgar a pasar un mam rato.

A paso rápido pero sin hacer ruido, alguien cruza la calle y se acerca a la castaña.

—A -la persona se aclara la garganta porque la de pronto siente la boca secarse.

Pero aquella palabra es más que suficientes para que Adamaris se espante, tire las bolsas que traía y grite perdiendo el color de la cara.

—¡Por favor no me haga nada! ¡no, por favor! —suplica y al voltearse fija su vista en el rostro del hombre. Sus hombros calleron. Ricardo la observa aterrado, de pronto temeroso que malinterpreten esa escena.— Ricardo, ¿qué haces aquí? —le pregunta saliendo de su asombro, de pronto recordando que estaban en la calle y viendo en todas direcciones por si su hermano estuviera cerca.

—Yo... yo quería verte por última vez —pasa saliva tratando de espantar sus nervios.—y hablar —añade rascandose la nuca.

—Pero aquí no, ¿estás loco? A-alan podría verte —sentencia, también nerviosa, de pronto imaginándose el show que armaría su hermano si los pillara hablando.

—¿Va-vamos a tomar un café? —propone, mirandola suplicante.

—No, me prohíbieron la cafeina —responde. Ricardo asiente sabiendo de lo que refería. —pero te acepto un jugo.

Ricardo asiente y empiezan a caminar en silencio. Se alejaron caminando a mucha distancia del otro hasta llegar a un tienda lo suficientente lejos para no ser vistos por ningun vecino o familia. Ninguno de los dos intentó hablar aún cuando se encontraban frente a frente. El ambiente es notoriamente incomodo.

—¿Qué a sido de tu vida? Jamás me imaginé que estuvieras trabajando para las empresas Álcala —comenta un tanto nervioso en un intento desesperado por romper el silencio.

Adamaris no puede evitar soltar un suspiro.

—Bueno yo jamás me imaginé volverte a ver y mucho menos después de tanto tiempo... tan de repente y en la empresas —habla intentando mantenerse parcial.

Ricardo asiente con la cabeza pero en realidad no sabe el razón.

—Es que tenía una propuesta publicitaria... así que ya te imaginarás —cuenta sin dar meyores datos.—¿y tú? ¿cómo llegaste a trabajar a las empresas? ¿si te están tratando bien?.

—No me puedo quejar, es una gran oportunidad. Estoy trabajando con los mejores —responde.—y... tienes al fin una agencia.

—Si, se llama enfoqur.

Los ojos de Adamaris se abrieron de par en par, sorprendida por aquel nombre. Un leve sonrojo se instaló en sus mejillas mientras una calidez se expande por todo su pecho. Saber que el sueño que alguna vez tuvieron se hizo realidad pese a todo lo que ahora los separaba la reconforta, al punto de mirarlo agradecida.

—Nunca pensé que le pondrías ese nombre —comenta saliendo de la sorpresa. Sintiendo su boca seca, bebe de su bebida.

—Gracias si, y también gracias por ese nombre. Tu... de hecho fue tu idea así que no tienes que agradecer.

—Que dices, por supuesto que no —dice entre risas nerviosas. Se pone seria y aclara la garganta.—lo importante es que ahora eres tu propio jefe, como tanto querías.

—Mi sueño no se hubiese hecho realidad si no fuera por ti y lo sabes —asentua.—Adamaris yo te debo una disculpa.

—No tu no me debes nada —niega con la cabeza.—¿para qué disculparse después de tantos años? Ya lo que pasó Ricardo, pasó y no se puede volver a dar marcha atrás.

—No, no Adamaris, yo sé el daño que te hice y no sabes cuanto lo lamento, cuanto me e odiado todos estos años —comenta sincero.—yo realmente te a... amaba.

—¿Por qué me dices esto ahora? No tiene lógica.

—Te lo digo porque ahora sí tengo cara para verte —responde intentando controlar el temblor en su voz.—ahora sí puedo mirar tus bellos ojos y no ver rencor en ellos —Adamaris agacha la mirada pero rapidamente vuelve a observarlo, asintiendo debilmente con la cabeza.—ahora sí puedo darte una explicación —rápidamente agarra sus manos.—yo estaba dispuesto a casarte conmigo, escuchame bien, tu serás el amor de mi vida, siempre, solo muriendome este amor que sentí por ti se extinguirá —Adamaris lo observa con pesar.—una noche antes de nuestro casamiento unos amigos llegaron a mi apartamente y me sonsacaron a celebrar, me negué muchas veces pero ellos insistieron. Terminé aceptando pero la condición era que no salieramos de fiesta sino que nos quedaramos en casa. Bebí mucho, tanto que no recuerdo nada de lo que pasó ella noche, cuando me levanté —Ricardo se detiene, su pecho sube y baja con evidente exitación. Para darle fuerzas, Adamaris agarra su mano tímidamente pero éste huye de su toque pensando que no era merecedor de ninguna de sus atenciones.—¡oh sorpresa! Habían... yo... simplemente no pude casarme, no pude pretender que nada había pasado. Tu no te lo merecias y yo me odiaba.

Al finalizar su relato, Ricardo rompe en llanto tan desgarrador que conmovió a la castaña, aunque de sus ojos no salieron lágrimas sí sintió mucho pesar.

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