NUMB ° DRACO MALFOY (ESPAÑOL)

By stydiabolic

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❝Estás batallando una guerra en tu cabeza cada día. Si eso no es agotador, entonces no sé qué lo es.❞ [... More

NUMB
EPÍGRAFE
PRÓLOGO
PARTE UNO
i. el señor tenebroso
ii. hogwarts
iii. sentimientos escondidos
iv. katie bell
v. sala de menesteres
vi. profesor snape
vii. quiebre
viii. amortentia
ix. quidditch
x. club de slughorn
xi. vacaciones de navidad
xii. la mansión malfoy
xiii. conversaciones
xiv. whisky de fuego
xvi. la madriguera
xvii. bellatrix lestrange
xviii. confrontación
xix. veneno
xx. sectumsempra
xxi. torre de astronomía
PARTE DOS
xxii. batalla de los ocho potters
xxiii. la boda
xxiv. de vuelta a hogwarts
xxv. espejo de oesed
xxvi. detención
xxvii. magia sin varita
xviii. la carta
xxix. lugar secreto
xxx. bosque de dean
xxxi. xenophilius lovegood
xxxii. el traidor
PARTE TRES
xxxiii. 12 grimmauld place
xxxiv. batalla
xxxv. fenrir greyback
xxxvi. batalla de hogwarts
xxxvii. lord voldemort
xxxviii. adiós
xxxix. bienvenida de vuelta
xxxx. un anuncio
xxxxi. mentiras
xxxxii. la verdad
xxxxiii. américa
xxxxiv. cartas de amor
xxxxv. lo siento
EPÍLOGO

xv. la mansión rosier

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By stydiabolic

«LA MANSIÓN ROSIER»


Anastasia se despertó entre los brazos de Draco, pero con un corazón vacío. Exhalando e inhalando, trató de mantenerse en calma a pesar de que dentro de su cabeza, había un huracán esperando ser liberado. Sus ojos estaban tan perdidos en el atardecer, que apenas sintió al chico rubio despertando y estirándose.

—Buenos días —él sonrió, dándole un rápido beso.

—Buenos días —ella bajó la mirada hacia él, tratando de ocultar el miedo y nerviosismo en su corazón.

Sin decir palabra, ella saltó fuera de la cama y caminó directamente hasta el baño. Completamente ignorando los ojos confundidos de Draco siguiéndola por el camino, su mente estaba llena de diferentes pensamientos, escenarios y consecuencias que apenas tenía tiempo para pensar en otras cosas.

En algún modo, Draco la entendía. Él trató de ponerse a sí mismo en los zapatos de ella, pero estaba consciente de que ella necesitaba espacio y él estaba bien con dárselo. En silencio, caminó hacia la puerta sellada y descansó su brazo contra la misma, bajando la cabeza y pensando dos veces en sus palabras antes de decirlas.

—Te esperaré escaleras abajo —dijo, suspirando—. Está bien si no te sientes lista.

Ante eso, la puerta se abrió ampliamente y ella salió del baño con las manos en sus caderas y sus ojos perdidos en la nada. Caminó alrededor de la habitación murmurando cosas para sí misma.

—Estoy lista. Puedo hacerlo —era una de las frases que pudo notar, pero estaba demasiado ocupado admirándola como para hacer o decir algo.

—Cálmate —él tomó sus brazos suavemente, con una media sonrisa—. Estarás bien. Lo prometo —el chico la besó suavemente antes de salir de la habitación con labios fruncidos.

Mientras tanto, Anastasia estaba demasiado ocupada encontrando el conjunto de ropa perfecto, con mangas largas, para usar para la ocasión. El enfermizo sentimiento de nerviosismo hormigueaba en su estómago, haciéndola detenerse para tomar una respiración de vez en cuando. El espejo de cuerpo completo no parecía suficiente para ella, o para la chica que sentía se estaba burlando de ella con un reflejo distorsionado. La chica de ojos esmeraldas llegó a la conclusión de que estaba sufriendo un ataque de nervios.

Sus ojos viajaron al oscuro conjunto de ropa en su reflejo, apartando rápidamente la mirada antes de que sus ojos pudieran encontrar defectos inexistentes, y confiadamente tomó su varita de la cama. Mientras su mano se envolvía alrededor del material de madera, se sentía extraña con el sentimiento de siempre llevar su varita consigo.

—Rosie, mis padres se acaban de ir —Draco entró en el dormitorio, donde encontró a Anastasia, una vez más, caminando alrededor de la habitación con la varita en mano—. Está bien dudar —él la confortó, caminando dentro de la habitación con una mirada seria en sus ojos grises.

—No estoy dudando —dijo de mala manera, lo que la sorprendió—. Lo siento, sólo estoy nerviosa —sus brazos se envolvieron alrededor de sí misma—. Y asustada —añadió poco después.

—No lo estés. Estaré allí contigo a cada minuto —él se acercó a la chica y dejó un suave beso en su frente—. El desayuno está listo —comentó el chico, sacándola de sus pensamientos.

—No tengo hambre —Anastasia respondió calladamente, masticando su labio inferior entre sus dientes.

—Pero yo sí lo estoy —Draco dijo, lo que para su sorpresa, la hizo reír entre dientes ligeramente—. Vamos —él envolvió su brazo alrededor de su cintura y la guió a través de la mansión.

Anastasia caminó en silencio mientras Draco caminaba confiadamente por la mansión como si fuese el dueño del lugar, lo que técnicamente era, y bajaba la mirada hacia ella de vez en cuando. Los elfos domésticos fueron lo suficientemente amables en prepararle café para los nervios, incluso las pequeñas criaturas notaron el estado en el que estaba.

El rubio esperaba que ella fuese más habladora, como siempre lo era por las mañanas, pero entonces recordó que no estaban en Hogwarts, y que estaban en medio de una situación delicada. Él se quedó callado mientras tragaba su comida, a veces ofreciéndole comida a ella, pero suspirando cuando ella se negaba.

Cuando Anastasia notó que Draco había terminado su comida, su corazón se hundió ante el pensamiento de estar cerca de ver a sus padres de nuevo y probablemente ser abofeteada o asesinada por ellos. El pensamiento de tener a Draco cerca de ella la hacía sentir menos estresada, pero su mente le decía que sus padres se enojarían más con ella al verla con un Malfoy.

—Vamos —ella tragó y siguió silenciosamente al chico rubio—. Si alguien viene mientras no estamos, diles que estamos en el Callejón Diagón —él le dijo de mala gana a un elfo doméstico, el cual asintió instantáneamente y se marchó.

Anastasia miró al elfo con ojos de lástima, y después su mirada se encontró con los ojos del chico rubio. Ella bajó la mirada a su mano, ahora estrechada, y de vuelta al chico. En el momento en que su temblorosa mano entró en contacto con la de él, sintió como si todo diera vueltas. Estaba feliz de no haber comido nada, o de otro modo se encontraría vomitando en la primera cosa que viera, en este caso, las flores que su madre amaba regar cada mañana.

—Estamos aquí —ella susurró, alzando la cabeza para tener una mejor vista de la gran mansión que solía llamar hogar. Ahora, lucía irreconocible para ella. Parecía más grande, y más oscura.

—Ha pasado un tiempo desde la última vez que vine aquí —Draco señaló con un tono calmado—. Luce diferente.

—Lo sé —fue la última cosa que ella logró decir antes de subir las escaleras hasta la puerta.

Sus ojos viajaron a través de la grande y lujosa puerta, un ceño empezando a formarse en sus rasgos. Draco la notó teniendo una batalla interna, así que tomó su mano y le dio un dulce apretón lleno de confort y amor. Anastasia suspiró, y con una mano temblorosa, golpeó la puerta tres veces.

Ella no apartó la mirada cuando la puerta se estaba abriendo, y se encontró con un par de ojos esmeraldas casi iguales a los de ella. Anastasia se encontró incapaz de hablar mientras sus ojos viajaban hacia su madre.

—¿Anastasia? —La mujer habló suavemente, pero su voz estaba llena de sorpresa.

—Hola, madre —la chica susurró, sin importarle el pequeño quiebre de su voz.

—No deberías estar aquí —su madre dijo rápidamente, girando de izquierda a derecha—. Vete —Draco suspiró cuando oyó las palabras de la mujer, y vio la expresión de dolor de Anastasia.

—Pero, madre... —comenzó, pero fue instantáneamente interrumpida por el sonido distante que hizo que sus brazos cubiertos sintieran escalofríos.

—Amor, ¿quién es? —Anastasia tragó cuando obtuvo un vistazo de su padre haciendo su camino hacia la puerta. El momento en que sus ojos hicieron contacto, ella tuvo que apartar la mirada para evadir la mirada llena de odio que su padre le envió—. ¿qué estás haciendo aquí? —Preguntó, un poco fuerte para el gusto de Anastasia.

—Yo... yo vine a... —las palabras parecían atascadas en la garganta de Anastasia mientras sus ojos se encontraban con los de su padre.

—¡Te lo dije! —Él habló, mirando directamente a sus ojos esmeralda—. No eres bienvenida aquí —las últimas palabras hicieron que las paredes de Anastasia finalmente cayeran.

—¡Pero padre!

De todas las veces que Anastasia había sido interrumpida por su padre, ella nunca esperó ser abofeteada por él. Nunca, ni en un millón de años se imaginaría a sí misma en la posición exacta en la que estaba entonces. Un fuerte gañido dejó sus labios mientras sentía lágrimas caer por sus mejillas, y el lado protector de Draco se encendió.

—¿Cómo se atreve a...?

—¡¿Cómo te atreves a traer a un Mortífago a mi casa?! —El hombre estaba al borde la locura mientras veía al par frente a ellos.

—Si tan solo pudieras escuchar —Anastasia rogó, viendo a sus padres en busca de algo de piedad.

—Quiero que desaparezcas y que nunca vuelvas —el brazo de su padre ahora estaba envuelto protectoramente alrededor de su esposa—. No vuelvas a pensar en volver jamás.

—Sólo quiero explicarme —Anastasia lloró, tomando un paso hacia adelante pero sólo ganando una mirada de asco de ambos adultos.

—Todo está claro, Anastasia —su madre se interpuso—. Los escogiste a ellos.

—Porque...

—¡No me importa por qué lo hiciste, Anastasia! —Su padre gritó—. Lo hiciste y eso es lo único que cuenta —suspiró—. No voy a repetir lo que dije.

—Anastasia, vámonos —ella oyó a Draco susurrar en su oído, pero eran solo palabras vacías.

—No te quiero cerca de mi familia, ¿me oyes? —Con el corazón roto, Anastasia asintió—. ¡Por tu culpa perdimos a William! —El hombre ahora estaba al borde de las lágrimas mientras veía a su hija con odio—. ¡Está muerto! ¡Y es toda tu culpa! —Anastasia sintió que le quitaban el oxígeno. No sabía cómo responder, pero vio al par de adultos rotos mirándola mal.

Antes de que ella pudiera decir algo más, la gran puerta fue cerrada en la cara de los adolescentes.

Draco sabía que no necesitaba hacer ni decir nada, él sabía que solo estar ahí y sostener su mano era suficiente para mostrar su apoyo. Pero cuando notó que las piernas de ella temblaban, tuvo que sostenerla cerca de él mientras lloraba en su pecho.

—Will está muerto, Draco —susurró con los ojos cerrados, esperando que sólo fuese una pesadilla que se sentía muy real para ella—. Ellos no pudieron... —pero de nuevo, las palabras fallaron mientras ella se sumergía en una tristeza profunda.

—Tenemos que irnos, Rosie —el chico rubio susurró en su oreja, sus dedos rozando su cabello en un intento de hacerla sentir mejor; esta vez, no funcionó.

Anastasia se sentía pegada a su posición, incapaz de moverse o dar un paso. Mientras sus brazos se envolvían en el cabello de él, sollozó fuertemente en un intento de soltar todo lo que había embotellado los últimos meses. Esta vez, ella sabía que la suave voz y el estable latido del corazón de él no serían suficientes para confortarla del dolor que estaba sintiendo, pero estaba segura de que la ayudaría a avanzar.

—Vamos —él insistió, sin apartarse de su fuerte abrazo. Anastasia no dijo nada, pero asintió, indicándole al chico que estaba lista.

El dolor que estaba sintiendo era tan grande, que no se sintió enferma o mareada cuando aparecieron justo frente a la Mansión Malfoy. Le tomó un largo tiempo apartarse del abrazo del chico y caminar de la mano con él hacia el lujoso edificio.

Tan pronto como entró, su corazón se hundió ante el pensamiento del cadáver de William estando en algún lado de la casa, y ella no podía hacer nada para salvarlo de sus errores. Su mente rebobinó los posibles eventos que pudieron hacer que el grupo de gente malvada la castigara con la muerte de un ser querido, pero nada llegó a su mente.

—No puedo estar aquí —susurró la chica, sin darse cuenta que el rubio estaba escuchando atentamente cada palabra que salía de su boca—. Esto es demasiado —ella sorbió por la nariz y caminó por un lado del ahora triste chico.

La chica rápidamente hizo su camino hacia la habitación de invitados y se trancó a sí misma dentro. Su corazón se detuvo ante la vista de la hermosa lechuza blanca en la barandilla del balcón, sus grandes ojos viendo directo a su alma.

—¿Hedwig? —Ella murmuró, confundida, caminando hacia la lechuza y tomando el pequeño pergamino atado a su pata. Mientras lo desenrollaba, su mano viajó hacia las suaves plumas del animal.

Querida Annie:

Las Navidades en la Madriguera van excepcionalmente bien, todos están montando el gran árbol en el primer piso mientras estoy en la habitación de Ron escribiendo esta carta para ti, y una copia para Hermione.

Sólo quiero asegurarme de que estés bien, la señora Weasley está preocupada por la salud de tu madre y me pidió que te preguntara cómo se está sintiendo, pero también es importante: ¿cómo te estás sintiendo tú?

Ron, Hermione y yo te extrañamos mucho. Quizás solo has empezado a pasar el rato con nosotros de nuevo, pero nos hicimos muy cercanos a ti realmente rápido.

Espero que los Malfoy te estén tratando bien.

Responde tan pronto como puedas.

Con amor, Harry.

(Y Ron).

Anastasia sonrió suavemente ante la carta. Ella sabía que nunca encontraría otros amigos como los que había hecho recientemente ese año, y hacía a su corazón doler el hecho de que tenía como tarea traicionarlos. Pero entonces, el repentino pensamiento de escogerlos a ellos tomó su mente, mientras recordar a William estando muerto hacía que su visión se volverá borrosa.

Rápidamente, tomó la pluma más cercana que pudo encontrar y un viejo pedazo de pergamino en uno de los gabinetes de la habitación.

Querido Harry:

Las navidades en la Madriguera suenan muy divertidas. Dile a la señora Weasley que mi madre está mucho mejor ahora, y que debería volver a casa pronto. Y no te preocupes, estoy pasándola bien con los Malfoy, aunque todo es más o menos silencioso y oscuro.

Estoy respondiendo esto realmente rápido porque me estaba preguntando si podía pasar la Navidad en la Madriguera, estoy teniendo unos problemas aquí con los Malfoy y no tengo donde quedarme. Está bien si no tienen espacio, pero estaba esperando poder pasar las navidades con alguien que conozca.

Los extraño a ustedes también, y deseo volver al colegio para verlos a todos otra vez y patearte el trasero en Quidditch. Quizás puedas enseñarme más trucos para convertirme en una mejor buscadora.

Responde tan pronto como puedas.

Con amor, Anastasia.

(Y Hedwig).

—Llévale esto a Harry —Anastasia sonrió y abrió la ventana para la lechuza—. Vuela con cuidado —susurró, con los ojos perdidos en el oscuro campo frente a ella.

La castaña caminó hacia la cama frente a ella y se tumbó con un fuerte suspiro. Trató de cerrar los ojos y convencerse a sí misma de que era solo un sueño, que se despertaría en su propia cama con William sonriéndole como si nada hubiese sucedido.

Pero era imposible, y ella lo sabía.


...


Anastasia despertó con un suave tintineo fuera de su ventana, ella parpadeó varias veces para tratar de perder el sueño, cuando sus ojos cayeron en la lechuza blanca mirándola con la cabeza ladeada.

Bostezó y caminó hacia el balcón, saliendo y viendo cautelosamente al animal. Sus fríos dedos tomaron el pergamino de la pata de la lechuza y lo desenrollaron. De nuevo, parpadeó para que sus ojos se acostumbraran a la luz a su alrededor.

Querida Annie:

El señor y la señora Weasley dicen que sería un placer tenerte aquí para Navidad. Te proponen quedarte aquí por el resto de las fiestas si eso te parece bien.

Mientras escribo esto, Ron está saltando de arriba abajo porque está emocionado de tenerte en su casa por primera vez. En el momento en que leyó tu carta, empezó a recoger todo lo que tiene de los Chudley Cannons, espera que ese sea tu equipo favorito de Quidditch o no serás bienvenida (está bromeando, obviamente).

Todos están emocionados de que vengas, espero que lo estés tú también ya que es la primera vez que pasamos navidades juntos desde nuestro primer y segundo año. Extraño esos días, y sabemos que tú los extrañas también.

Todos te esperamos con los brazos abiertos.

Con amor, Harry.

Los ojos de la chica viajaron por la habitación, mientras pensaba si irse en ese momento o esperar hasta que todos estuvieran dormidos. Acarició suavemente la cabeza de Hedwig y le ordenó volar de vuelta a la Madriguera. Sus ojos escanearon la habitación y comenzó a empacar sus pertenencias dentro del baúl, maldiciéndose a sí misma en silencio por no encontrar cierta cosa.

Cuando estuvo lista para irse, tomó su baúl con ella silenciosamente y bajó las escaleras. Era tarde en la noche y la mansión estaba silenciosa, solo podía oír a los elfos hacer las tareas domésticas en la cocina.

—¿A dónde vas? —Ella detuvo sus pasos cuando la voz de Draco hizo eco por el lugar. Sus ojos grises la miraron a ella y a su baúl, una expresión triste tomando sus rasgos cuando la realización lo golpeó—. Te vas. ¿Por qué? —Su voz salió triste.

—Tengo que dejar este lugar, Draco —Anastasia exhaló, luchando contra las lágrimas que decidió guardar para sí misma.

—¿Sólo porque tu hermano está muerto, piensas que puedes dejarme? —La incredulidad tomó los rasgos de ella cuando las palabras se deslizaron de los labios del chico, entonces él supo que había dicho algo horrible.

Bueno, la razón por la cual vine aquí en primer lugar es porque quería que él estuviera a salvo, pero como has dicho, está muerto. No veo el punto de pelear por alguien que ya perdí —él sabía que ella iba a llorar, pero frunció los labios y contuvo las lágrimas.

—Rosie... —el chico tomó unos pasos hacia adelante, pero la chica retrocedió.

—Claramente no lo entiendes, Draco —Anastasia dijo simplemente, frunciendo el ceño—. Decidí que ya no quiero ser parte de esto.

—¿Me estás dejando? —Repitió Draco, sus palabras temblando.

—Lo hago por la seguridad de ambos —ella susurró, apartando la mirada de sus ojos cristalizados.

—Te vas a unir a Potter, ¿no es así? —Él se burló—. Básicamente me vas a dejar por ese chico estúpido y su amiga sangre sucia —Draco ahora estaba molesto con ella, pero más con su padre. Porque él sospechaba que era el responsable de la muerte de William.

—Quizás sí, pero ese ya no es tu asunto —la chica de ojos esmeraldas dijo de mala gana, ceñuda.

Sin mirar atrás, abrió la puerta y salió hacia el frío viento de diciembre. Exhalando profundamente, pensó en la Madriguera y pronto se encontró en el horrible proceso de aparecerse frente a la gran y acogedora casa.

Donde sabía que nadie intentaría herirla.

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