Los Cambios En El Amor

By Rryolen

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Adamaris Gutiérrez es una mujer Mexicana que lucha constantemente por triunfar en un mundo en el que las medi... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítu...💔
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13 MARATÓN parte 1
Capítulo 13 MARATÓN parte 2
Especial Final De Maratón
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capitulo 17 MARATON parte 1
Capítulo 17 MARATON parte 2
Capítulo 17 MARATON parte 3
Especial fin del maraton
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capitulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capitulo 25
Capítulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55 Maratón parte 1
Capítulo 55 Maratón parte 2
Capítulo 55 Maratón parte 3
Especial Final de Maratón
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70

Capítulo 13 MARATÓN parte 3

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By Rryolen

Los padres de Alejandro no podían creer lo que sus ojos veían. Su hijo estaba coordinando con Miranda el tema de las modelos mientras estaba pendiente de las fotos y cada uno de los elementos que se encontraban en el estudio, los empleados estaban repartidos en grupos grandes y cada uno de ellos realizaba una función diferente. Ellos nunca había visto a sus trabajadores tan unidos y dispuestos ayudar. Fue tal la concentración que si los saludaron fue mucho, ni su hijo se dio cuenta de su presencia hasta que ya las modelos se habían ido, las fotos habían sido seleccionadas, el vestuario había sido recogido y finiticado la estadía en París y otras cosas. Solo así, Alejandro los volteo a mirar.

—Papá, mamá —dice sorprendido. Se acerca a ellos, le da un beso en la frente a su madre y a su padre un abrazo.— ¿hace mucho que están aquí? —les pregunta.

—Habíamos pasado para felicitarte, ¿no querido? —Enriqueta golpeo ligeramente el abdomen de su esposo a lo que este asintió, no sin antes hacer una mueva.

—Si... Pese a que no fuimos los primeros en enterarnos...

—¡Pero aun así estamos muy felices y orgullosos de ti, cariño! —Enriqueta interrumpe el brusco comentario de su hijo, lanzándose hasta este y besando sus cachetes.— ¡Felicidades mi vida, estoy tan feliz!.

—¿Por qué mejor no vamos a la oficina? —propuso su hijo.

—A no, no mi amor. Te vemos aquí ocupado, mejor hablamos esta noche en una cena, ¿qué te parece? —propuso su madre.

Alejandro arruga la frente.

—Lo siento mamá, pero estamos contra el tiempo. Apenas y puedo descansar y quiero aprovechar ese estación, ya sabes que odio estar después corriendo, tal vez en otro momento, cuando ya haya salido de esta correndilla —se excusa Alejandro. Su madre se entristece muy diferente al padre quien asiente totalmente de acuerdo.

—Si amor, nuestro hijo tiene razón sabemos que este mundo es muy complicado y estamos atacando un mercado que exige total perfección —lo apoya ganándose la atención de su familia.— además, Alejandro tiene una gran responsabilidad en sus hombros, debemos apoyarlo y no intervenir. Mejor hablamos cuando todo haya pasado, pero te pido que nos mantengas informados, no es nada bonito enterarse por terceras personas ni mucho menos por la prensa.

Alejandro asintió.

—Los acompañaría a la puerta, pero...

—No te preocupes hijo nosotros conocemos la salida. Cuídate.

La familia se despide y Alejandro volvió al lado de Miranda.

María entra a la oficina de Adamaris justo cuando esta se estaba preparando para salir.

—¿Te enterarte? ¿Es verdad lo que todos andan diciendo? —pregunta la morena.

—¿Sobre qué? ¿La competencia? —pregunta ésta. María asiente.— si, esta mañana. Fue un shock muy intenso para todos, la jefa explotó prácticamente.

—Es verdad —la apoya María.— cuando llegó a la oficina estrelló la puerta. ¡Fueras visto!, sus gritos se escuchaban por tooooda la planta —cuenta.

Adamaris recogió apagó la luz de su oficina y juntas emprendieron la salida de la empresa comentando las últimas noticia.

—Por cierto, ¿para donde dijiste que te ibas este fin? —le pregunta María presa de la curiosidad y cambiando bruscamente de tema de tema.

—Para Acapulco —responde.

—Uff que tienes suerte hermana te encontraste un hombre guapo, caballeroso, mayor y chorreado en dinero —bromea María.— ¡quien te ve picarona!.

—¡Oye! Deja de decir esas cosas —la regaña entre risa, a causa de las cosquillas que le provocaba su amiga.—¡María!.

—¡Ja! ¡Picarona!.

—¡María!.

—¡¿Qué?! ¡que envidia! Conocerás al fin el mar y con un bombón como lo es Joel.

—Me apenas María deja de gritar, la gente nos esta viendo —comenta viendo a su alrededor. Las personas que estaban en el bus se las quedaba viendo sin ningún disimulo.

—Ah...Pero cuenta, ¿ya tienes todo listo? —murmuro. Adamaris negó.— ¿y por qué no?.

—Porque no se que ponerme —responde apenada.

—Hay no seas tontita. ¿Como una diseñadora no va a saber que ponerse para un fin de semana con su futuro novio? ¡Es de loco!.

Adamaris enrojeció por la forma despectiva y directa en que María se expresó.

—¡María! No digas esas cosas, te pueden escuchar —la reprende en un susurró.— y yo no voy en plan de romance.

—A ti no, pero él si —contraataca María.

Alan entra a la casa encontrándose a su hermana sentada viendo televisión.

—Buenas noches —saludo a Adamaris y se sienta a su lado.

—Buenas noches hermanito, ¿cómo estuvo tu día?.

—Muy bien y el tuyo.

—Genial.

Ambos se quedaron en silencio, Adamaris concentrada en la película que emitían y Alan con ganas de hablarle.

—Adamaris.

—¿Si?.

Ambos hermanos se quedan viendo.

—¿Qué pasa? —le pregunta su hermana.

—Yo quería... Esta bien, me rindo —dice Alan.

—No te entiendo.

—Comprendo que no eres una niña a la que debo cuidar —suspira.— pero simplemente no puedo evitarlo. Eres... Eres la única persona a la que quiero y por ti mato y como del muerto.

—Alan...—pronuncia su nombre, intentando no llorar.

Alan niega.

—Esta bien, podre vivir con ello. Yo se que Joel no... El no hará nada que tenga yo que preocuparme —asegura, auto convenciéndose de su afirmación.

Sin resistir mucho, Adamaris abraza a su hermano mientras le daba muchos besos en el cachete.

—Gracias. No sabes la felicidad que me brindan tus palabras, sabes que no me gusta estar enojada contigo. Todos menos contigo.

Alan se dejo abrazar.

—¡María, aquí! —exclama la castaña al ver a su amiga aparecer. María le sonríe y apresura el paso.— casi no llegas, ¿que te paso? —pregunta cuando María esta junto a ella.

—Trafico, había mucho trancon y antes tuve que dejar listo a Carlitos —explica, tomando aire.

—Ay amiga me apenas que estés en esta situación.

—Tu tranquila. Mejor vos a buscar la pinta ideal para este fin —dice emocionada y agarra a Adamaris de la mano.

Amabas amigas fueron de tienda en tienda en busca de las cosas que la castaña necesitaba para los tres días que pasaría en Acapulco. Hubo un punto del día en que se empezaron a desesperar al no encontrar tallas para Adamaris, pero después de almorzar y cuando estaban a punto de rendirse, María ve los diseños perfectos para su amiga y sin duda fue tras ellos.

—¡Ay dios... Estoy muerta!  —jadea Adamaris, dejando las bolsas apiladas en el sofá y tirándose al mismo, recostando su cabeza en el espaldor del mismo y cerrando los ojos.

—Ah pos', ¿y todas esas bolsas? —pregunta su hermano, pero Adamaris no le contesto, sin que ella se diera cuenta había caído en los brazos de morfeo.

El viernes llego y Adamaris no paro de mirar el reloj, María estuvo todo el día insistiendo le en que se fuera para su casa, pero ella refutaba con la tonta excusa de que ayer había faltado al trabajo y que ya no podía darse el lujo de volverlo hacer aun que pasó todo el día despistada razón por la que Victoria no dejó de regañarla, pero ambas sabían que era una excusa para descargar la ira de la jefa. La tarde callo y Adamaris se encontraba ya en su casa, Alan era quien le estaba ayudando con empacar todo lo que había comprado.

—Ay Alan, sin ti estaría muriéndome con todo esto —comenta su hermana.

Alan ríe y sigue acomodando los objetos en la maleta.

—Pásame los implementos de aseo —pide a cambio Alan. Adamaris obedece y Alan lo acomodo en el bolsillo de la puerta.— ¡Listo! Todo esta empacado.

Adamaris asiente y le sonríe agradecida.

—Eres mi hermano favorito.

_Soy el único que tienes tarada —dice entre risa.— mejor vete a bañar que Joel esta por venir.

Su hermana asiente y en esas el timbre suena.

—Esa debe ser María, voy abrirle —dice Alan empezando a caminar hacia la puerta.

Adamaris se deshace de la camisa que llevaba puesto y del pantalón y los hecha al canasto de ropa sucia. Entra al baño y encendiendo la ducha empieza a bañarse.

—Hola Alan, ¿Adamaris? ¿ya esta lista? —pregunta María adentrándose a la casa.

—¡Ey, hola campeón! —Joel saluda al niño de María.

—Hola tío.

Ambos hombres se chocan con el puño la mano.

—Adamaris se esta dando una ducha, ¿y eso qué traes en las manos que es?.

—¿Esto? —le pregunta alzando la bolsa donde traía la ropa que su suegra había cocido para su amiga.— una pendejada. Voy con Adamaris, Carlitos, pórtate bien.

—Soy un angelito —dice el niño.

María entrecierra los ojos mirando el rostro inocente de su hijo, pero se gira y camina directo a la recámara de su amiga. Al ver que María los había dejado solos, Alan y Carlitos se miran al mismo tiempo y sus rostros reflejan picardía.

—¡Videojuegos! —gritaron emocionados y en susurro. Ambos corrieron para llegar a la televisión.

Cuando ya faltaban diez minutos para la hora Joel estacionó el auto enfrente de la acera de la casa de Adamaris, rápidamente se bajo y toco el timbre cuando estuvo en su puerta. Carlitos fue quien abrió, sorprendiendo a Joel.

—¿Si? ¿Usted es? —pregunto el niño, reparándolo de pies a cabeza justo como Alan le había enseñado antes de irse a trabajar.

Joel se aclara la garganta, saliendo de su estado de estupor.

—Soy Joel Fernández amigo se Adamaris, vengo por ella —dice, viendo hacia dentro de la casa con lo que no contaba era que el niño de manera astuta cierra la puerta de tal manera que la mitad de su cuerpo quedara dentro de la casa, solo lo pueda ver a el y que tuviera manera de salir corriendo por si era un mal tipo.

—¿Para qué la necesita? —pregunta, entrecerrando los ojos jurando que se vería intimidante justo como le había enseñado Alan antes irse de casa.

¿En serio tenia que darle explicaciones a un nene? Joel sintió ganas de echarse a reír, pero se contuvo.

—Bueno, este yo...

—¡Carlitos! ¿quién llamo a la puerta? —la potente vos de María salva a Joel de un mar de preguntas y este solo pudo respirar en paz cuando la pelinegra apareció en el lumbrar de la puerta.— ¡oh, Joel eres tu! ¡Adamaris!- grito emocionada.

Tanto Joel como Carlitos se taparon los oídos por la potencia de su voz. Sin percatarse del gesto de fastidio de Joel, María le sonrió.

—Es que estaba arreglándose.

—Ah si, claro.

Pero fue suficiente una llamada para que Adamaris apareciera y apenas Joel la vio quedo estupefacto por segunda vez. Adamaris lucia una falda larga de colores talle alto y un crop top blanco.

—Oiga, cierre la boca que va a llenar la casa con sus gérmenes —le dice Carlitos, logrando que Joel saliera de su estupor peto ganando un pequeño piquete de su madre.— ¡Ay! —se queja masajeandose la zona adolorida.

—Justo a la hora —apunta en broma Adamaris totalmente ajena a lo que pasaba a su alrededor.

—Justo a la hora —le sigue la corriente Joel agarrando su equipaje.

Ambos ríen mirándose y María tuvo la necesidad de gritar para no lanzar arcoiris por la boca.

—¿Nos vamos? —pregunta Adamaris sin dejar de sonreír.

Joel parpadeo rápidamente y asiente.

—Si, vamos —Joel agarrando con fuerza de ambas maletas, deja que se despida de su gente mientras lleva al maletero. Adamaris no perdió tiempo y colocando las gafas oscuras en su cabello se despide de María con un abrazo y de su hijo con un beso en la frente.

—Despidánme de Alan por mi, ¿si? —le pide.

—Así será —tanto madre como hijo contestaron al mío tiempo.— no te preocupes amiga —agrega María.

Adamaris volvió abrazar a su amiga y a Carlitos le dio otro beso antes de caminar hacia el carro y subirse. Fue Joel quien cerro la puerta y alzo el brazo despidiéndose de los presentes.

—¡Pásenla bien! —grita María a todo pulmón provocando que su hijo se tapara los oídos con las manos.— ¡Y no hagan naaaada que yo no haría! —ese comentario logró enrojecer a su amiga y a Joel quien se había reído y apresurado arrancar el auto.

Cuando Alejandro arribo al aeropuerto y se encontró con su amigo y socio Juan jamás se espero ver tantas mujeres lo acompañaran. Por lo menos eran ocho esculturales y sexys mujeres. Apenas Juan lo vio venir sonrío.

—¡Oh pero miren quien acaba de llegar! ¡el soltero mas codiciado de todo México! —gritaba a todo pulmón señalandolo y las mujeres que estaban con él le seguían coquetas la corriente.— ¡sorpresa!.

Alejandro puso los ojos en blanco y cuando se reunió con el grupo, inmediatamente cuatro de las astutas mujeres se le pegaron de extremo a extremo encantadas por quién llamaba primera la atención, él las envolvió con sus brazos apresurando a pegar sus cuerpos. No le sorprendió poder envolver fácilmente sus cuerpos.

—¡Bienvenido socio!.

Alejandro ríe fuerte mientras las chicas le besan su mejillan y cuello.

—¿Y este par de preciosuras? —pregunta y le da un beso a mujer que estaba a su derecha.

—Diversión amigo mío, diversión. Y como Carlos no va a poder venir y Joel estará muy ocupado con su marrana —Alejandro frunce el ceño y deja de sonreír. No entendía ese comentario, sin embargo, no dijo ni una palabra.— ¡Tú eres bendito entre los hombres! Te llevas dos hembronas y yo solo dos... Me parece muy injusto.

Las mujeres ríen y vuelven a besar a Alejandro quien pronto se olvida de lo que oyó.

—¡Vamos, vamos que nos deja el avión! —exclama Juan provocando la risa de todos.

Ya en el avión y unos par de tragos encimas tanto Juan como Alejandro disfrutan de los bailes exoticos  y subidos de tonos de sus acompañantes, el vuelo fue totalmente movido y para ellos muy corto. Cuando se fijaron estaban montados en la limosina, les faltaba sus chalecos y corbatas mientras solo una de sus acompañantes estaba completamente vestida.

En la comodidad de su casa, colocaron musica a todo volumen, Juan sacó las mejores bebidas y siguieron bebiendo y bailando a mitad del rumbon la acompañante de Juan se durmió y Alejandro le presto a una de las mujeres ya que la otra le parecía mas fogosa y atrevida y pensaba pasarla muy bien con ella. Juan fue quien se dio cuenta que Joel había llegado y dejo a un lado a la morena sentada en su regaso para ir en busca de Alejandro quien se encontraba plácidamente comiéndose a besos con la pelinegra.

Juan se tambaleó hasta caer al lado de la pareja, pero estas ni se inmutaron y siguieron repartiéndose fogosos besos.

—Oye, oye. ¡Hip! Ya vino ¡Hip! Jo-joel y la marrana —balbuceaba.

—¡Deja de molestar! —gruño abandoando la boca de la mujer y subsionando su cuello. La mujer jadeo.

—¡Hip! La marrana. Ven p-para que la veas —insiste.

Mientras Juan le insistía a su socio Joel le ayudaba a Adamaris con las maletas. Relativamente el viaje había estado genial, ellos hablaron de todo un poco, Joel aprovecho y las paradas que hacían desde el aeropuerto hasta la mansión de Juan para acercarse a Adamaris y tomar fotos sin que ella se diera cuenta. Pero se estaba mal diciendo y dando golpes mentales al haberla traído, apenas el taxi entro a la residencia y este escuchó el bullicio se arrepintió de inmediato y supo que había sido una mala jugada que Adamaris conociera este lado oscuro de su vida y por eso la miro y le sonrió cuando sus miradas se encontraron y ella le sonrió.

—¡Vaya! Esta casa es muy grande Joel —comenta asombrada.

—Y espera a que la conozcas por dentro, te fascinara —añade.

Juntos caminaron hasta la casa, pero cuando estaban a un par de pasos de llegar la puerta se abrió y aparecieron Juan y Alejandro, ambos sin poder camina clrrectamente por el alto grado de alcoholismo en su cuerpl, sin camisas y con muchas marcas de labial en sus rostros y pecho. Adamaris no podían creer lo que sus ojos veían.

Era el mismísimo Alejandro Alcalá. El empresario más importante e influyente del mundo de la moda.

—Ay no —escuchó murmurar con pena Joel. Adamaris lo volteó a mirar. Éste tenía el celo fruncido y su rostro tenso e increíblemente oscuro.

—¡Joel amigo mío! —exclama feliz Juan.— ¡te estábamos esperando! No sabes te conseguí unas mamasitas —Juan hablaba arrastrado y cuando fue a dar un paso hacia ellos, se resbalo y callo al suelo. Alejandro de inmediato se burlo, soltando carcajadas a diestra y siniestar y pronto Juan se le unió. Adamaris se sorprendió y preocupó por el y Joel los estaba asesinando con la mirada.

—Tarado —dice Alejandro sin evitar reír.

Joel lo iba ayudar a levantar, pero Juan fue mas rápido y se coloco el solo de pie. Alejandro ya estaba junto a el.

—Eres... Eres, ¿cómo se dicen las personas que desaprovechan oportunidades? —le pregunta Juan a Alejandro.

—Desaprovechadores de oportunidades —contesta riendo dejándose llevar por el alcohol.

—¡Eso, eso! Desaprovechadores de oportunidades... Eres un desaprovechador. Mira, mira —balbuseo a todo pulmón.— ¡Piernas, María, golosina, fresa! —tanto Adamaris como Joel se miraron las caras.— ¿cómo es que se llaman nuestras amigas? —volvió a preguntarle a Alejandro.

—¡Hip! Creo que se llaman marrana —respondió acelerado.

—¿Qué les pasa? —susurro Adamaris a Joel. Éste se encogió de hombros en respuesta.

—No, no. La marrana aquí es ella —dice Juan, señalando a Adamaris quien junto a Joel estaba mirándolos y se sorprendió cuando escuchó esa palabra. Alejandro se tambaleó más de cerca a esta sin apartar la mirada y para sorpresa de los presentes, logrando incomodarla debido a la cercanía.—  ella es la marrana —repite y cale encima de Joel que por reflejos logra atraparlo a tiempo e impedir que se fuera al suelo.

—¡Maldita sea se vomito! —escuchó que la voz de Joel, pero Adamaris no estaba prestando atención su mirada se había perdido a causa de lo que había escuchado y sin darse cuenta que el borracho que seguía en pie la observaba de pies a cabeza, su mirada era de curiosidad y su rostro estaba muy serio pese a que prácticamente no se podía mantener en pie, cuando sus ojos miraron la mezcla de colores en la iris de Adamaris y esa mirada vacía, triste.

Sonrió.

Una marrana con unos ojos muy bonitos para ser marrana, pensó.

—Una marrana con unos ojos muy bonitos para ser marrana —repite, asombrando a la castaña quien rápidamente lo miró, Alejandro asintió y extendió su sonrisa. Una que pretendió ser honesta pero que se veía sexy, al menos para ella y se odió por aquel pensamiento.— sí, una marrana de ojos hermosos —repite, cayendo al suelo ya que Adamaris se hecho a un lado.

En la mente del empresario se quedó grabada su mirada, tanto que todo lo que podía soñar era con estos.

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