Viviendo Con Mi Ex.

Por ittsandre

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La puerta del portal se abre y subo por las escaleras hasta el tercer piso. Timbro en la puerta que hay al... Más

Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62.
Capítulo 63.
Capítulo 64.
Capítulo 66.
Capítulo 67.
Capítulo 68.
Capítulo 69.
Capítulo 70.
Capítulo 71.
Capítulo 72.
Capítulo 73.
Capítulo 74.
Capítulo 75.
Capítulo 76.
Capítulo 77.
Capítulo 78.
Capítulo 79.
Capítulo 80.
Capítulo 81.
Capítulo 82.
Capítulo 83.
Capítulo 84.
Capítulo 85.
Capítulo 86.
Capítulo 87.
Capítulo 88.
Capítulo 89.
Capítulo 90.
Capítulo 91.
Capítulo 92.
Capítulo 93.
Capítulo 94.
Capítulo 95.
Capítulo 96.
Capítulo 97.
Capítulo 98.
Capítulo 99.
Capítulo 100.
Capítulo 101.
Capítulo 102.
Capítulo 103.
Capítulo 104.
*Nota Especial*
Capítulo 105.
Capítulo 106.
Capítulo 107.
Capítulo 108.
Capítulo 109.
Capítulo 110.
Capítulo 111.
Capítulo 112.
Capítulo 113.
Capítulo 114.
Agradecimientos.
NOTA

Capítulo 65.

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Por ittsandre

Bella.

Cojo mi cazadora verde militar que hay sobre la cama de mi habitación y salgo de la habitación.

Mientras bajo los primeros escalones de la escalera del piso, siento que me caeré en cualquier momento y me apoyo en la pared del escalón más grande del centro de la escalera.

-¿Has vuelto a marearte?- pregunta Max mientras sube las escaleras hasta donde me encuentro.- ¿Quieres que te lleve al hospital?

-¿Me puedes traer un vaso de agua y una pastilla de la caja que hay sobre la barra de la cocina?- mojo mis labios y me siento en el suelo, en este momento me parece el lugar más seguro ya que así no me caeré.

Siento como Max baja las escaleras de nuevo mientras mantengo los ojos cerrados y suspiro nerviosa mientras pienso que esto es una mierda.

-Toma.- Max deja una pastilla en mi mano y poco después, bebo más de la mitad del agua que hay en la botella.- Deberías ir al médico, Bella.

¿Para qué me digan que estoy embarazada?

Durante estas dos últimas semanas me ha pasado lo mismo. Parte de lo que como termino vomitándolo y me mareo cada poco sino tomo una pastilla que me ayuda haciendo que no me maree durante un par de horas pero... ¿y si esto significa que estoy embarazada?

Tampoco he tenido la regla durante estos meses y vale, nunca se me ha regulado pero las últimas vez que Max y yo lo hicimos no utilizamos condón.

-Ya estoy mejor.- me levanto del suelo despacio ya que me tiemblan las piernas y bajo las escaleras agarrándome lo más fuerte que puedo a la barandilla de las escaleras para no caerme.- Voy a tirar la basura y a sacar a pasear a Izan, así también podré respirar aire frío.

Le coloco la correa a Izan alrededor de su cuello con un poco de espacio para que no le haga daño la cinta rosa y pongo mi gorro de lana negro que hay sobre el sillón negro del salón.

-¿Estás segura?- Max entra en la cocina y coloca los platos sucios de la cena en interior del lavavajillas.- Si quieres que vaya a recogerte para volver a casa después me llamas.

-Vale, no tardaré en volver.- deposito un beso en la mejilla de Max y camino hacia la entrada de casa para coger mis llaves.

Cojo mis llaves del cuenco que hay sobre el recibidor de la entrada del piso y al lado de una de las fotos de la boda de Lía y Marcos, para ser exactos, la foto en la que Max me sujeta en brazos mientras hace puchero y yo me estoy riendo.

-¡Chao!- cierro la puerta del piso desde fuera y pulso el botón del ascensor con la esperanza de que no tarde más de cinco minutos en llegar.

Han pasado dos meses desde que Raquel y Sam volvieron a Londres. Para ser exactos, tres días después de que Sam empezase a andar de nuevo. La chica de pelo castaño andaba muy despacio y Raquel tenía que seguir ayudándola en parte de las cosas pero, aún así, decidieron volver a Londres donde podrían volver a la Universidad y a sus trabajos.

En cuanto salgo del portal, subo la cremallera de mi cazadora y dejo a Izan en el suelo ya que antes lo llevaba en brazos.

Camino hacia los contenedores del final de la calle y suelto un grito cuando una chica abre la puerta del copiloto desde el interior del coche que hay detrás de la fila de los contenedores.

-¡Joder, que susto!- digo desde fuera del coche.- Soy la hermana de tu novio, ¿quieres matarme?

Miriam suelta una carcajada.- Lo siento, no quería asustarte y por lo que presiento, no vas a entrar en el coche así que saldré yo.

Espero a que Miriam ponga su cazadora azul marino del mismo estilo que la que yo llevo puesta y, en cuanto cierra el coche, deposita un beso en mi mejilla y acaricia a Izan.

-¿Por donde hibas a ir? Hace frío así que no creo que debamos quedarnos aquí quietas.- coge a Izan en brazos y por un momento, pienso en que no sería mala idea que le mease encima por darme el susto que me ha dado.

Miriam deja al perro en el suelo para que camine y empezamos a caminar hacia la calle que hay a la derecha que lleva por el paseo de la playa.

-¿Qué hacías aquí?- pregunto mientras caminamos.- ¿Qué tal el día de San Valentín?

Louis me había pedido ayuda para ayudarle a preparar una cena romántica para Miriam y él pero no sabía como les había ido ya que durante este último mes no había hablado con ellos. Sin embargo, el día de San Valentín para mi había sido un día normal y corriendo salvo porque había ido al estreno de la película de 50 Sombras De Grey con Nicol.

-Muy bien, gracias por ayudarle a organizarlo.- Miriam sube la cremallera de su cazadora y mira la pantalla de su móvil.- Pero desde ese día no he vuelto a tener la regla y hace un mes que debería haberme venido y creo que estoy embarazada y necesito que alguien me acompañe a la farmacia y al médico.

-¿Quieres que vayamos a la farmacia?- pregunto mientras cruzamos a la otra calle que lleva al paseo que hay en la parte de arriba de la playa.- Yo también lo necesito, he pasado esta última semana con mareos y náuseas y estos dos últimos meses no he tenido la regla.

Miriam y yo llegamos a un banco de madera que hay en la misma calle del paseo y nos sentamos para hablar más tranquilas.

-¿Louis sabe algo?- pregunto aún sabiendo que Miriam no ha tenido el valor de decirle a mi hermano que probablemente esté embarazada.

-He estado a punto de decírselo ayer pero no me he atrevido.- la chica saca su móvil de uno de los bolsillos y mira de nuevo la pantalla de este.- Si mañana el médico me dice que si que lo estoy, tengo que pensar en como decírselo, no puedo soltarle que va a ser padre así como así.- toma aire y sigue hablando.- Si tu estuvieses embarazada, ¿sería hijo de Max?

-Si, las ultimas veces no utilizamos condón.- hago una mueca y Miriam apoya su cabeza en mi hombro.

-Tenemos que ir a la farmacia ahora y hacernos el test.- Miriam se levanta del banco y yo imito su acción.- ¿Los hacemos en tu casa?

-Vale, le enviaré un mensaje a Max.- saco mi móvil del bolsillo de la cazadora y escribo un mensaje a Max diciéndole que estoy con Miriam y que tardaré en volver a casa, con un poco de suerte, para cuando llegue a casa con Miriam, ya estará dormido como la marmota que lleva dentro.

Camino al lado de Miriam hasta la farmacia que hay al final de la calle de delante del edificio en el que Max y yo vivimos y suspiro aliviada cuando la farmacia está abierta, de lo contrario, deberíamos ir en coche hasta una de las farmacias del centro de la ciudad.

-¿Qué? ¿Tengo que entrar yo?- pregunto casi en un grito al escuchar como Miriam me pide que entre en la farmacia a por los test de embarazo.

-Por favor, yo me quedaré con Izan esperándote aquí.- Miriam hace puchero y miro a la chica de pelo ondulado con cara de pocos amigos a través de mis gafas de pasta negra.- Es por un motivo familiar, a fin de cuentas, algún día mis hijos serán tus sobrinos.- dice divertida.

Ruedo los ojos y busco dinero en el bolsillo de mi cazadora.- ¿Tienes diez euros?- pregunto cuando solo saco de uno de los bolsillos cinco euros.

Miriam saca de uno de los bolsillos de su cazadora azul un billete de diez euros y entro en la farmacia después de darle la correa rosa de Izan para que sujete al pequeño perro.

En cuanto entro en la farmacia, una mujer de unos cincuenta años, con el pelo oscuro y rizo, me mira con cara de pocos amigos a través de los pequeños cristales de sus gafas de pasta roja.

-Buenas noches.- digo casi en un suspiro.- ¿Me puede dar cuatro test de embarazo?

Siento como mis mejillas se calientan cuando la mujer que según la pequeña placa que lleva a un lado de la bata blanca que lleva puesta se llama Rocío, me mira con peor cara que la de antes.

La mujer no dice nada y saca de un armario de cristal que hay en la otra esquina del establecimiento, cuatro cajas largas y delgadas.

-Las instrucciones van en la parte de atrás de las cajas.- comenta la mujer mientras guarda las cajas en una bolsa pequeña de la farmacia.- ¿Quiere algo más?

-No.- busco en mi bolsillo los quince euros que hemos juntado Miriam y yo y acerco la bolsa con las cajas hacia mi.- ¿Cuanto es?

-Catorce euros.- mira la mano en el que tengo los dos billetes doblados con peor cara que las que ha puesto antes y ruedo los ojos.

En cuanto me da las vueltas del dinero que le he dado, cojo la bolsa y salgo de la farmacia a pasos gigantes.

-¿Qué tal?- pregunta Miriam mientras le devuelvo el euro que ha sobrado.

-Creo que esa mujer nunca ha sonreído.

Miriam suelta una carcajada y siento que me caeré de un momento a otro cuando el aire frío golpea mi cara.

-¿Te encuentras bien? ¿Te llevo al hospital?

Me agarro al brazo de Miriam y espero a que las manchas negras desaparezcan.

-Ya estoy mejor, no te preocupes.- miento después de que pasen unos minutos que han sido eternos.

-¿Estás segura? No me importa llevarte al hospital, Bella.

-No hace falta, he tomado antes de salir una pastilla.- deposito un beso en la mejilla de la chica y empiezo a caminar apoyando la mano en la pared de la farmacia.

-Está bien, pero vete al médico. ¿Y si estuvieses conduciendo? Podrías haber tenido un accidente.

-Vale, pero no le digas nada a Max.- guardo las manos en los bolsillos de mi cazadora y suspiro aliviada cuando las manchas negras han desaparecido por completo.

En cuanto llegamos al portal del edificio, entramos rápido en el interior del edificio y cojo a Izan en brazos para subir por las escaleras ya que así, no tendremos que esperar a que el ascensor llegue.

-No hagas ruido o despertaremos a Max.- susurro a Miriam antes de abrir la puerta de la entrada de casa.- Y tu tampoco, enano.- muevo la pequeña oreja derecha del Izan y sonrío cuando mueve la cabeza hacia la derecha y hacia la izquierda.

Dejo a Izan sobre el sillón negro del salón del piso de abajo de la casa y subo al piso de arriba con Miriam después de que la chica deje su cazadora sobre el sofá del salón.

-Tu primero.- susurra Miriam mientras subimos las escaleras.

-Yo compré los test de embarazo.- susurro en modo de recuerdo por los diez minutos dentro de la farmacia.- Ahora tu vas a ser la primera.

Miriam resopla y entra en el baño para, después de cinco minutos, volver a salir de este dejando sus dos test de embarazo en una esquina del lavabo.

-No los juntes, sino tendremos que volver a hacerlos.- Miriam me deja entrar en el interior del baño y cierro la puerta de este para hacer la prueba.

En cuanto termino, dejo mis dos test de embarazo sobre la tapa blanca del báter para que no haya ningún tipo de confusión y abro la puerta del baño para que Miriam entre.

El resultado de los test de embarazo de Miriam se verán más rápido ya que hizo la prueba antes que yo, así que abrazo a la chica por detrás para tranquilizarla y observo los test de embarazo sin apartar la mira de ellos ni por un segundo.

Miriam y yo soltamos un suspiro nerviosas cuando uno de los test de embarazo tiene el color rosa y observamos el segundo test con la esperanza de que el primero haya sido un error.

Un par de minutos, sabemos que el primer test no ha sido un error y Miriam, con lágrimas cayendo por sus mejillas pálidas, se sienta en el suelo del baño a mi lado para saber el resultado de mis test de embarazo.

En cuanto aparece uno de los colores en mis dos test de embarazo, cientos de preguntas aparecen en mi cabeza como, por ejemplo, en la que me pregunto que qué me pasa entonces sino estoy embarazada. 

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