H2O, sirenas del mar; La Otra...

By AbbaLoveFics

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H2O, Sirenas Del Mar: La Otra Sirena... Kayla es una chica de 15 años que vive su día en las soleadas playas... More

Capítulo 01: Momento, personas y lugar adecuados.
En la jungla
El Cráter y el estanque.
Lo Inesperado
Capítulo 05: Disciplina y Control.
Capítulo 6: Quejosas.
Capítulo siete: Como Otro mundo.
De Tortugas y Negaciones.
El Asunto Tiburón.
Capítulo 10 Investigadores de Mako
Indecisión y un Medallón.
Capítulo doce: Jugo de Alfalfa, Intrusos y Drama.
Capítulo trece: Un Diario Peligroso.
Un concurso, problemas y descubrimientos.
Capítulo 15: Día de los Enamorados.
Capítulo 16: De provocaciones y consejos masculinos.
Capitulo 17: La NO cita
Capítulo 18: Aproximación
Capitulo 19: Preparativos para una Fiesta.
Capítulo 20: La Otra Emma.
Problemas de Confianza.
Capítulo 22: Discrepancia Denman.
Capítulo 23: Rikki, la idiota.
Capítulo 24: Fuego.
Capítulo 25: Invitación y Celos.
Capítulo 26: Aliados.
Capítulo 27: Hora del Hombre Lobo.
Capítulo 28: Un recuerdo perdido en la memoria.
Capítulo 29: Hagamos un corto.
Capítulo 30: Piedra, Papel o Tijeras
Capítulo 31: Zona de Amigos
Capítulo 32: La apuesta
Capítulo 33: La Kriptonita de Emma
Capítulo 34: Ganadores y Perdedores
Capítulo 35: El que avisa no es traidor
Capítulo 36: Hechizados
Capítulo 37: El Tesoro de Louise Chatham
Capítulo 38: Entrevista de trabajo
Capítulo 39: Sombreros de fiesta, payasos y ponis
Capítulo 40: Progresos y Oportunidad.
Capítulo 41: Malas relaciones laborales.
Capítulo 42: La chica congelada en la habitación.
Capítulo 43: La única esperanza.
Capítulo 44: Pequeñas Mentirosas.
Capítulo 45: La pareja que no es pareja.
Capítulo 46: La llamada.
Capítulo 47: Investigación y verdad
Capítulo 48: Cuarentena.
Capítulo 49: El día correcto para tener una pijamada.
Capítulo 50: Calor.
Capítulo 51: Y los problemas continúan.
Capítulo 52: Lugar seguro
Capítulo 53: Misterios por resolver
Capítulo 54: Bronceado intensificado.
Capítulo 55: Conocida desconocida.
Capítulo 56: Julia.
Capítulo 57: Diferentes.
Capítulo 58: Hacer posible lo imposible
Capítulo 59: Del odio al amor.
Capítulo 60: Una discusión predecible.
Capítulo 61: La pista.
Capítulo 62: Rojo
Capítulo 63: El llamado.
Capítulo 64: Tres.
Capítulo 65: Locura y valentía.
Capítulo 66: Quiebre.
Capítulo 67: Pareja.
Capítulo 68: El almuerzo.
Capítulo 69: Confesiones.
Capítulo 70: Idénticos.
Capítulo 71: Amiga especial.
Capítulo 72: Pelea.
Capítulo 73: Relato de una traición.
Capítulo 75: La otra sirena.
Capítulo 76: Una pareja.
Capítulo 77: No.
Capítulo 78: Pollitas.
Capítulo 79: 21st Century Girls.
Capítulo 80: El baile.
Capítulo 81: Rojo.
Capítulo 82: Tarde.
Capítulo 83: El regreso.
Capítulo 84: Evidencia.
Capítulo 85: Cerrada
Capítulo 86: Intrusos.
Capítulo 87: La cámara nunca miente.
Capítulo 88: Encierro.
Capítulo 89: Un trato con el diablo.
Capítulo 90: Ventana.
Capítulo 91: Captura.
Capítulo 92: Confiar o no confiar.
Capítulo 93: El camino hacia la redención nunca es fácil.
Capítulo 94: Tiempo libre.
Capítulo 95: Necesitada.
Capítulo 96: Momento, sirenas y lugar muy especial.
Capítulo 97: Decisiones y Oportunidad.
Capítulo 98: El eclipse.
Capítulo 99: Nuevos comienzos
Capítulo 100: Vuelta de tuerca.
Capítulo Extra: Lo que ocurrió después

Capítulo 74: ¿Qué?

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¿Qué?

¿Esto otra vez? ¿En serio?

Era consciente que desde el momento en el que hiciera saber mis intenciones de confesar el secreto, las chicas se  negarían a la idea, y estaba preparada para hacer hasta lo imposible por convencerlas. No imaginé que se enfadarían tanto como para terminar a los gritos. Y la cereza del pastel fue descubrir que Zane y Rikki salían, que yo lo sabía y no dije nada, vamos, como echarle leña al fuego.

Fue nuestra primera gran pelea (si no contaba el pan de cada día que eran las constantes discusiones entre Emma y Rikki) incluso llegué a pensar que nuestra amistad acabaría ahí, que nuestra confianza estaba rota y no podía ser recuperada.

Pero pasó, fue difícil y complicado pero lo superamos; al final del día Emma y Cleo tomaron la decisión de confiar y aceptaron que le revelase el secreto a Nic… con algunas condiciones; por supuesto, pero al fin y al cabo aceptaron.
Fue un alivio saber que nuestra amistad era más fuerte y que nuestra confianza no se quebraría. Por eso es que pude confesarle el secreto a Nic sin mayores restricciones; claro, eso pensaba hasta que escuché esa historia, porque en ese momento sentí como si súbitamente fuese arrojada de regreso a la línea de partida.

¡Esto no puede estar pasando!

Yo le estaba muy agradecida a la señora Chatham porque sus consejos resultaron ser de mucha ayuda en varias ocasiones con la luna llena, por ejemplo, cuando Emma y Rikki se salieron de control y fue importante saber a lo qué nos enfrentábamos (la luna llena) o donde deberíamos comenzar por buscar a una sirena perdida (lugar seguro); en general y a pesar de su misterio perenne, apreciaba su papel de guía o de "anciana sabia" como la nombró Lewis alguna vez, y... técnicamente estaba en lo cierto porque la señora Chatham era la primera y única persona (sin contar a sus amigas) que sabía por lo que estábamos pasando y simpatizaba con nuestra situación pues ella la vivió en carne propia. Estaba agradecida, en verdad lo estaba.

Pero ¿esto? Esto no lo podía aceptar... ella no conocía a Nic, no sabía lo que le gustaba, o lo que le disgustaba, no sabía que él tenía un corazón de oro, no sabía nada, nada ¡Ella no conocía a Nic en lo absoluto! Solo lo estaba juzgando con base en su experiencia (trágica experiencia, con Karl) Por lo tanto, no tenía ningún derecho a juzgarlo de esa manera. Punto.

¡Además! eso fue entonces, el pasado, y esto es el ahora, el presente. La historia no tenía por qué repetirse, no lo haría. Quiero decir, Nic me pidió tiempo pero era comprensible; no todos los días tú novia te revela que es una sirena y además con poderes sobre el agua. Necesita tiempo para procesarlo. Es lo normal.

Lamento lo que le pasó a Julia y es algo que no se lo deseo ni a mi peor enemigo; y como dije antes, quizás yo era parecida a Julia, pero Nic no podía ser más diferente de su abuelo. El no revelaría mi secreto a nadie. La señora Chatham se equivocaba con él. Sí, eso era; estaba equivocada. Punto.

Además ¿es que acaso nadie ve lo que yo veo? ¡Karl era la amenaza real! ¡No Nic! Y la historia de Julia no hacía más que darme toda la razón.

¿Por dónde empiezo? Veamos…

Razón número uno:

¡No es de confianza! No conforme con traicionar a Julia, la engañó para obtener una prueba que demostrara la existencia de las sirenas y así exponerlas al mundo.

Eso me llevaba al segundo punto:
¡Intentó revelar la existencia de las sirenas!

No le importó que Julia y sus amigas pudiesen terminar como conejillos de indias en un laboratorio, o diseccionadas o qué se yo… no le importó lastimarla, engañarla. ¡No le importó nada! ¡¿Cómo se puede ser tan vil?!

Además… quizás no sabe que Emma, Cleo, Rikki y yo lo somos. Pero es una de las pocas personas que puede afirmar que las sirenas existen. Y si bien puedo respirar aliviada porque nadie le ha creído y lo tomaran por loco, justo como están haciendo ahora con Zane, ellos dos están trabajando juntos.

Y eso nos llevaba al siguiente problema.

Conozco a Zane desde que tengo memoria y puedo dar fe de que es una de las personas más testarudas de todo el mundo mientras que Karl, por el otro lado, ha sido un dolor en el trasero desde el día uno. Esa mezcla que desde un principio había sido ya una piedra en el zapato para nosotras ahora lo era el doble, no: el triple.

Zane el «cazador de sirenas» contaba con un aliado real pues era alguien que no solo había visto a una sirena sino que sabía todo sobre los poderes y la isla Mako, todo, lo que nos dejaba con... dos grandes amenazas.

Aunque, ojo, no me hacía ninguna gracia considerar a Zane una amenaza pero para mí disgusto, así resultaron ser las cosas aunque se pudo haber evitado. ¿Cómo? Bueno, sé que suena a una locura pero si le revelásemos a Zane que somos las sirenas que ha estado buscando durante todo este tiempo no tendría que vivir ocultándole la verdad y el no pasaría las veinticuatro horas del día pensando en ellas. Pero es una idea y solo eso, porque ahora que la señora Chatham ha contado esa historia dudo que Emma y Cleo permitan que le comente una sola cosa sobre alguna de nosotras siendo una sirena. La historia no se aplicaba solo a mí, sino también a Rikki.

—¡Aaaah! —exclamé, exasperada—. ¿Por qué tuvo que decir eso? Ella no conoce a Nic. ¡Y no debería juzgarlo solo por ser el nieto de Karl!  ¡Cielos!

Y entonces, un escalofrío me recorrió.

Cincuenta años atrás Karl descubrió la existencia de las sirenas, traicionó a Julia, intentó exponerlas y… fracasó. Su comportamiento ahora cobraba mayor sentido para mí: no dudar de la veracidad en la historia del monstruo marino de Zane (cuando perfectamente cualquier persona pensaría que miente o está loco, no que dice la verdad), estar al tanto de la existencia de ese video en aquel noticiario de los años cincuenta dónde aparecían la señora Chatham y sus amigas y por supuesto, su interés en la Isla Mako; mejor dicho, en su destrucción.

Por lo tanto, y sabiendo lo que ahora sé, no era demasiado complicado identificar cuáles eran las prioridades: recuperar el medallón de las garras de Miriam y mantenernos lo más lejos posible de Karl. Ahora más que nunca.

¡Súper fácil!

Spoiler: no lo es.

Es solo que a veces, cuando planeas una cosa otra muy diferente acaba sucediendo en la realidad y era una muestra de cómo la vida podía darnos grandes sorpresas. Cómo lo estaba haciendo ahora.

Tuve esa realización al poner un pie en la entrada del Juice Net e ingresar al establecimiento, pues aparte del desconcierto que me embargó, caí en cuenta de que no solo tendría que recuperar el medallón de las garras de Miriam, sino que además debía hacerlo de una segunda persona a quien con tan solo mirarlo experimenté unas enormes ganas de derramar una bebida encima suyo y de su traje oscuro, a pesar de que unos segundos atrás dije que me mantendría alejada de él.

¿Qué rayos…? ¿Por qué Karl está aquí? ¿Y por qué está hablando con Miriam?

Pronto me di cuenta que no era la única observando fijamente a la inusual pareja pues Zane, a un par de pasos de distancia de mí, no le quitaba la vista de encima a esos dos.

—¿Qué rayos ocurre aquí? —inquirí, con el ceño fruncido en profundidad, mientras me acercaba a mi hermano.
Zane me miró durante un segundo antes de bufar y fijar su atención en Karl y Miriam con recelo, quienes en una mesa cerca de la barra, mantenían una conversación. Ver a esos dos juntos era una imagen de lo más desconcertante. ¿Se conocían?

—¿Qué es lo que le pasa a todo el mundo con ese medallón?  —preguntó Zane a su vez, volviéndose hacia mí con el ceño fruncido en profundidad. La expresión en su rostro era una mezcla de irritación y molestia—. Eso es lo que quiero saber.

Espera… Miré a Karl una vez más y luego a Zane ¡¿Karl también quiere el medallón?! Es lo que pude deducir de lo que dijo Zane. Digo, tiene sentido ¿no? ¿Por qué otra cosa se acercaría a Miriam? Karl debe saber lo que el medallón representa. Pero esto no tiene sentido ¿por qué querría el medallón?

Salí de mis pensamientos cuando me di cuenta que Zane me miraba con intriga y a la espera de que le ofreciese una respuesta.

Me encogí de hombros.

—Ohm… déjame ver: es bonito —dije con sencillez. Zane arqueó una ceja y me miró, escéptico. La expresión en su rostro parecía decir: «¿Eso es todo? ¿De eso se trata? ¿Es bonito y por eso lo quiere? No puedo creer en eso»—. No me mires así. Tú preguntaste.

—Lo entiendo de Miriam, pero ¿Karl? ¿Qué podría querer de él? —lo mismo me pregunto—. ¿Y qué hay de Rikki? Si no la hubiese detenido, habría despedazado a Miriam. Estaba como loca pero no quiso decirme nada y solo se fue enojada. No entiendo nada.

Era entendible que Zane estuviese confundido por todo esto, pero no era como si pudiese comentarle que lo queríamos porque perteneció a una sirena y mejor amiga de la señora Chatham. Como es bien sabido Zane y la señora Chatham se detestan. Sin mencionar que la palabra “sirena” era peligrosa cerca de mí hermano… por obvias razones.

—No me creas tan tonto. —espetó con tono severo y entonces supe que no creía una sola palabra de lo que le decía.

—Espera —lo miré—. ¿No lo eres? —y no pude evitar mirarlo con escepticismo. Zane asintió y me miró como si tuviese que ser obvio—. ¿En serio? —insistí, suspicaz—. Bueno entonces… estoy confundida. Porque ¿acaso no fuiste tú quien le dijo a Miriam que Rikki quería el medallón, la cual por cierto fue la razón por la que ella lo compró? —Zane abrió la boca para decir algo, pero la cerró al instante sin que una sola palabra saliera de esta. Lo atrapé—. Exacto. —me reí, aunque la situación no era divertida en lo absoluto.

—No lo entiendo —Zane sonaba irritado—. Puedo obsequiarle lo que ella quiera —sus cejas se alzaron con incredulidad—, ¿y todo lo que ella prefiere es ese medallón viejo? ¡Vamos!

—Rikki no es alguien superficial, creí que te había quedado claro. Además, ese medallón es especial.

—¿Tan especial como para que Miriam se gane una paliza?

—De hecho, sí —asentí—; se lo merecía —aclaré—. Mira, te sugiero que no le des tantas vueltas. Rikki puede ser muy temperamental pero sigue siendo una chica y no es un crimen que quiera usar cosas lindas —Zane me miró con atención—. Confía en mí. Soy una chica y su mejor amiga.

Tras eso, nos dedicamos a observar al par durante un rato más, hasta que en algún momento Miriam se quitó el collar. Zane y yo intercambiamos una mirada cuando se lo tendió a Karl y este extendió la mano tomándolo, por lo que ahora tenía completa libertad para examinarlo de cerca.

A pesar de la distancia que nos separaba pude ver la mutación que sufrió su rostro cuando sostuvo el colgante entre sus dedos y como sus labios se deformaron en una sonrisa amplia y desagradable.

No, no, no.

—No puede tener ese medallón —le dije a Zane, alarmada y determinada por partes iguales. Si el medallón de Julia caía en manos de Karl sería incluso peor a que lo hiciera en manos de Miriam. ¡Karl sabía lo que ese medallón representaba! Y aun así tenía el descaro de quererlo para él… ¡Él es el malo aquí! ¡La verdadera amenaza!—. No puede. —enfaticé.

¡Sería el peor resultado!

—¿Por qué? —Inquirió y no se refería solo al porqué que Rikki lo quería, sino también al porqué Karl no podía tenerlo—. ¿Por qué es tan importante? —insistió—. Y no me mientas —me advirtió—; quiero la verdad.

La verdad, la verdad, eh.

—Es importante para Rikki —y no estaba mintiendo—. ¿Acaso esa no es suficiente motivación para ti? —y una idea se me ocurrió. Podía usar a Zane en contra de Karl. Cómo dije antes: Zane era testarudo y sé que si se lo proponía, podría recuperar el medallón, solo necesitaba un poco de motivación—  Emma y Cleo tienen dos medallones idénticos a ese. —confesé a medias. Además, no tenía caso ocultarlo. Tarde o temprano Zane se daría cuenta pues tan solo tenía que mirar sus cuellos.

—Forma parte de un juego. —comentó. Asentí. Supongo que Rikki le había dicho algo al respecto.

—Exacto. Eso lo hace único. ¿Y qué es lo que le gusta a Rikki? Lo diferente —continué—. Y yo creo que… no —me interrumpí—: sé que Rikki agradecería mucho, mucho tu ayuda —mírenme ahora: criticando a Rikki pero bien que estoy aplicando lo que aprendí de ella—. Tanto como… para quizás olvidar que metiste la pata.

Eso sí pareció encender una llama de motivación en Zane, porque sus ojos oscuros brillaron con renovada determinación. ¡Perfecto!

Tras dedicarme una mirada breve cargada de determinación (como si estuviera aceptando un reto) Zane corrió la silla hacia atrás y se puso de pie de un salto. Lo vi caminar con pasos rápidos y decididos hasta detenerse frente a la mesa que Karl y Miriam compartían, e interrumpir su charla.

Por la distancia y el ruido alrededor, no fui capaz de escuchar las palabras que compartieron Zane y Miriam, por lo que entenderán mi confusión cuando Miriam se puso de pie y se acercó a Zane al mismo tiempo que mi hermano lo hacía.
No entendía lo que estaba pasando, no lo entendía hasta que vi a Zane inclinarse hacia adelante y a Miriam ponerse de puntillas, acortando la distancia entre ellos a tal punto que sus frentes o sus bocas podrían chocar…

Oh. ¡¿Qué rayos?! Esto no formaba parte del plan.

El plan: recuperar el medallón.

—¿Qué pasa?

¡Rikki! ¡Qué mal momento para aparecer! En serio, qué inoportuna.

—Ah...

Abrí la boca pero no alcancé a formular una oración porque lo siguiente que ocurrió a continuación me robó las palabras de la boca y creo que aunque hubiese sido capaz de formular una frase completa, Rikki no me habría escuchado y de haberlo hecho, sé que mi respuesta no le habría gustado. Porque me limitaría a decir lo que mis ojos veían, ni más ni menos. Sin embargo, no fue necesario que abriera la boca para nada, porque en estos casos… una imagen vale más que mil palabras.

No transcurrieron más de cinco segundos desde que el choque de labios inició (y con ello la catástrofe) cuando Zane comenzó a alejarse de Miriam y creó una distancia considerable entre ellos, para disgusto de la rubia que intentó rodearle los hombros con sus brazos.

—Ay, no.

Lewis quien también presenció la escena, se acercó mientras me observaba con una mezcla de extrañeza y curiosidad. Él tampoco tuvo que decir nada porque en su rostro era legible lo que pasaba por su cabeza en ese momento «¿Qué está pasando aquí?» Pero no le respondí y no porque no quisiera hacerlo sino porque me preocupada más Rikki ya que por como sus ojos se habían humedecido, me atrevería a decir que aquella escena le había dolido y mucho.

Y no era para menos. Le dije a Zane que recuperara el medallón pero ¡¿besar a Miriam era necesario?! Y Rikki lo vio todo.

Y eso no era lo peor; durante el beso, Miriam notó que Rikki estaba allí, justo detrás de Zane y por encima del hombro de mi hermano, le sonrió. Zane se volteó como en cámara lenta y cuando sus ojos oscuros se encontraron con los azules de mi amiga, pareció congelarse, como si Emma hubiera usado sus poderes en su contra.

—Puedo explicarlo.

Rikki lo miró, inexpresiva y negó con la cabeza.

—No creo que puedas. —hizo ademán de irse pero Zane la tomó del brazo, deteniéndola.

—¡Lo hice para conseguir el colgante!

—Es la verdad, Rikki —intervine, con cautela—. Lo hizo por ti. —Aunque no escuché la conversación de Zane y Miriam, era obvio que ella le pidió algo (muy probablemente el besó) como condición para entregarle el medallón porque dudo que en cualquier otro contexto Zane accedería a besarla y aunque no creo que haya sido el mejor método a emplear, me consta que Zane lo hizo por Rikki así que no era del todo su culpa.

—Al contrario —Rikki me miró y luego miró a Zane. Más que enojada parecía dolida—. Nunca te pedí que la besaras.

—No significó nada. Por favor, Rikki.

Pero aquello solo pareció enfurecer más a Rikki.

—Me alegro que los besos signifiquen tan poco para ti.

—Tú espera aquí, lo voy a solucionar. Ya lo verás, tú… espera aquí.

Zane debería haber sabido que Rikki no era conocida por su paciencia y tampoco era el tipo de persona que se quedaba sentada esperando por buenas noticias. No pasaron ni dos minutos desde que Zane abandonó la cafetería, cuando ella fue tras él, tomando el mismo camino que mi hermano tomó segundos atrás.

—¿Por qué se estaban besando? —preguntó Lewis, con el ceño fruncido en profundidad mientras se acercaba luciendo entre desconcertado, extrañado y confundido.

Era una larga historia pero si tenía que simplificarlo, sería así:

—Miriam compró el medallón que queríamos, y Zane la besó para recuperarlo. Pero Rikki los vio y ahora esto se complicó, aún más —Lewis murmuró un simple "Comprendo".
De reojo, noté que Karl, quién seguía sentado en la mesa, nos observaba.

—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?

Ayudarme a desaparecer a Karl, pensé. Espera, ¡no! ¿Qué estoy pensando? Cielos.

Lo que digo es… con Miriam y Karl por aquí, necesitaremos toda la ayuda posible y estaría genial que un par de personas más, amigas y sirenas, nos echaran una mano.

—Sí. Llama a las chicas, por favor. Diles que estamos en el café y que es urgente.

—De acuerdo.

Me despedí de Lewis y salí de la cafetería por la entrada principal, mientras me preguntaba dónde podrían estar Zane, Miriam y Rikki y por la prisa y por no mirar bien por donde iba casi choqué con una persona. Pensé en disculparme y seguir mi camino, hasta que me di cuenta que Miriam estaba justo frente a mí.

La rubia me dedicó una mirada iracunda y despectiva, para acto seguido pasar por mi lado y continuar con su camino sin decir una sola palabra... o así hubiese sido de no ser porque mi mano alcanzó su brazo antes de que pudiese avanzar tan solo un paso.

No pasé por alto que el colgante ya no se hallaba en su pecho, cuando un par de minutos atrás lo llevaba en su mano. ¿Se lo entregó a Zane, así como así? No, no puede ser, me dije.

—¿Dónde está el medallón? —cuestioné, forzándola a detenerse y enfrentarme.
Miriam no me enfrentó, se limitó a soltar un gruñido y a sacudir su brazo con agresividad, intentando zafarse de mí. Apreté con fuerza y ella chilló, y fue solo entonces que se dignó a mirarme.

—No podría importarme menos. —soltó, o más bien gruñó mientras sus ojos echaban chispas.

—¿Qué? —la miré, ceñuda y un tanto desconcertada. Para cerciorarme, miré su cuello, manos, bolsillos: a simple vista, no había nada. Cuando mis ojos, confundidos, encontraron los suyos, ella sonrió con sorna—. ¿Qué hiciste? —gruñí.

—¡Ya, suéltame!

—¡Habla! —grité—. ¡¿Qué hiciste con el medallón? —al estar tan cerca de ella, noté que sus ojos color miel estaban inundados en lágrimas y no pude evitar mirarla con genuino desconcierto. Pero solo un poco, porque mi enfado era mayor que saber lo que le había pasado.

—¡SUÉLTAME! —gritó, mientras me fulminaba con la mirada.

—¡¿Dónde está?! —insistí.

—Me aburrí de él, ¡¿contenta?! ¡Ahora, suéltame! —cuando aflojé el agarre de mi mano alrededor de su brazo, Miriam dio un paso hacia atrás e inmediatamente después se echó a correr, como si huyese de algo o de alguien aunque realmente no estaba en mis planes perseguirla. No la solté porque ella me lo pidió, sino porque lo que dijo con anterioridad me dejó pensativa.

Si se aburrió del medallón y no lo llevaba consigo... ¿qué hizo con él? ¿Acaso…? Conociendo a Miriam y sabiendo lo envidiosa y mala que podía llegar a ser… un mal presentimiento me embargó. Muy malo en verdad y llevada por un arrebato me eché a correr en busca de Zane y Rikki, deseando con todas mis fuerzas que mis sospechas no fuesen ciertas…

~.~.~

¡Volví! 😎 El capítulo iba a ser mucho más largo y denso peeero tuve que dejarlo hasta aquí, porque sería mucho con demasiado y se viene el primer punto de inflexión. Ojo.

En el siguiente se viene una revelación interesante del pasado 👀.

Nos leemos!! 😀🖐️

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