Capítulo trece: Un Diario Peligroso.

2.4K 199 13
                                    

*.*.*

Ya que habíamos sobrevivido a una semana más de más ocio que de estudios, Rikki y yo, resolvimos ir al Cibercafé a pasar un buen rato. Digo, nos lo merecíamos después de haber estudiado tanto para pasar nuestros exámenes.

Nos sentamos en una de las tantísimas mesas del café y un par de minutos después, una chica, morena de sonrisa amable y vistiendo el uniforme del local, se acercó a nosotras.

—Hola, bienvenidas, ¿puedo tomar su orden? —consulté distraídamente el menú y dije, tras pensarlo un momento:

—Un licuado de banana y mango para mí. —ella asintió y miró a Rikki.

—Lo mismo.

—Bien, en un minuto se los traigo. —asintió la chica, tras tomar nota del pedido. Dio media vuelta y se adentró a la barra.

— ¿Qué tanto hace Cleo? —se quejó Rikki, mirando su reloj.

—En el Parque Marino, de seguro, pero ya vendrá. —me encogí de hombros. A Cleo le había estado yendo muy bien en su trabajo y de vez en cuando hacía dobles turnos voluntariamente.

—Solo tiene que darle de comer a peces viscosos —arguyó Rikki, con aburrimiento—. No es gran cosa.

—Para Cleo lo es —repliqué. Ella bufó—. Solo relájate, ¿sí?

—Bien, bien —asintió, encogiéndose de hombros—, pero, ¿por qué Emma tuvo que ir de nuevo a Mako? —La miré como si no fuera demasiado obvio—, digo, ¿cuál es el punto de regresar, si la primera vez no encontraron nada útil?

—Ella y Lewis están en Mako —expliqué, por quinta vez, sin perder la paciencia—. Porque Lewis quiere examinar el estanque y averiguar —entonces bajé precavidamente el tono de mi voz y Rikki me miró divertida—, ya sabes, por qué tenemos colas.

—Sí, adelante —asintió, sin borrar la sonrisa y en un tono puramente irónico—. Porque la teoría sobre el medallón pintó excelente.

—Oye, oye —dije, divertida y alzando las manos—, aun no averiguo del todo sobre él, pero es especial —me lanzó su mejor expresión de "¿es en serio?" —. Es un presentimiento.

— ¡Oh un presentimiento! —se burló.

Luego de que nos entregaran nuestras bebidas, me aproximé a la barra, donde se encontraban las computadoras. Lewis y Rikki podrían decir que era una locura querer averiguar sobre el medallón; pero algo más fuerte que yo misma me decía que ese collar representaba algo más... qué, no tenía idea pero estaba dispuesta a averiguarlo.

Una vez me senté en la silla, tuve el ordenador perfectamente frente a mí, comencé a teclear. En el buscador describí el medallón, a ver si por suerte encontraba alguno similar. Luego me aparecieron imágenes de muchos relicarios y collares que parecían antiguos pero ninguno se asemejaba al que yo describía.

A través de la pantalla del monitor distinguí a Cleo, sentándose junto a Rikki.

Regresé la mirada a la pantalla y continué revisando imagen tras imagen. Tras unos infructuosos intentos por hallar algo, lo que fuese, al menos de casualidad, me di por vencida. Era evidente que allí no iba a encontrar nada, ¿entonces dónde? Esa reliquia no pudo haber aparecido así como así.

Volteé un segundo y miré a Rikki. Ella me miraba con una ceja arqueada. Negué con la cabeza. Ella sonrió, con autosuficiencia, cabe añadir.

*.*.*

A la mañana siguiente, me enteré por Rikki que Cleo se había inscrito en el Reina del Mar, y que el mismo se llevaría a cabo mañana mismo.

A mi rubia amiga le indignaba que hicieran un concurso que a su parecer era tan sexista que le provocaba salir huyendo de la ciudad. No pude evitar reír ante su comentario.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaWhere stories live. Discover now