Capítulo 20: La Otra Emma.

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Capítulo 21:

La Otra Emma.

Cuando las cosas se calmaron, bien; no con exactitud: todos estaban escandalizados. Con Rikki nos dispusimos a atender a los invitados como si nada estuviese pasando. Digo, no es como si alguien se comporta de manera MUY rara y tú vas y haces un drama alrededor de ello. No, no, ni hablar.

Sencillamente te lo tomas con calma, sonríes y finge normalidad. Bah, como si alguien hiciera caso a esos consejos.

Poco a poco, los invitados dejaron de platicar cosas sobre el espectáculo de hace poco y siguieron con sus charlas, pero cuchicheando entre ellos. Los susurros eran tantos que ya parecía una misma voz a coro.

Una vez que Rikki y yo estuvimos solas en la cocina, la preocupación se acentuó en su semblante, al depositar la bandeja sobre la mesa.

— ¿Qué es lo que le ocurre?

—Parece otra persona —respondí—. Una muy... espontánea.

— ¿Ha hecho eso antes? —cuestionó, con los ojos abiertos como platos.

—No, jamás —negué—. De verdad —reiteré, cuando Rikki no se mostró convencida—. Siempre se estresa y toda la cosa pero nunca creerías que fuese a...

— ¿Enloquecer? —pese la situación, el buen humor de Rikki sentaba bien—. Emma siempre está bajo control. A lo mejor no soportó la presión y... ¡Boom!

Ambas reímos cortamente. Luego suspiré.

— ¿Y bien? —Quise saber—. La dejamos tomar aire, y vuelva a ser la misma, chica cuerda, otra vez.

—Es lo mejor —decidió Rikki—. Ten, vamos.

Cuando salíamos a servir las bebidas, la señora Gilbert casi que corrió a nuestro encuentro. Comenzamos a tramar una lista de excusas sobre lo sucedido, pero ella no permitió que comentáramos nada, de hecho, como que había olvidado el asunto.

— ¡Neil va a llegar pronto! —poco más, no lloraba de la emoción. De inmediato ordenó a los demás invitados a apretujarse en las paredes y algunos se hicieron uno con los rincones de la casa—. ¡Vamos, vamos, vamos! —Con Rikki nos apresuramos a ocultarnos detrás de un mueble, antes de que la sala quedara a oscuras—. Oh, las luces.

Gracias al silencio que había, fue fácil para mí escuchar el sonido del pestillo al girarlo, seguido del leve empuje de la puerta e inmediatamente seguidos por un par de pasos aproximándose. Cuando la luz volvió a hacerse presente en la habitación, todos saltamos y gritamos al unísono.

—¡¡Sorpresa!! —el señor Gilbert pareció tan sorprendido que fue incapaz de decir algo, por un segundo, pero sonrió ampliamente cuando su esposa se abalanzó sobre él, en un cariñoso abrazo.

— ¡Feliz cumpleaños!

El señor Gilbert era felicitado por todas y cada una de las personas que se encontraban en la fiesta; creo que todos hacían fila para poder darle sus mejores deseos y también decir una que otra broma sobre su edad que el señor Gilbert tomaba con humor, pero se las arregló para escabullirse, y preguntarnos por Emma.

Con Rikki, sonreímos y prometimos buscarla.

—Nunca puedo abrir estas cosas. —Cleo, forcejeaba con una lata de sardinas.

— ¿Quieres comer sardinas? —preguntó Rikki, extendiendo la mano.

—No —Cleo dijo, con una mueca—. Son para Emma.

— ¿Y está más tranquila?

—Um... más o menos. —entrecerré los ojos. Dudosa respuesta.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora